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Cuando el relato dice que a Dios
“le dolió en su corazón”, usa la palabra que también significa arrepentirse.
Sabemos, basándonos en otros pasajes de las Escrituras, que es imposible que
Dios se arrepienta. Él no cambia de opinión como lo hacemos los seres
humanos. Pero esta es una poderosa figura, que expresa de una manera muy
gráfica la ira y la determinación de Dios. Cuando la sociedad llega a este
estado de disolución y deterioro, la ira de Dios se pone perfectamente de
manifiesto. Da la impresión de que ha cambiado totalmente de opinión, a pesar
de que está actuando conforme a principios que son totalmente consistentes
con Su propio ser.
Pero en medio de esto, leemos que
le dolió, y el sufrimiento es siempre una manifestación del amor. Lo que los seres humanos no entendemos por ser finitos es que el amor y la
ira de Dios son exactamente la misma cosa. Son dos lados de la misma moneda.
Lo que nos deja extasiados y nos apasiona acerca de Dios y nos atrae a Él es
el amor. Él es el Dios de amor que nos ama tanto, si lo merecemos como si no.
Esto es lo que nos atrae, pero es en respuesta a lo que primeramente se nos
aparece de esta manera. A aquellos que rechazan Su amor, la misma
cualidad de Dios se convierte en ira, dando la impresión de ser un muro de
fuego que todo lo quema y lo consume.
Esto es algo que podemos ver
también en nosotros mismos. Es nuestro amor lo que hace que nos pongamos
furiosos por todo lo que puede herir a los que amamos. Si usted hiere a un
niño en presencia de su madre, verá cómo el amor de la madre se convierte en
ira en contra de usted. Por lo tanto, hemos descrito claramente un tiempo en
el que la humanidad pasa del lugar en el que ve a Dios como amor y comienza a
experimentar Su amor como ira, pero es exactamente la misma cosa.
Asimismo tenemos siempre el brillo de
la gracia, como dice en el versículo 8: “Pero Noé halló gracia ante los ojos
de Jehová” (Génesis 6:8). Dios estuvo llamando a lo largo de toda esa época
de la misma manera que lo hace en la actualidad, suplicando a las personas
que se vuelvan de su manera de vivir y que resistan a la extendida mentira
de Satanás. Un hombre con su familia se volvió y halló gracia a los ojos de
Dios. No se lo merecía, y él podría haberse igualmente vuelto, yendo en la
dirección contraria, pero respondió a la súplica de Dios y halló gracia a Sus
ojos.
Aplique usted esto a este siglo y
encuentre el paralelo entre los días de Noé y los días en los que vivimos. Es
preciso que recordemos que si hemos de ser liberados de la ira venidera, si
escapamos a la mano de juicio de Dios sobre la sociedad, no es por nada que
hayamos hecho nosotros, sino que es la manifestación de la gracia de Dios.
Dios nos ha estado suplicando y nos
ha ganado para Sí; nos ha buscado y, por medio de muchas influencias, ha
conseguido que por fin veamos que la era en la que vivimos es una época que se
encuentra bajo la esclavitud a una mentira. Él nos ha abierto nuestros ojos a
la verdad, hasta que nosotros nos hemos vuelto al Señor Jesús y descansado
bajo la gracia de Dios.
Al deteriorarse nuestra era y al
acercarse nuestra civilización al punto del colapso total, podemos darle
gracias a Dios por haber sido arrancados como tizones del fuego, como lo
fueron Noé y su familia, si nuestros corazones han respondido al llamamiento
de la gracia de Dios.
Padre, cuán agradecido me siento a
Ti por Tu gracia, que me ha arrancado del fuego y me ha traído a una relación
con Tu amado Hijo.
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Aplicación a la vida
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El amor y la ira de Dios son los
dos lados de la misma moneda. ¿Estamos nosotros creyéndonos la ampliamente
difundida mentira de Satanás, intentando aún complacer a Dios, o estamos
caminando en Su gracia?
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Versículo para hoy:
viernes, 24 de abril de 2020
24 de abril - El dolor y la gracia de Dios - Ray Stedman
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