"... Sino en la cruz de
nuestro Señor Jesucristo...", Gálatas 6:14.
Si quieres conocer el poder de Dios, es decir, la vida del Jesús resucitado en tu carne mortal, debes meditar en la tragedia de Dios. Deja el interés personal que tienes en tu propia condición espiritual y considera su tragedia, con una actitud completamente sincera e inmediatamente su poder estará en ti.
"Mirad a mí", Isaías 45:22; presta atención a la fuente externa y el poder interior estará allí. Perdemos poder porque no nos concentramos en lo correcto. El efecto de la cruz es salvación, santificación, sanidad, etc., pero no debemos predicar ninguna de estas bendiciones, sino "...a Jesucristo y a este crucificado", 1 Corintios 2:2. La proclamación de Jesús hará su trabajo. Enfoca tu predicación en lo que es el centro para Dios y aunque aparentemente tus oyentes no presten ninguna atención, nunca podrán ser los mismos después. Si comunico mis propias palabras, éstas no pueden ser de mayor importancia para ti que las tuyas para mí; pero si compartimos la verdad de Dios unos con otros, encontraremos vez tras vez esa verdad. Debemos concentrarnos en ese gran punto de poder espiritual: la cruz. Si mantenemos el contacto con ese centro, el poder se liberará en nuestra vida. En los movimientos de santidad y en las reuniones de bendición espiritual, somos dados a no concentrarnos en la cruz de Cristo, sino en sus efectos.
En la actualidad se critica la debilidad de las iglesias y con justa razón. Uno de los motivos de esta debilidad es la falta de concentración en el verdadero centro de poder espiritual. No hemos meditado lo suficiente en la tragedia del Calvario o en el significado de la redención.
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