"Pero lejos esté de mí
el gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo...", Gálatas 6:14
Cuando una persona acaba de nacer de nuevo, parece incoherente debido a que sus emociones no se relacionan con el estado de las circunstancias externas de su vida. La vida del apóstol Pablo se apoyaba en una fuerte y firme coherencia espiritual. En consecuencia, él podía dejar que su vida exterior cambiara sin afligirse, porque estaba arraigado y fundamentado en Dios. La mayoría de nosotros no somos espiritualmente coherentes, porque estamos más preocupados por la coherencia de lo exterior. En cuanto a la expresión externa de las cosas Pablo vivió en el sótano, mientras que sus críticos vivían en el piso de arriba. Estos dos niveles son completamente diferentes y no se pueden tocar entre sí. Pero la coherencia de Pablo era profunda porque se encontraba en los fundamentos. La gran base de su coherencia era la agonía de Dios por la redención del mundo, es decir, la cruz de Jesucristo.
Afírmate de nuevo en lo que crees, regresa al fundamento de la cruz de Cristo y desecha cualquier convicción que no se base en ella. En la historia secular, la cruz es algo sumamente pequeña, pero desde la perspectiva bíblica es más importante que todos los imperios del mundo. Nuestra predicación será totalmente improductiva, si dejamos de hacer énfasis en la tragedia de Dios en la cruz, porque no comunicará su poder para el hombre. Podrá ser interesante, pero no tendrá poder. Sin embargo, cuando predicamos la cruz, el poder de Dios se libera. "...Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación... nosotros predicamos a Cristo crucificado...", 1 Corintios 1:21,23.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
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