El punto de vista de un siervo de Dios siempre debe ser lo máximo y no simplemente estar tan cerca de lo máximo como pueda. Esfuérzate en mantener el punto de vista de Dios y recuerda que esto se debe hacer todos los días, de manera gradual. No pienses en un infinito. Ningún poder externo puede tocar ese punto de vista.
La perspectiva apropiada que debemos mantener consiste en comprender que estamos aquí con un solo propósito: Ser cautivos que marchan en el séquito victorioso de Cristo. No estamos aquí para que nos exhiban en la vitrina de Dios, sino para manifestar una sola virtud: la absoluta cautividad de nuestras vidas a la obediencia a Cristo (ver 2 Corintios 10:5). ¡Cuan insignificantes son los otros puntos de vista!
Por ejemplo: "soy el único que está luchando por Jesús" o, "debo mantener la causa de Cristo y defender esta fortaleza para Él". Pero Pablo dijo en esencia: "Pertenezco al séquito de un Vencedor y sin importar cuáles sean las dificultades, Él siempre me lleva al triunfo". ¿Se está llevando a cabo esta idea de manera práctica en nosotros? Como el gozo secreto de Pablo era saber que Dios lo había tomado cautivo a él — un rebelde agresivo, enemigo de Jesucristo — esa cautividad se convirtió en su propósito. El gozo de Pablo fue ser un prisionero del Señor y por eso no tuvo otro interés en el cielo ni en la tierra. Para un cristiano es vergonzoso hablar de conseguir la victoria. Debemos pertenecer al Vencedor de una manera tan completa que todo el tiempo seamos victoriosos, porque somos más que vencedores por medio de Él.
"Porque para Dios somos grato olor de Cristo", 2 Corintios 2:15. ¿Estamos envueltos en el dulce aroma de Jesús y somos un maravilloso olor grato para Dios dondequiera que vamos?
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