"De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien", 1 Pedro 4:19
Elegir el sufrimiento significa que algo anda mal en ti. Pero elegir la voluntad de Dios, incluso si implica sufrir, es algo muy diferente. Ningún creyente normal escogerá jamás el sufrimiento, simplemente elige la voluntad de Dios, como lo hizo Jesús, sin importar que implique sufrir o no. Y ningún santo osará interferir con la disciplina del sufrimiento en la vida de otro santo.
El santo que satisface el corazón de Jesús hará que otros santos sean fuertes y maduros para Dios. Pero, la gente que nos compadece nunca nos fortalece. De hecho, siempre son un obstáculo, pues la conmiseración solamente sirve para debilitarnos. Ninguno puede comprender a un santo mejor que otro santo que esté lo más cerca posible de Jesús. Si aceptamos la conmiseración de otro creyente, el sentimiento que surge es: “Dios me está tratando duramente y haciendo mi vida difícil”. Por eso Jesús dijo que la autocompasión era del diablo (ver Mateo 16:22-23). Mejor ten misericordia de la reputación de Dios. Es fácil deshonrar su carácter debido a que Él nunca trata de defenderse ni de reivindicarse.
Cuídate de pensar que Jesús necesitó de compasión durante su vida en la tierra. Él rechazó la conmiseración de la gente porque en su gran sabiduría entendía que nadie comprendería su propósito.
Sólo aceptó la compasión de su Padre y de los ángeles (ver Lucas 22:43).
Nota el increíble desperdicio que Dios hace de sus santos, según el criterio del mundo. Al parecer los coloca en los lugares más inútiles. Y entonces decimos: “¡Debido a que no soy tan útil, Dios quiere que esté aquí!”. Sin embargo, Jesús nunca midió su vida con respecto al patrón de la máxima utilidad. Dios pone a sus santos donde ellos lo glorifican más y nosotros somos totalmente incapaces de juzgar dónde sea eso.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
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