"Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo", Hebreos 10:19
Cuídate de imaginar que la intercesión significa llevar a la presencia de Dios nuestras compasiones y preocupaciones personales y exigir que Él haga lo que le pedimos. Nuestra capacidad para acercarnos a Dios está completamente basada en la identificación vicaria o sustituta de nuestro Señor con el pecado.
Tenemos libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.
La obstinación espiritual es el mayor obstáculo en la intercesión, porque está basada en la lástima que sentimos por aquello que vemos en nosotros y en otras personas y que consideramos que no tiene necesidad de expiación. Tenemos la idea de que hay ciertas cosas buenas y virtuosas en cada uno de nosotros las cuales no necesitan fundamentarse en la propiciación por medio de la cruz de Cristo. La pereza y el desinterés que produce esta clase de pensamiento nos incapacita para interceder. Como no nos identificamos con los intereses de Dios en otras personas, nos sentimos irritados con Él. Debido a que siempre estamos listos para anteponer las ideas personales, la intercesión se convierte en la exaltación de nuestras compasiones naturales. Debemos comprender que la identificación de Jesús con el pecado implica un cambio radical en todas nuestras compasiones e intereses. La intercesión vicaria significa que sustituimos de manera consciente nuestra compasión natural hacia otros por el interés que Dios tiene en ellos.
¿Soy obstinado, o he sido sustituido? ¿Soy mimado, o perfecto en mis relaciones con Dios? ¿Irritable, o espiritual? ¿Decidido a hacer mi voluntad, o a identificarme con Él?
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
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