"Y ellos asombrados, lo seguían con miedo", Marcos 10:32
Al principio de nuestra vida con Jesucristo estábamos seguros de que no ignorábamos nada sobre Él y era un gozo abandonarlo todo y lanzarnos al amor sin prevenciones. Pero, ahora, ya no nos sentimos tan seguros. Jesús va al frente, lejos de nosotros y se ve extraño: Jesús iba delante y ellos, asombrados... Existe un rasgo en Jesús que desconsuela a sus discípulos en lo más profundo de su corazón y deja sin aliento toda su vida espiritual. Esta persona rara, que tiene su rostro "como un pedernal" (Isaías 50:7), camina delante de mí con tal determinación que me aterroriza. Ya no parece mi Consejero ni mi Amigo y mira las cosas desde un punto de vista del cual no sé nada. Me deja pasmado. Al comienzo tenía la confianza de que lo conocía, pero ahora ya no estoy muy seguro. Empiezo a darme cuenta de que Jesús y yo estamos distanciados y ya no puedo intimar con Él. No tengo idea sobre el lugar hacia donde se dirige y la meta se ha vuelto extrañamente distante.
Jesucristo tuvo que entender completamente todo pecado y toda aflicción que los seres humanos podemos experimentar y eso es lo que lo hace parecer ajeno a nosotros. Cuando lo vemos a Él así, no lo conocemos, no reconocemos siquiera un rasgo de su vida y no sabemos cómo empezar a seguirlo. Él va muy adelante, es un líder muy extraño y no tenemos compañerismo con Él.
La disciplina del desaliento es la lección esencial que un discípulo debe aprender. El peligro está en nuestra tendencia a mirar atrás hacia nuestros momentos de obediencia y sacrificios del pasado para Dios, en un esfuerzo por mantener vivo nuestro entusiasmo por Él (ver Isaías 50:10-11). Pero cuando venga la oscuridad del desaliento, soporta hasta que pase, porque de aquí saldrá la capacidad de seguir a Jesús verdaderamente, lo cual produce un maravilloso e inefable gozo.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
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