“¿Qué os parece del Cristo?” Mateo 22:42.
LA gran prueba de la salud de tu alma está en esta pregunta: “¿Qué te parece del Cristo?” ¿Es él para ti “mas hermoso que los hijos de los hombres”, “señalado entre diez mil”, “todo codiciable”? Donde Cristo es así estimado, todas las facultades del hombre espiritual se adiestran con energía. Yo juzgaré tu piedad por este barómetro: ¿qué lugar ocupa Cristo en tu pensamiento, elevado o bajo? Si has pensado livianamente de Cristo; si te has satisfecho con vivir sin su presencia; si su honor te ha importado poco; si has sido negligente con sus leyes, entonces sé que tu alma está enferma. ¡Dios quiera que no siga enferma hasta la muerte! Pero si el primer pensamiento de tu espíritu fue cómo honrar a Jesús, si el deseo cotidiano de tu alma halló expresión en las palabras de Job: “¡Oh! si supiese dónde hallarlo”, entonces te digo que, aunque tengas mil debilidades y conozcas apenas si realmente eres un hijo de Dios, yo tengo la persuasión de que, no obstante todo eso, estás seguro, pues Jesús es grande en tu estima. A mí no me importan tus harapos. Lo que me importa es lo que piensas del regio atavío de Cristo. No me interesan tus heridas, aunque ellas manen sangre a torrentes. Lo que me interesa es lo que tú piensas del Rey en su belleza. ¿Tiene él en tu corazón un trono glorioso y elevado? ¿Lo colocarías más alto si pudieras? ¿Quisieras tú desear morir si con eso pudieras añadir sólo una trompeta a los acordes que proclaman sus alabanzas? ¡Oh! entonces vas bien. Cualquiera sea el concepto que tengas de ti mismo, si Cristo es grande para ti, tú estarás con él antes de mucho. “Aunque todo el mundo se ría de mi elección, Jesús será mi porción. Ningún otro me satisface, pues él es el más hermoso entre los hermosos”.
Charles Haddon Spurgeon.
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