Versículo para hoy:

sábado, 5 de noviembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – NOVIEMBRE 5

“Alabadle, bendecid su nombre”. Salmo 100:4.

NUESTRO Señor quisiera que todos los suyos fuesen ricos en pensamientos elevados y conceptuosos en cuanto a su bendita persona. Jesús no se satisface con que sus hermanos piensen pobremente acerca de él. Su placer sería que su esposa se deleitase en su belleza. No tenemos que considerar a Jesús como algo meramente necesario, como el pan y el agua, sino como algo altamente delicado, como un placer raro y encantador. Con este fin él se reveló a sí mismo como la “perla de gran precio” en su incomparable belleza; como el “manojito de mirra” en su refrigerante fragancia; como la “rosa de Sarón” en su persistente perfume y como el “lirio” en su inmaculada pureza. Como una ayuda para tener elevados pensamientos en cuanto a Cristo, recuerda la estima en que Cristo es tenido más allá del firmamento, donde las cosas son medidas con metros justos. Considera cómo Dios estima al Unigénito, que es el infalible don que él nos dio. Considera qué piensan de él los ángeles cuando reputan su más alto honor el velar sus rostros y estar a sus pies. Considera qué piensan de él los lavados con la sangre, mientras día y noche cantan sus bienmerecidas alabanzas. Los pensamientos elevados en cuanto a Cristo nos permitirán conducirnos convenientemente con él. Cuanto más altamente veamos a Cristo entronizado y cuanto más humildes nos mostremos al estar postrados ante su trono, mejor preparados estaremos para conducirnos bien con él. Nuestro Señor quiere que pensemos bien de él, para que nos sometamos alegremente a su autoridad. Los pensamientos sublimes en cuanto a Cristo acrecientan nuestro amor. El amor y la estima van juntos. Por lo tanto, creyente, piensa mucho en las excelencias de tu Señor. Míralo en su primitiva gloria, antes que tomara forma humana. Piensa en el poderoso amor que lo trajo del trono para morir en la cruz. Admíralo mientras conquista todos los poderes del infierno. Míralo resucitado, coronado y glorificado. Inclínate delante de él como el Admirable, el Consejero, el Dios fuerte, porque sólo así tu amor para con él será lo que debe ser.

Charles Haddon Spurgeon.