“Mas si sois guiados del Espíritu, no estáis bajo la ley”. Gálatas 5:18.
EL que considera su carácter y posición desde el punto de vista legal, no sólo perderá toda esperanza cuando llegue al fin de su cálculo, sino que, si es hombre sabio, la perderá al comenzar. Pues si vamos a ser juzgados sobre la base de la ley, ninguno será justificado. ¡Cuán precioso es saber que moramos en los dominios de la gracia y no en los de la ley! Cuando pienso en mi estado delante de Dios, no pregunto: “¿Soy perfecto ante la ley?”, sino: “¿Soy perfecto en Cristo Jesús?”, lo cual es muy distinto. No necesitamos inquirir si “por naturaleza, estamos sin pecado”; debemos más bien averiguar “si hemos sido lavados en la fuente que ha sido abierta para el pecado y para la impureza”. La cuestión no es “si por mí mismo soy muy agradable a Dios”, sino “si soy acepto en el Amado”. El cristiano examina su posición desde la cumbre del Sinaí y se alarma en cuanto a su salvación. Sería mejor que leyera sus títulos a la luz del Calvario. Además dice: “Mi fe está afectada de incredulidad; no me puede salvar”. Si hubiese considerado el objeto de su fe, en lugar de la fe misma, entonces hubiera dicho: “No hay falta en Cristo; por lo tanto estoy seguro”. El tal suspira por su esperanza diciendo: “¡Ah!, mi esperanza está desfigurada y empañada por una congojosa ansiedad en cuanto a las cosas presentes, ¿cómo, pues, puedo ser acepto?” Si hubiese considerado la base de su esperanza, habría visto que la promesa de Dios permanece segura y, sean cuales fueren nuestras dudas, el juramento y la promesa nunca fallan. ¡Ah, creyente, es siempre más seguro para ti el ser guiado por el Espíritu a la libertad del Evangelio que llevar el yugo de la ley! Júzgate, más bien, en lo que Cristo es que en lo que tú eres. Satán procurará turbar tu paz, trayendo a tu memoria tus pecados e imperfecciones. Puedes hacer frente a sus acusaciones, asiéndote fielmente del Evangelio y rehusando llevar el yugo de servidumbre.
Charles Haddon Spurgeon.
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