Versículo para hoy:

lunes, 26 de septiembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 26

“Aúlla, oh haya, porque el cedro cayó”. Zacarías 11:2.

CUANDO en la selva se oye el estrépito del roble que cae es señal de que el leñador está allí. En esa circunstancia bien puede temblar cada uno de los árboles del bosque por el temor que, al día siguiente, la filosa hacha del bosque lo sorprenda también a él. Todos nosotros somos como árboles destinados al hacha, y la caída de uno debe recordarnos que para todos (ya sea grande como el cedro o humilde como el haya) la señalada hora se acerca apresuradamente sin previo aviso. Creo que por oír hablar frecuentemente de la muerte no nos haremos insensibles a ella. No seamos como los pájaros del campanario, que hacen sus nidos cuando las campanas están tañendo y duermen tranquilamente cuando los repiques de la solemne ceremonia llenan el ambiente de recogimiento. Consideremos a la muerte como el más serio de todos los acontecimientos y encaremos su aproximación con toda cordura. No nos conviene bromear cuando nuestro eterno destino pende de un hilo. La espada está fuera de la vaina; no juguemos, pues. Su hoja está acicalada y es muy filosa; no bromees, pues. El que no se prepara para la muerte es más que un vulgar insensato; es un demente. Cuando la voz de Dios se haga sentir entre los árboles del jardín, que tanto la higuera como el sicomoro, la haya como el cedro se apresten a oírla. Procura estar preparado, siervo de Cristo, porque tu Señor viene de repente, en el momento cuando el mundo impío menos lo espera. Esfuérzate por ser fiel en su obra, porque tu sepulcro pronto será cavado. Aparejaos, padres; procurad que vuestros hijos sean criados en el amor a Dios, pues pronto pueden quedar huérfanos. Preparaos, comerciantes; cuidad que vuestros negocios sean honrados y que sirváis a Dios con todo vuestro corazón, pues los días de vuestro servicio terrenal pronto terminarán y vosotros seréis llamados a dar cuenta de lo que habéis hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno o malo. Dios quiera que todos nos preparemos para comparecer ante el tribunal del gran Rey con un cuidado que será recompensado con esta recomendación llena de gracia: “Bien, buen siervo y fiel”.

Charles Haddon Spurgeon.

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