Versículo para hoy:

miércoles, 16 de marzo de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – MARZO 16

“Detén asimismo a tu siervo de las soberbias”. Salmo 19:13.

TAL era la oración del “hombre según el corazón de Dios”. ¿Necesitó el santo David orar así? ¡Cuán necesaria entonces debe ser tal oración para nosotros, niños en la gracia! Es como si dijese: “Detenme, de lo contrario caeré de cabeza en el precipicio del pecado”. Nuestra naturaleza pecaminosa, semejante a un caballo indómito, está propensa a desbocarse. Que la gracia de Dios le ponga la brida para frenarla, a fin de que no caiga en el mal. ¡Qué podríamos hacer, aun los mejores de nosotros, si no fuera por los frenos que el Señor pone en nosotros en su providencia y en su gracia! La oración del salmista es dirigida contra la peor forma de pecado: el que es cometido con deliberación e intención. Aun el más santo necesita ser “retraído” de las transgresiones más viles. Es solemne ver al apóstol Pablo exhortar a los santos contra los más repugnantes pecados, “Amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia, molicie, mala concupiscencia y avaricia, que es idolatría”. ¡Qué! ¿Los santos necesitan ser exhortados contra pecados como estos? Sí, necesitan. Las vestiduras más blancas serán perjudicadas con las manchas más negras si su pureza no es preservada por la gracia divina. Cristiano experimentado, no te gloríes en tu experiencia; pues tropezarás si apartas la mirada de Aquel que es poderoso para guardarte sin caída. Vosotros, cuyo amor es ferviente, cuya fe es constante y cuyas esperanzas son brillantes, no digáis: “Nunca pecaremos”; decid más bien: “No nos metas en tentación”. Hay suficiente estopa en el corazón de los mejores hombres como para encender un fuego que abrase hasta lo más bajo del infierno, si Dios no apaga las chispas a medida que caen. ¿Quién hubiese imaginado que el justo Lot podría ser hallado borracho y cometiendo impurezas? Hazael dijo: ¿Es tu siervo un perro para que haga esta cosa? Y nosotros estamos muy propensos a usar la misma pregunta de justicia propia. Que la sabiduría infinita nos cure de la locura de la confianza en nosotros mismos.

Charles Haddon Spurgeon.

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