Versículo para hoy:

martes, 16 de febrero de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 16

“Tu espíritu bueno”. Nehemías 9:20.

COMÚN, muy común es el pecado de olvidar al Espíritu Santo. Esto es insensatez e ingratitud. El merece lo mejor de nosotros, pues es bueno, muy bueno. Como Dios, es bueno esencialmente. El Espíritu Santo participa del triple tributo de “Santo, Santo, Santo”, que asciende al trono del trino Jehová. Pureza sin mezcla, verdad y gracia es él. Es bueno, por su benignidad. Soporta con compasión nuestra desobediencia y lucha contra nuestra rebelde voluntad. Nos levanta de nuestra muerte en el pecado y después nos ejercita para el cielo como una amorosa ama cría a su hijo. ¡Cuán generoso, perdonador y tierno es el paciente Espíritu de Dios! Es bueno, por sus obras. Todas sus obras son buenas en el más alto grado. El sugiere buenos pensamientos, inspira buenas acciones, revela excelentes verdades, aplica buenas promesas, nos ayuda a hacer buenas adquisiciones y nos conduce a buenos resultados. No hay en todo el mundo ningún bien del cual él no sea el autor y el sustentador; el cielo mismo será deudor a la obra del Espíritu por el carácter perfecto de sus habitantes. Él es bueno, por su ministerio. Como consolador, instructor, guía, santificador, vivificador e intercesor, cumple bien su ministerio, y todas sus obras están llenas del más elevado bien para la Iglesia de Dios. Los que se rinden a su influencia llegan a ser buenos; los que obedecen a sus impulsos hacen lo bueno; los que viven bajo su poder reciben el bien. Conduzcámonos, pues, ante tan buena persona de acuerdo con los dictados de la gratitud. Reverenciemos su persona y adorémoslo como Dios sobre todo, bendito para siempre. Reconozcamos su poder y la necesidad que tenemos de él en todas nuestras santas empresas. Busquemos su ayuda en todo momento y no lo contristemos nunca. Hablemos en su honor siempre que tengamos ocasión. La Iglesia nunca prosperará hasta que crea en el Espíritu Santo más reverentemente. El es tan bueno y afectuoso que es triste que sea contristado por descuido y negligencia.

Charles Haddon Spurgeon.

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