Recordarán, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para
proclamarles el evangelio de Dios, y cómo trabajamos día y noche para no serles
una carga. 1 Tesalonicenses 2:9.
Oh, hombres y mujeres cristianos,
no glorificarán mucho a Dios a menos que dediquen todas sus fuerzas y consagren
todo su cuerpo, alma y espíritu –todo su ser- a la obra del Señor Jesucristo.
Para hacer esto no necesitan abandonar a sus familias, ni sus negocios ni sus
ocupaciones seculares. Pueden servir a Dios en estas cosas. Con frecuencia
constituirán oportunidades para ti, pero tienes que lanzarte a estas. Un hombre
es incapaz de ganar almas para Cristo cuando él mismo está medio dormido.
Tenemos que estar bien despiertos y llenos del Espíritu de Dios para librar la
batalla en nombre del Señor Jesucristo. Hijo mío, ve a trabajar hoy. No vayas a
jugar a ser el maestro de la Escuela Dominical. No vayas a jugar a ser el
predicador. No vayas a jugar a ser el que exhorta a las personas en las calles
o el que reparte los tratados. Hijo mío, ve a trabajar. Involucra tu alma en
ello. Si vale la pena hacerlo, vale la pena hacerlo bien; y si vale la pena
hacerlo bien, vale la pena hacerlo mejor que nunca antes; e incluso entonces,
valdrá la pena hacerlo aún mejor. Porque cuando lo hayas hecho lo mejor que
puedas, todavía tendrás que extenderte a algo mejor, ya que lo mejor de lo
mejor es muy poco para un Dios como el nuestro y un servicio como el suyo. Hijo
mío, ve a trabajar.
A través de la Biblia en un año: Jeremías 17-20
No hay comentarios:
Publicar un comentario