Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la
comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Hechos 2:42.
Temo que si no te has
convertido, todo lo que encuentras en este mundo es una compañía bastante
agitada; no tienes muchos amigos que te ayuden, te bendigan y te proporcionen
paz mental. Pero si te hubieras unido al Señor Jesucristo te habrías dado
cuenta que hay muchas delicias en esta vida que se encuentran bajo las alas del
Altísimo. Aquel que viene a Cristo encuentra padre y madre, hermanos y
hermanas; encuentra muchos amigos amables y queridos que están conectados con
Cristo y, por lo tanto, aman a los que están unidos a él. Entre las dichas más
grandes de mi vida sin duda se encuentra la comunión cristiana, y pienso que
muchos que han venido del campo a Londres han extrañado durante mucho tiempo
esta comunión, hasta que se encontraron con personas cristianas y se sienten
felices otra vez. Ay, pecador solitario, que entras y sales de aquí y de allá y
dices: «Parece que a nadie le importo», si vinieras a Cristo y te unieras a la
iglesia que está protegida bajo sus alas, ¡pronto encontrarías una feliz
comunión! Recuerdo que en la época de la persecución uno de los santos dijo que
había perdido a su padre y a su madre al ser desterrado de su país, pero dijo: «He
encontrado cientos de padres y de madres, porque en cualquier hogar cristiano
que he visitado, me han atendido con tanta amabilidad al recibirme como un
extranjero lejos de su tierra, como si fueran mi padre o mi madre».
A través de la Biblia en un año: Hebreos 5-6
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