CAPÍTULO 7: PROBLEMAS PRÁCTICOS
SEGUNDA CUESTIÓN
¿Cómo puede el creyente recibir ayuda para esperar en Dios, mientras que la providencia retrasa la respuesta a sus oraciones?
Hay
dos maneras para considerar tales retrasos:
- Desde un punto
de vista divino: los tiempos y las sazones están en la mano del
Señor nuestro Dios. (Hech.1:7)
- Desde nuestro punto de vista humano: esperamos una respuesta a
nuestras oraciones más pronto.
Nada
puede ser más cierto ni exacto que el tiempo que Dios ha escogido para
contestar una oración. Si comparamos Éxodo 12:41 con Hechos 7:17, veremos la
razón por la cual la liberación del Israel de la esclavitud egipcia no pudo ser
retrasada ni un día más. Fue porque el tiempo de la promesa había llegado.
Frecuentemente nos desanimamos por los retrasos de la providencia y comenzamos
a dudar de la fidelidad de Dios. Pero sus pensamientos no son los nuestros.
(Isa.55:8) “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por
tardanza.” (2 Ped.3:9) El Señor no calcula sus tiempos de obrar
conforme a nuestra aritmética. Dios determina el tiempo, y aunque su respuesta
pudiera ser retrasada mucho más de lo que pensábamos, no será ni un momento más
tarde de su designio. Durante estos retrasos, el pueblo de Dios puede
desanimarse mucho. Por medio de Isaías Dios había prometido que tendría
misericordia de su pueblo en cautividad, pero ellos esperaron año tras año y no
sucedió nada. “Pero Sión dijo: me dejó Jehová, el Señor se olvidó de
mí.” (Isa.49:14) A David le sucedió lo mismo. Dios le había hecho
tales promesas que fueron llamadas “las misericordias firmes a David”, y no
obstante David pensaba que Dios ya se había olvidado de él. En el Salmo 13
dijo: “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?” (Vers.1)
Hay
tres razones principales por las cuales llegamos a desanimarnos de esta manera:
1. Nos rendimos ante la incredulidad. No
dependemos con plena confianza y seguridad de la incuestionable palabra de un
Dios inmutable y fiel. Esta razón de desánimo es señalada en el Salmo
27:13, “Hubiera yo desmayado si no creyese.” En otras palabras
, un corazón desanimado es una evidencia de incredulidad.
2. Miramos las cosas tales como aparecen a nuestros
sentidos. Fue dicho de Abraham que “contra esperanza”, es a saber,
contra cualquier probabilidad natural “creyó en esperanza... dando gloria a
Dios.” (Rom.4:18 y 20) Nuestros espíritus se mantienen animados cuando no
miramos las cosas que vemos con nuestros ojos naturales y cuando medimos todas
las cosas por otra regla; es a saber, por el poder y la fidelidad de Dios. (2
Cor.4:16 y 18)
3. Satanás usa tales ocasiones para sugerir
pensamientos duros contra Dios. Cuando nuestros espíritus están
decaídos, estamos más propensos para escuchar a Satanás. El siempre trata de
debilitar nuestras manos e impedirnos que esperemos en Dios.
En
vista de lo que hemos estado diciendo, es necesario que seamos vigilantes y que
dejemos todo en las manos de Dios esperando pacientemente por su salvación.
Para ayudarnos a hacer esto, propongo los siguientes pensamientos:
1.
Usted no tiene ninguna razón justificable para tener pensamientos duros contra
Dios, porque es posible que Él no haya prometido las cosas que usted espera de
Él. Usted pudiera haberse prometido a sí mismo ciertas cosas, por ejemplo: la
prosperidad, la continuación de las bendiciones que actualmente disfruta. ¿Pero
en dónde prometió Dios eso? La promesa de que Dios "no quitará el
bien", es limitada a aquellos que “andan en integridad”. (Sal. 84:11)
Escudriñe su propio corazón para ver si no se ha apartado de Dios en su vida de
manera que Él estaría en lo justo al quitarle todas aquellas cosas que usted
disfruta. En cualquier caso, todas las promesas de Dios son limitadas por la
sabiduría y la voluntad divinas.
¿Quién
le dijo que esperara descanso, facilidad y deleite en este mundo? Dios nos ha
dicho frecuentemente que deberíamos encontrar aflicción en este mundo
(Jn.16:33), y que “es menester que por muchas tribulaciones entremos en
el reino de Dios.” (Hech.14:22) Todo lo que Dios ha prometido es que
Él estará con nosotros en las tribulaciones, que suplirá nuestras necesidades
reales, y que hará que todas las cosas nos ayuden a bien (Sal. 91:15; Isa.
41:17; Rom.8:28).
2. Si después de haber orado a Dios por
bendiciones espirituales, usted ha esperado mucho tiempo y no ha recibido nada,
le preguntaría ¿Qué tipo de bendiciones desea usted? Las bendiciones
espirituales son de dos clases:
- Aquellas que son necesarias para que la vida
espiritual continúe.
- Aquellas que incrementan nuestro gozo y
consuelo.
Las
bendiciones del primer tipo son absolutamente necesarias y por lo tanto son
seguras e infalibles promesas. “Haré con ellos pacto eterno, y no
tornaré atrás de hacerles bien, pondré mi temor en el corazón de ellos, para
que no se aparten de mí.” (Jer. 32:40) Las bendiciones del segundo
tipo son concedidas cuando Dios considera que serán para nuestro bien, y muchos
de su pueblo han vivido por largo tiempo sin ellas.
3. Debería preguntarse a sí mismo ¿Cuál es
su propósito en desear estas bendiciones? Pudiera ser que usted no recibe lo
que pide, porque no lo pide con un motivo correcto. (Stg.4:3) A veces pedimos
ser librados de problemas simplemente porque disminuyen nuestro placer en
el mundo. De hecho, los problemas nos son enviados a fin de que vivamos una
vida de mayor obediencia.
4.
¿Está usted realmente dispuesto a que la voluntad de Dios sea hecha? Lo que le
agrada a usted es el disfrutar de sus deseos, pero Dios se agrada cuando usted
solo desea hacer Su voluntad. Las bendiciones no le pueden ser concedidas, sino
hasta que usted desee hacer la voluntad de Dios con todo su corazón. David tuvo
que esperar un largo período de tiempo para recibir lo que le fue prometido, y
mientras tanto su alma fue hecha como la de un “niño destetado”. (Sal.131:2) Si
David y muchos otros han tenido que esperar mucho tiempo para las bendiciones
de Dios, ¿Porqué no habría de esperar usted?
5.
¿Perderá usted cosa alguna por esperar pacientemente en Dios? Ciertamente que
no. Es mucho mejor experimentar la gracia de Dios obrando en su vida que
disfrutar las comodidades. El Señor le está dando una lección en la fe y la
paciencia y logrando que usted esté más interesado en Su voluntad. Así, cuando
las bendiciones deseadas nos llegan, serán de mucho más gozo por causa del
ejercicio de la fe y de la oración.
6.
Si las bendiciones que usted espera de Dios no son dignas de esperar por ellas,
resulta tonto estar preocupado por no recibirlas. Todo lo que Dios espera de
usted es que espere sus misericordias como un favor inmerecido. Piense en las
muchas promesas hechas a aquellos que esperan en el Señor. “Bienaventurados
todos los que le esperan.” (Isa.30:18); y “los que esperan a
Jehová tendrán nuevas fuerzas.” (Isa.40:31)
7.
Recuerde cuán largo tiempo Dios esperó antes que usted se volviera a Él y
obedeciera su palabra. ¿No es justo que Dios le haga esperar por sus
bendiciones? Nuestra incredulidad ha hecho que Él clame: “¿Hasta cuándo
no me han de creer?” (Núm. 14:11) y “¿Hasta cuándo permitirás
en medio de ti los pensamientos de iniquidad?” (Jer.4:14)
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