Capítulo 18
PRIMERO, los creyentes no deben echar la
culpa de sus pecados a satanás. Ellos mismos tienen una naturaleza
pecaminosa la cual hace que el pecado les parezca atractivo. Satanás les puede
conducir hacia el pecado, pero no puede obligarles a que pequen. Satanás les
puede persuadir a pecar pero no les puede forzar a efectuarlo. Entonces los
creyentes cuando caen en el pecado, no deben excusarse diciendo que satanás les
tentaba; son todavía responsables por sus pecados.
SEGUNDO, al mismo tiempo los creyentes deben
darse cuenta de que satanás tiene algo que ver con
la mayoría de sus pecados. Fue satanás quien tentó a Adán y Eva.
Satanás puso en el corazón de Judas el entregar a Cristo a sus enemigos. Sin
embargo, satanás necesita dos clases de permiso antes de que pueda hacer algo
en los creyentes:
1- Veamos
del caso de Job: Satanás tuvo que pedirle permiso a Dios antes de poder hacerle cosa alguna a Job.
Dios dijo a satanás que podía atacar a Job pero que no quitara su vida. Entonces,
satanás necesita conseguir el permiso de Dios para poder atacar a los
creyentes.
2- En el libro de Hechos vemos cómo satanás llenó
el corazón de Ananías para que mintiera a los apóstoles y a Dios; sin embargo,
el apóstol Pedro preguntó a Ananías por qué dejaba que satanás llenara su
corazón. Entonces podemos ver que Ananías dio permiso a satanás para que le condujera a ese
pecado. (Hech.5:3) Entonces satanás necesita conseguir el permiso de los
creyentes antes de poder hacerles daño.
TERCERO, las únicas armas que son útiles
para resistir al diablo son espirituales. “Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo.” (Efe.6:11) La fuerza humana es impotente en contra del diablo. Las
buenas intenciones, la voluntad humana y las mejores resoluciones no son
suficientes en esta lucha. Satanás es demasiado fuerte, los creyentes necesitan
el poder de Dios y la verdad de Dios para resistir las tentaciones. Cristo le
contestó al diablo con la palabra de Dios. Pablo dice a los creyentes que se
fortalezcan en el Señor y en el poder de su fuerza. (Efe.6:10)
CUARTO, los creyentes deben acordarse de
que satanás ya ha sido derrotado. Cristo triunfó sobre satanás
cuando murió en la cruz. Ahora proporciona a su pueblo el poder para vencer a
satanás. Algún día la victoria de Cristo sobre satanás se manifestará a los
ojos del mundo. “El Dios de paz aplastará en breve a satanás bajo vuestros
pies.” (Rom.16:20) Satanás es un adversario derrotado. Cristo le ha derrotado y
pone en nuestras manos las armas para derrotarlo también. Mientras tanto,
satanás sigue atacando a los creyentes. ¿Por qué tiene poder satanás de tentar
a los creyentes? Le es permitido tentar a los creyentes para mantenerlos
humildes, despiertos y conscientes de su dependencia del poder de Dios. Satanás
ha estado desarrollando su capacidad para tentar a los creyentes desde la
caída. Durante miles de años ha tenido experiencia tentando a los creyentes.
Apocalipsis le llama, “la serpiente antigua.” (Apo.12:9) A veces se le permite
a satanás tentar a los creyentes porque rehúsan obedecer a Dios. En ocasiones
Dios les deja recibir lo que merecen; son engañados y derrotados por satanás.
También se le permite a satanás tentar a los creyentes para que se muestre el
poder y la misericordia de Dios. Cuando los creyentes son fortalecidos para
pelear contra satanás y resultan vencedores, Dios es glorificado. Entonces no
es sorprendente que la vida cristiana sea una guerra continua contra el
maligno. En seguida mencionaremos algunas maneras en que los creyentes pueden
fortalecerse para este conflicto espiritual:
Los creyentes deben andar conforme a las reglas de Dios. La Biblia, la Palabra de Dios debe gobernar en sus vidas. El descuido de la Palabra de Dios le da a satanás una ventaja. El que piensa que no necesita depender de la guía de la Palabra será desviado y engañado por el diablo.
Los creyentes deben tener cuidado de no contristar al Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos enseña como vencer al diablo, como evitar sus trampas y artimañas. El Espíritu Santo nos fortalece para la batalla. “El que en vosotros está, es mayor que el que está en el mundo.” (1Jn.4:4)
Los creyentes deben buscar más sabiduría y madurez espiritual. El conocimiento de la verdad no basta. Nos hace falta la sabiduría y la madurez espiritual para poner en práctica nuestro conocimiento. El libro de proverbios nos servirá mucho para ir adquiriendo esta sabiduría.
Los creyentes deben seguir siendo llenos del Espíritu Santo. No es suficiente que el Espíritu more en nosotros; “Sed llenos del Espíritu.” (Efe.5:18) Esto es más que el mero hecho de no contristar al Espíritu Santo. Significa dejarnos guiar y controlar por el Santo Espíritu., significa crecer en las virtudes del Espíritu que son contrarias a los frutos de la carne que el diablo utiliza para tentarnos.
Debemos velar. Satanás nos está vigilando y nosotros debemos estar alertas. El alma que no vela contra las tentaciones inevitablemente caerá bajo el poder de ellas. “Velad y orad para que no entréis en tentación.” (Mat.26:41)
Los creyentes deben resistir a satanás al principio de la tentación. No deben discutir con él, sino que deben huir de el. Eva se puso a argumentar con el diablo y terminó vencida. Santiago 4:7 dice, “Resistid al diablo que de vosotros huirá.”
Debemos mantener nuestra comunión con Dios. Mientras David mantuvo su comunión con Dios, estuvo firme y triunfó sobre todos sus enemigos. Cuando se relajó y descuidó la comunión con Dios, fue derrotado fácilmente por las tentaciones del diablo.
Los creyentes deben orar y buscar nuevas fuerzas cada día. No pueden contar con la fuerza que tuvieron en el pasado; necesitan nuevas fuerzas cada día. Necesitan recibir fortaleza continuamente. Esta fortaleza puede recibirse solamente por la oración, el estudio de las Escrituras y el compañerismo cristiano.
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Por último, debemos estar muy agradecidos cuando escapamos de
los ataques del diablo. Es una bendición muy grande cuando somos ayudados por
Dios a resistir la tentación. Escapamos del peligro y de muchas tristezas que
de otro modo habríamos sufrido. Mientras que los demás hombres son llevados
cautivos por el enemigo de sus almas, los creyentes deben estar agradecidos que
no les suceda lo mismo.
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