Versículo para hoy:

martes, 30 de abril de 2024

EL MISTERIO DE LA PROVIDENCIA – JOHN FLAVEL

CAPÍTULO 5: EL PLACER Y EL BENEFICIO QUE SE OBTIENEN DE CONTEMPLAR LO QUE DIOS HACE EN LA PROVIDENCIA

-Parte 3-

Recordar las providencias pasadas será una fuente continua de alabanza y agradecimiento, el cual es el trabajo de los ángeles en el cielo, y la parte más placentera de nuestras vidas en la tierra.

Se dice del antiguo pueblo de Dios: “Bien pronto olvidaron sus obras.” (Sal.106:3) Aunque la providencia les alimentó en una manera sorprendente en el desierto, ellos no le dieron a Dios la alabanza que Él merecía. (Num.11:6) David se esforzaba con toda su fuerza para agradecer y bendecir a Dios por todas sus misericordias para con él. “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.” (Sal. 103:1-2) No es tanto las bendiciones que la providencia nos da como la bondad y la benignidad de Dios en dárnoslas, lo que ocupa a la persona agradecida en su alabanza. Como David dice: “Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán.” (Sal.63:3) Dar vida y preservarla son actos preciosos de la providencia; pero la gracia que le motiva a Dios a hacer todo esto es mucho mejor que las dádivas mismas. Recibimos misericordias cada día y ellas son una gran razón para estar agradecidos. “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios.” (Sal.68:19) La ternura de la misericordia divina es manifestada en su providencia. “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.” (Sal.103:13) Sus profundas emociones al consolar a su pueblo son como las de la madre para con su bebé. (Isa.49:15) Entonces, postrarnos ante sus pies maravillados por la manera tierna en que Él se humilla al colocarse a un nivel tan bajo en sus tratos con nosotros, es una cosa de grande gozo para nosotros.

El cuidado en observar la providencia divina hará que Cristo sea cada vez más precioso a nuestras almas

Es por medio de Cristo que todas las misericordias divinas fluyen hacia nosotros y que toda la alabanza de nosotros regresa a Dios. Todas las cosas son nuestras porque nosotros le pertenecemos a Él. (1 Cor. 3:21-23)

1. Todas las bendiciones que poseemos, tanto en esta vida como las misericordias espirituales y eternas, nos han sido compradas por la sangre de Cristo. Por su muerte Cristo nos restaura todas las cosas que el pecado nos había robado. “Con Cristo” Dios nos da libremente todas las cosas: la salvación misma, y todas las cosas necesarias para llevarnos a ella. (Rom.8:32) Cualquier bien que recibimos de la mano de la providencia tenemos que decir que nos viene por medio de la muerte de Cristo.

2. Porque estamos unidos con Cristo todo lo que recibimos de la providencia nos es hecho una bendición. Cuando estamos en Cristo, tenemos más de lo que perdimos en la caída de Adán.

3. Los ángeles son empleados en el reino de la providencia, pero es Cristo quien les ordena. Quienquiera que sea el medio para hacerle cualquier bien, es el Señor Jesucristo quien da el mandato para que esto sea hecho. El cuidado de Cristo por los creyentes en Damasco detuvo a Saulo de destruirlos. (Hech. 9)

4. Como Cristo nos abrió la puerta de la misericordia muriendo por nuestros pecados, así Él mantiene la puerta abierta intercediendo siempre en la presencia de Dios por nosotros. (Apo.5:6, Heb.9:24) Si esto no fuera cierto, cada pecado que cometemos pondría fin a las misericordias que tenemos. Pero, “Si alguno hubiera pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Y Él es la propiciación por nuestros pecados.” (1Jn.2:1-2)

5. Las respuestas a todas sus oraciones les son obtenidas por Jesucristo. Su nombre hace que sea imposible que el Padre les niegue cualquier cosa que le pidan conforme a su voluntad. (Jn.15:16) ¡Considere cuánta es su deuda con su querido Señor Jesucristo por este grande y glorioso privilegio!

6. El Pacto de la Gracia asegura todas las bendiciones que usted disfruta, tanto su
pan de cada día (Sal.111:5), como todas las demás misericordias espirituales. Este pacto es el nuevo testamento comprado por su sangre. (1 Cor.11:25) Entonces, usted debe agradecer al Señor Jesucristo por cada cosa buena que recibe de ese pacto.

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