EL CUIDADO ESPECIAL DE DIOS PARA SU PUEBLO
CAPITULO 1-parte 1
Cristo es tanto
cabeza de su pueblo, como gobernador del mundo entero. Controla los eventos en
el mundo para el máximo beneficio de su Iglesia. Mi propósito en esta parte no
es el de tratar con aquellos que no creen en Dios. Quiero convencer a todos los
que dicen que Dios existe, que las obras especiales de su providencia no son
meros accidentes. Hay muchas personas que se identifican como creyentes, que
consideran las cosas que ocurren en sus vidas como si solo fueran eventos
naturales. Piensan que los asuntos de este mundo y de los hijos de Dios no son
gobernados por la providencia, sino por causas naturales. ¡Esto significa vivir
como si Dios no existiera! Los que piensen de esta manera deben considerar las
siguientes preguntas:
¿Cómo es entonces que en tantas
ocasiones, el pueblo de Dios ha sido rescatado del peligro y del mal, por un
poder superior al poder de la naturaleza, y aun frecuentemente en una forma
contraria al curso normal de la naturaleza?
El agua inunda y
ahoga a todo lo que pueda, pero el mar rojo fue dividido y un muro de agua se
formó a cada lado para que el pueblo de Israel pasara sano y salvo por en
medio. El fuego quema hasta lo máximo de su poder, pero cuando Nabucodonosor,
el Rey de Babilonia, echó a los tres judíos piadosos al horno de fuego, la
intensa llama no tuvo poder para dañar ni siquiera un cabello de sus cabezas,
pero al mismo tiempo mató a quienes les habían echado al fuego.
Es natural que las
bestias salvajes y hambrientas maten y coman a los hombres, pero aquellas que
se encontraban en el foso donde Daniel fue puesto, pasaron toda la noche sin
dañarlo.
Si no son ordenadas por una
providencia especial ¿Cómo es que las causas naturales trabajan juntas, de una
forma tan extraña, para el beneficio de los creyentes?
En la historia de
José hay doce pasos de la providencia a través de los cuales llegó a ser Primer
Ministro de Egipto. Si uno solo de ellos hubiera fallado, entonces la historia
habría terminado en una forma distinta. En tiempos de Esther, hubo siete actos
de la providencia, los cuales se combinaron para producir la caída de Amán y
salvar a los judíos de la destrucción.
Dios es capaz de
hacer diferentes cosas para cuidar a su pueblo, tal como un trabajador usa toda
clase de herramientas en su trabajo. En la misma forma que un artesano toma un
trozo de madera rústica y la convierte en una obra de arte, de igual manera las
manos más dotadas usan las herramientas en el taller de la providencia.
Si los asuntos del pueblo de Dios no
son gobernados por una providencia especial, ¿Cómo es que los medios más
poderosos y astutos empleados para su destrucción no tienen efecto, y los
medios más débiles e insignificantes empleados para su protección tienen éxito?
Tal fue el gran
poder y habilidad usados por faraón en su intento para destruir al pueblo de
Israel, que parecería a la razón natural que sería imposible escapar. Los
emperadores romanos quienes conquistaron el mundo usaron todo su poder contra
la pobre e indefensa Iglesia, ¡Pero la Iglesia sobrevivió! Si la mitad de ese
poder hubiera sido empleado contra cualquier otro pueblo, ciertamente lo habría
destruido por completo.
Dios hizo buenas
sus promesas: “Destruiré a todas las naciones... pero a ti no te destruiré.”
(Jer.30:11) “Ningún arma forjada contra ti prosperará...” (Isa.54:17). Por otro
lado, cuán débiles e inseguros medios fueron escogidos para plantar el
cristianismo en el mundo. Cristo no escogió a hombres de autoridad en las
cortes de los reyes, sino doce hombres comunes siendo pescadores los principales
entre ellos.
Estos fueron
enviados no juntos, sino unos a un país y algunos a otro; y no obstante en un
corto período de tiempo el evangelio se esparció e iglesias fueron plantadas en
los diferentes reinos del mundo. Desde aquel entonces hasta el día de hoy, una
providencia especial ha guardado a los creyentes en tiempos de peligro y ha
prevenido todos los intentos para destruirles.
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