Capítulo 12
Satanás tiene otro método para hacer daño a los creyentes:
Si no puede lograr que pequen o sean distraídos, tratará de hacerles infelices y miserables como
creyentes. Esto procura lograrlo haciéndoles dudar de su
salvación. Gusta de llenar las mentes de los creyentes con dudas e interrogantes.
"¿Soy realmente cristiano? ¿Está firme y segura mi esperanza de la vida
eterna? ¿Es el gozo cristiano que siento, una buena emoción y nada más?"
Uno de los métodos de satanás es atacar a los cristianos llenándoles con
interrogantes, dudas, incertidumbre y miseria. Para conseguir esto, satanás
utiliza tres métodos.
Primero, satanás procurará que los creyentes siempre estén
preocupados acerca de sus pecados. Hará que sus pecados les parezcan tan
grandes que no puedan pensar en otra cosa, especialmente que no piensen en su Salvador. Ningún
creyente debe pensar del pecado en esta manera. Es cierto que el pecado rodea a
los creyentes y que éstos todavía pecan; no obstante, el pecado no tiene poder
para condenarles. El Señor Jesús no quita todos y cada uno de los pecados de
los creyentes, es decir, todavía no son perfectos. Sin embargo, quita la
condenación del pecado. “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús.” (Rom.8:1) También Cristo les libra del reino y del poder dominante del
pecado. (Rom.6:14) Los creyentes ya no pecan libremente, ni felizmente. Ya no
son los esclavos del pecado, advierten su peligro y pelean contra él. Aunque el
pecado todavía mora en ellos y se rebela, no puede controlarles, ni dominarles
totalmente. El poder del pecado ha sido quebrantado por Cristo. Por lo tanto,
el creyente no debe caer en el error de pensar solamente en sus pecados.
Segundo, los creyentes deben guardar en mente qué tan
seguido Dios promete el perdón del pecado en la Biblia. Es cierto que deben
pelear contra el pecado, sin embargo en este mundo el pecado no será erradicado
de sus vidas. No deben fijarse tanto en los pecados, que pierdan de vista la grandeza del
perdón del pecado. Dios dice: “Yo soy el que borro tus rebeliones por
amor de mí, y no me acordaré de tus pecados”. (Isa.43:25) Cristo ha pagado por
los pecados de su pueblo, nadie más lo pudo hacer. Pablo dice: “Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en Él.” (2 Cor.5:21) Los creyentes no se sentirían miserables
si otra persona pagara una deuda suya. Cristo ha pagado la deuda de los pecados
que cada creyente debía a Dios. Por lo tanto, los creyentes no deben sentirse
miserables y deprimidos como si su deuda no hubiese sido pagada.
Tercero, esto no quiere decir que los creyentes deben
volverse descuidados hacia el pecado. Satanás quiere que estén alarmados y aterrorizados por sus pecados.
Los motivos de Dios en permitir que los creyentes estén preocupados por el
pecado son otros. Dios quiere que los creyentes se mantengan en humildad.
Quiere que busquen su ayuda para mortificar el pecado. Quiere que dependan de
Cristo para su perdón y fortaleza. Quiere que tengan compasión para aquellos
que son sujetos a las mismas debilidades y para los que han caído en pecado.
También quiere que anhelen profundamente la liberación completa del pecado en
el cielo. Dios logra estos propósitos dejando que luchen y que sean ejercitados
con los remanentes del pecado.
Los creyentes que están deprimidos,
miserables y aterrorizados a causa de sus pecados, deben arrepentirse de ese
estado mental. Su depresión es ocasionada por su propia ignorancia e
incredulidad. Deben entender que el amor de Dios es completo, libre, eterno y
abundante; la muerte y los sufrimientos de Cristo son suficientes para perdonar
todos sus pecados para siempre. Deben comprender mejor el valor, la gloria y la
suficiencia de la justicia de Cristo la cual les ha sido imputada. Deben creer
más la gloriosa e inquebrantable realidad de su unión espiritual con Cristo. Si
tan solo los creyentes creyeran más la verdad de estas cosas, no serían
deprimidos y abrumados por satanás, ni por sus pecados.
Hay otra
forma en que satanás trata de que los creyentes se sientan miserables,
culpables e inútiles: Les hace pensar que las normas
para ser un creyente son tan altas que nunca las podrán alcanzar,
haciéndoles dudar así de su salvación. A satanás le gusta hacer que los
creyentes piensen que su fe no es verdadera. Quiere persuadirles que la fe es
un don tan especial y tan raro que muy pocos lo tienen. Satanás les dice a los
creyentes que la fe significa no dudar nunca de su salvación y siempre creer
que sus pecados son perdonados. Si alguna vez los creyentes llegan a dudar,
cuestionar o caer en ansiedad, entonces satanás les dice que no tienen la fe
verdadera.
Primero, al
efectuar todo esto satanás está haciendo que la fe
signifique más de lo que la Biblia dice. Dios dice en la Biblia que los
creyentes pueden tener la fe verdadera, sin estar seguros de que la tienen. Si
así no fuera, el apóstol Juan no hubiera escrito: “Estas cosas os he escrito a
vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis
vida eterna.” (1Jn.5:13) Ellos creyeron pero no estaban seguros de
tener la vida eterna. Juan escribió para mostrarles que tenían vida eterna.
Antes que supieran que tenían la vida eterna, ellos ya habían creído, ya tenían
fe. Entonces uno puede tener fe sin estar seguro de su salvación.
Segundo, Dios
nos dice que la fe significa recibir a Cristo: “Más a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hijos de
Dios.” (Jn.1:12) Satanás quiere que los
creyentes piensen que la fe significa siempre estar seguros y nunca dudar de
que Dios les ame y de que su destino es el cielo. La verdad es que puede
existir la fe verdadera aún cuando haya muchas dudas. Por ejemplo, Mateo 14:31
dice: “Hombre de poca fe, ¿Por qué dudaste?” Una persona puede creer
verdaderamente y no obstante a veces dudar. Este fue el caso de Pedro; creía,
tenía fe y sin embargo dudaba.
Tercero, la seguridad es un efecto o un fruto de la fe; por lo tanto no debe confundirse con la fe misma. Estar seguros de que somos cristianos, no es la misma cosa que creer en Cristo. La fe es lo que viene primero y la seguridad viene después. La fe no puede perderse, la seguridad sí.
La tercera táctica del diablo para lograr que los creyentes duden, se depriman y se sientan miserables e inútiles: Que juzguen equivocadamente la providencia divina. Satanás quiere que los creyentes piensen que Dios está en su contra y que les está tratando duramente. Satanás quiere que crean que debido a que su vida resulta difícil, Dios no les ama. Oran y le piden a Dios algo, pero no les contesta o les responde negativamente. Esperan recibir algo bueno, pero terminan siendo desilusionados y se sienten defraudados. Se esfuerzan para obedecer a Dios pero luego sus sueños son frustrados. Entonces comienzan a pensar que Dios no se preocupa por ellos. En tales circunstancias los creyentes deben recordar lo siguiente:Primero, que muchas cosas pueden estar en contra de sus
deseos y de sus sueños sin estar en contra de su bien. ¿Siempre recibieron lo
que querían Abraham, Moisés, Pablo, Jonás? No. Se encontraron con muchas circunstancias
providenciales contrarias a sus deseos, pero no en contra de su bien
espiritual. La
providencia puede obrar contra de nuestros deseos, pero nunca en contra de
nuestro bien.
Segundo, la mano de Dios puede estar en contra de una
persona, al mismo tiempo que su amor y su corazón están a su favor. La mano de
Dios parecía estar muy en contra de Job, cuando en realidad Dios le amaba
mucho. El amor
de Dios por los creyentes no cambia aún y cuando su providencia parezca estar
en su contra.
Tercero, las cosas difíciles que sobrevienen a los
creyentes en la providencia de Dios tienen un buen propósito. (Rom.8:28) Todas
las circunstancias extrañas, oscuras, dolorosas en que los creyentes llegan a
encontrarse, siempre les adelantan en su camino hacia al cielo, en su
peregrinaje hacia la felicidad. Cuando Dios está obrando en la vida de un
creyente, las cosas difíciles y duras siempre le conducen a bendiciones y a la
prosperidad espiritual. José tuvo una vida dura cuando fue vendido como esclavo
y cuando fue encarcelado, pero después fue usado por Dios para salvar a su
familia. La vida
puede ser confusa y a veces muy dura para los creyentes; pero la Biblia enseña
que en todas estas cosas Dios nunca está obrando en su contra, sino para su
bien y el bien de otros.
Dios se preocupa por su pueblo. Por lo tanto, los creyentes no deben permitir que satanás les haga amargarse o dudar del amor de Dios.
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