Capítulo 11
Ahora, vamos a fijar nuestra
atención en otros dos métodos usados por el diablo para desanimar a los creyentes
en su servicio para el Señor:
1-
Satanás tratará de llenar su mente con malos
pensamientos o aún con pensamientos sucios. Esto lo hace frecuentemente cuando
los creyentes están tratando de orar, leer sus Biblias o pensar en Dios.
2-
El diablo tratará de lograr que se sientan
satisfechos con su vida cristiana a fin de que ya no se preocupen por su
crecimiento espiritual.
Con el primer
método, satanás ha logrado desanimar a muchos en su servicio al
Señor. Con esta persuasión muchos han sido estorbados en sus oraciones, en su
estudio de la Palabra, porque siempre se sienten distraídos. Aún llegan a
sentirse frustrados, pierden su gozo y se sienten inútiles en el servicio de
Dios, todo por causa de los vanos pensamientos que el diablo pone en sus
mentes. ¿Qué pueden hacer los creyentes cuando les es difícil orar, leer sus Biblias
a consecuencia de estos ataques?
Primero,
los creyentes deben esforzarse en ser más afectados por la grandeza de Dios, su
santidad, su majestad y su gloria. Cuando los creyentes tienen pensamientos
superficiales y pequeños acerca de Dios, satanás puede distraerlos fácilmente.
Cuando comienzan a comprender mejor su omnipotencia, su pureza, su grandeza,
entonces los pensamientos vanos pierden mucho de su poder. Una visión de la
perfección de Dios, su omnipotencia, su omnisciencia, su omnipresencia, su
santidad, ayudará mucho para acabar con los pensamientos vanos. Entre más que
nuestra mente esté llena con pensamientos de Dios, seremos menos afectados con
los pensamientos del diablo. Filipenses 4:8 dice, “Por lo demás hermanos, todo lo
que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,
en esto pensad.”
Segundo,
los creyentes pueden superar esta tentación perseverando en la oración, la
lectura de la Biblia y en sus pensamientos acerca de Dios. Muchos creyentes han
descubierto que satanás les deja en paz cuando perseveran en ello. Cuando el
diablo se da cuenta que esta táctica hace que los creyentes busquen a Dios con
más empeño, entonces se da por vencido. Cuando Jesús resistió a satanás en el desierto,
entonces éste le dejó. Si los creyentes perseveran en buscar a Dios a pesar de
todos los intentos del diablo por distraerles, entonces también el diablo huirá
de ellos. “Resistid al diablo y huirá de vosotros.” (Stgo.4:7)
Tercero,
debemos recordar de que los pensamientos vanos, necios, y blasfemos no son
pecados, siempre y cuando no sean bienvenidos y atesorados, sino rechazados y
mortificados. En otras palabras, no debemos hacer caso de tales pensamientos.
Hay muchos pensamientos que molestan e inquietan a los creyentes, pero tales
pensamientos no son pecaminosos si los creyentes no permiten que se aniden en
sus mentes. Tales pensamientos llegan a ser pecado cuando son recibidos y
abrigados en la mente de los creyentes.
Cuarto,
el hecho de resistir tales pensamientos, de lamentarlos y tratar de acabar con
ellos, es una evidencia fuerte de que la gracia de Dios está obrando en uno.
(Sal 139:23-24) Es un buen signo cuando uno quiere llevar cautivos sus
pensamientos en obediencia a Cristo. (2 Cor.10:4-5) Los pensamientos
pecaminosos afectan la vida, pues frecuentemente conducen a actos pecaminosos.
Por lo tanto los creyentes deben pelear contra los pensamientos vanos y
pecaminosos. Mientras que velemos y estemos constantes en resistirlos y ahuyentarlos
no nos harán daño.
Quinto,
los creyentes pueden alejarse de los pensamientos vanos siendo llenos con las
cosas espirituales y celestiales. (Col.3:1-2) Pablo habla en Efesios de la
necesidad de ser llenos del Espíritu y aún desea que todos los creyentes sean
llenos de toda la plenitud de Dios. (Ef.3:19) Entre más nos llenemos de
pensamientos espirituales y celestiales, menos lugar tendremos para los malos
pensamientos.
Sexto,
es necesario que los creyentes crezcan en su amor por las cosas santas. Inevitablemente
pensamos más acerca de lo que más amamos. “¡Cuanto amo yo tu ley! Todo el día es ella
mi meditación.” (Sal 119:97) El salmista amaba la palabra de Dios, por
lo tanto ella era su meditación todo el tiempo. Si solo amáramos más la
santidad, pensaríamos más en ella.
Séptimo,
si los creyentes no quieren ser distraídos por los pensamientos vanos, no deben
enredarse demasiado en las actividades de este mundo. El exceso de asuntos
mundanos solo llenará sus mentes con ansiedad y afán. Sus mentes se llenarán
constantemente de preocupaciones, aun cuando estén buscando las cosas de Dios.
Los creyentes deben luchar por librar sus mentes de las ansiedades acerca de
esta vida y fijar sus pensamientos en la grandeza y la gloria de Dios. Entonces
satanás no los distraerá tan fácilmente con pensamientos indignos.
Ahora veamos la
segunda táctica usada por el diablo para impedir a los creyentes en
su servicio a Dios. Les hace sentir satisfechos con sus oraciones, con la
lectura de la Biblia, con su servicio cristiano, y pronto comienzan a sentir
que pueden relajarse un poco y ya no esforzarse tanto. Ante esta artimaña, los
creyentes deben recordar cuatro hechos importantes:
Primero,
todo lo que los creyentes hacen y todo lo que harán es imperfecto. Hay pecado
en todo lo que hacen. Aún sus oraciones, las lecturas de la Palabra y todas las
demás actividades cristianas que hacen están manchadas por su debilidad y su
pecado. Los creyentes no tienen motivo alguno para enorgullecerse. Podemos
decir como el profeta dijo, que todas nuestras obras de justicia son como
trapos de inmundicia. (Isa.64:6)
Segundo,
los creyentes no son salvos por sus obras, sus oraciones o su servicio
cristiano, sino solo por lo que Cristo hizo por ellos. Tienen que confiar solo
en Cristo para que sean salvos del pecado.
Tercero,
la confianza en nuestras actividades religiosas es un enorme pecado que
terminará por destruirnos. (Fil.3:3-9)
Cuarto,
no debemos olvidar lo que nuestro Señor dijo: “Cuando hubierais hecho todo lo
que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer,
hicimos.” (Luc.17:10)
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