Capítulo 8
Trataremos
en este capítulo con dos métodos usados por el engañador para inhabilitar y
disminuir la eficacia del testimonio de los creyentes:
1-
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Satanás tratará de lograr que este mundo aparezca tan atractivo para los creyentes que comiencen a olvidarse del propósito de Dios para sus vidas.
2-
|
El diablo les dirá a los creyentes que el
vivir la vida cristiana solo les traerá peligros, sufrimientos y pérdidas.
Muchos
han sido afectados por el primer
método mencionado.
Por un tiempo fueron fieles seguidores de Cristo, hasta que satanás logró que
el mundo les resultara más atractivo que Cristo Jesús. Paulatinamente fueron
atraídos cada vez más hacia el mundo, volviéndose fríos, indiferentes e
incapacitados para las cosas espirituales. Aquellos que se sienten tentados de
esta manera deben fijarse en los siguientes remedios:
Æ
Primero, nada de lo
que este mundo nos ofrece tiene poder para protegernos del mal o para
garantizarnos el sumo bien. Por ejemplo, todo el dinero del mundo no puede
curar a nadie de una enfermedad. El poder y la fama no pueden garantizar la
felicidad de una persona. El poder, la influencia y el dinero no pueden ayudar
en los tiempos de necesidad espiritual. Debemos pensar mucho acerca de la
debilidad y la impotencia de todas las cosas terrenales. ¿Porque permitirán los
creyentes que tales cosas les roben las bendiciones espirituales?
Æ
Segundo, todo lo
que hay en este mundo es vacío y sin valor en sí mismo. El libro de Eclesiastés
comienza declarando este hecho: “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su
trabajo con que se afana debajo del sol?” (Ecl.1:3) La respuesta es clara: La
gente no gana nada de valor permanente en este mundo.
Æ
Tercero, todas las
cosas en esta vida son inciertas, inconstantes y sujetas a cambio. Por ejemplo
las riquezas son inseguras. Pablo dice: “A los ricos de este siglo manda que no
sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino
en el Dios vivo.” (1Tim.6:17)
Æ
Cuarto, todas las
cosas que parecen tan atractivas en este mundo en realidad son dañinas y
peligrosas a causa de nuestra propia corrupción. El Salmo 30:6 dice: “Y dije yo
en mi prosperidad: No seré jamás conmovido.” Cristo dijo que el engaño de las
riquezas ahoga la palabra y la hace infructuosa. Cuando los israelitas gozaban
de prosperidad, se rebelaron contra Dios. Hay un peligro enorme en la
prosperidad: el peligro de contentarnos con el mundo presente, el peligro de
aceptar lo que el mundo nos ofrece a cambio de nuestras almas.
Æ
Quinto, todos los
placeres de este mundo están mezclados con problemas y preocupaciones. No hay
éxito en este mundo que esté separado de la ansiedad y la preocupación. La
tristeza acompaña el gozo mundano, el peligro acompaña la seguridad mundana,
las pérdidas acompañan los valores del mundo y las lágrimas acompañan los
ídolos mundanos.
Æ
Sexto, la Biblia
enseña que los creyentes deben apegarse firmemente a las cosas eternas e
inmutables, en vez de las cosas pasajeras de este mundo. Los creyentes del
Antiguo Testamento tenían una fe en Dios que les hizo anhelar una mejor patria,
la celestial. (Heb.11:16) Aquellos creyentes querían lo mejor. Buscaban la vida
celestial y dejaron todo lo que en otro tiempo les parecía tan atractivo de
esta vida terrenal. Así deben actuar los creyentes ahora; deben vivir más a la
luz de la gloria venidera y así tener más gozo en esta vida, paz en la hora de
la muerte, y una corona de justicia cuando Cristo aparezca.
Æ
Séptimo, la
verdadera felicidad no se encuentra en el disfrute de las cosas de esta vida.
La verdadera felicidad es tan grande y gloriosa que se puede encontrar
solamente en Dios. Aunque los hombres disfruten de muchas cosas en el presente,
sin Dios serán miserables para siempre. La felicidad no se encuentra en las
cosas que no satisfacen el alma. Solamente el conocimiento de Dios puede
satisfacernos.
Æ
Octavo, el alma del
hombre tiene más valor que todo el mundo. Los hombres fueron creados para algo
mucho más grande que todo lo que está en este mundo. Fueron hechos para conocer
a Dios, conocer a Cristo, y gozar de la presencia de Dios para toda la
eternidad. Los creyentes no deben dejarse desviar del servicio a Dios por las
artimañas del diablo. No deben creerle cuando les dice que la felicidad en este
mundo es la experiencia más importante.
Veamos
el segundo
método,
en este capítulo: satanás trata de impedir que
los creyentes sirvan a Cristo diciéndoles que la vida cristiana solo conduce a
pérdidas, tristezas y sufrimiento. Satanás trata de lograr que teman los
problemas que surgirán como resultado de seguir a Cristo. Cuando satanás tienta
a los creyentes de este modo, deben pensar que ningún problema que pueda
sobrevenir por seguir a Cristo les hará daño en forma permanente. Nada les
podrá quitar la presencia de Dios, el favor de Dios, el perdón de pecados, el
gozo del Espíritu Santo y la paz de Dios en sus conciencias. Los creyentes
tentados de esta forma deben pensar en los peligros que les vendrán en esta
vida y los peligros espirituales y eternos que correrán si no siguen a Cristo.
“¿Como escaparemos nosotros si tuviéramos en poco una salvación tan grande?”
(Heb.2:3) Los creyentes sufrirán mucho más si descuidan los mandamientos de
Dios que si obedecen lo que Dios les manda. Siempre debemos tomar en cuenta que
los creyentes sufrirán más por desobedecer los mandamientos de Dios, que lo que
pudiesen sufrir obedeciendo. Además, los creyentes deben recordar que los
problemas que les son enviados por Dios, son una forma de guardarlos de
problemas mayores. Frecuentemente los problemas que han sufrido les han servido
como protección para evitar peligros más grandes: por ejemplo, el orgullo, la
frialdad espiritual, la indiferencia, la negligencia, la amargura, el amor del
mundo, etc. Otra cosa que es necesario recordar es que al vivir una vida santa
y servir a Dios, los creyentes ganarán mucho más de lo que pudieran perder. El
apóstol Pablo dijo a Timoteo que la piedad con contentamiento es gran ganancia.
(1Tim.6:6) Hay gozo, paz, y contentamiento en servir a Dios los cuales no
pueden encontrarse en ninguna otra manera. Por lo tanto, los creyentes no deben
permitir que los problemas que surgen les impidan servir a Dios o seguir a
Cristo. Una vida piadosa tiene más valor permanente de bendición que cualquier
otra cosa.
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