Versículo para hoy:

domingo, 30 de julio de 2023

JULIO 30 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Y pensando en esto, lloraba”. Marcos 14:72.

ALGUNOS piensan que Pedro, mientras vivió, lloraba al recordar que había negado a su Señor. No es improbable que sea así, pues su pecado era muy grande, y, después, la gracia tuvo en él su obra perfecta. Esta misma experiencia es común a toda la familia de los redimidos, según el grado en que el Espíritu de Dios haya cambiado el corazón de piedra. Nosotros, como Pedro, recordamos nuestra jactanciosa promesa: “Aunque todos sean escandalizados, mas no yo”. Nosotros también comimos nuestras palabras con las hierbas amargas del arrepentimiento. Cuando pensamos en lo que prometimos ser y en lo que en realidad fuimos, bien podemos verter torrentes de lágrimas. Pedro pensaba en que había negado a su Señor. Pensaba en el lugar en que lo hizo, en el insignificante motivo que lo condujo a tan grave pecado, en los juramentos y blasfemias que usó para confirmar su falsedad, y en la terrible dureza de corazón que lo arrastró a obrar así repetidas veces. Cuando recordamos nuestros pecados, “sobremanera pecantes”, ¿podemos permanecer impasibles e indiferentes? ¿No haremos de nuestra casa un “Bochim”, y clamaremos al Señor, pidiéndole que nos renueve las seguridades de su amor perdonador? Que nunca miremos al pecado con ojos indiferentes para que no tengamos, dentro de poco, la lengua quemada con las llamas del infierno. Pedro pensaba también en la amorosa mirada de su Maestro. El Señor acompañó la señal del canto del gallo con una mirada de tristeza, de compasión y de amor. Aquella mirada Pedro no la olvidó jamás. Fue más eficaz que diez mil sermones sin el poder del Espíritu. El penitente apóstol lloraría, sin duda, al recordar el amplio perdón que le dio el Salvador, quien lo restauró a su posición anterior. Pensar que hemos ofendido a tan bondadoso y clemente Señor, es más que suficiente para que lloremos constantemente. Señor, hiere nuestro duro corazón y haznos llorar.

JULIO 29 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Sin embargo, yo siempre estoy contigo”. Salmo 73:23.

“SIN embargo”. Como si, no obstante toda la insensatez e ignorancia que ha confesado recientemente a Dios, David quisiese afirmar que estaba seguro de su salvación y aceptación, y que gozaba de la bendición de estar constantemente en su presencia. Plenamente consciente de su propio estado de perdición y de la falsedad y vileza de su naturaleza, canta, no obstante, estas palabras, en una gloriosa explosión de fe: “Yo siempre estoy contigo”. Creyente, tú estás obligado a entrar en la confesión y reconocimiento de Asaph; procura decir en el mismo espíritu: “Sin embargo, desde que pertenezco a Cristo, estoy siempre con Dios”. Es decir, “siempre en su mente”, pues él siempre está pensando en mí para bien. Siempre delante de sus ojos, porque los ojos del Señor nunca duermen, sino vigilan siempre mi bienestar. Siempre en sus manos, de manera que nadie puede arrebatarme. Siempre en su corazón, como un memorial, a semejanza del sumo sacerdote que llevaba siempre los nombres de las doce tribus sobre su corazón. ¡Oh Dios!, tú siempre piensas en mí. Las entrañas de tu amor siempre suspiran por mí. Tú siempre eres próvido para conmigo; me has puesto en brazo como un sello. Tu amor es fuerte como la muerte; las muchas aguas no lo pueden apagar ni lo ahogarán los ríos. ¡Maravillosa gracia!, tú me miras en Cristo, y aunque por mí mismo soy aborrecible, me contemplas cubierto con las vestiduras de Cristo, y lavado en su sangre; y así permanezco acepto en tu presencia. Yo continuamente gozo de tu gracia, “siempre estoy contigo”. Aquí hay solaz para el alma afligida y probada; que está acosada con tormenta interior, pero atendida con la calma que viene de afuera. “Sin embargo”. Di esto en tu corazón y recibe la paz que te trae. “Sin embargo, yo siempre estoy contigo”.

viernes, 28 de julio de 2023

JULIO 28 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Yo era insensato y no entendía; era como una bestia acerca de ti”. Salmo 73:22


TEN presente que, cuando este hombre escribe: “Yo era insensato y no entendía”, nos está revelando su vida interior. La palabra insensato en este pasaje significa más de lo que parece. Asaf, en un versículo anterior escribe: “Tuve envidia de los insensatos, viendo la prosperidad de los impíos”, lo que muestra que la insensatez de la que habla era en sí pecado. El, pues, se considera insensato. En qué medida lo era, él no lo podría decir. Esa insensatez era pecaminosa, una insensatez que no podría excusarse de fragilidad, sino tenía que ser condenada por su perversidad y por su terca ignorancia, pues ha envidiado la presente prosperidad del impío y ha olvidado el espantoso fin que le espera. ¿Somos nosotros mejores que Asaf para llamarnos sabios? ¿Pretendemos haber alcanzado perfección o haber sido tan purificados como para afirmar que la disciplina ya quitó de nosotros toda terquedad? Esto sería presunción. Si Asaf era insensato, ¿cuán insensatos seríamos nosotros en nuestra propia consideración, si sólo pudiésemos vernos a nosotros mismos? Reflexiona, creyente; recuerda cómo has dudado de Dios, siendo él tan fiel contigo; cómo gritaste: “No así, Padre mío”, cuando él se retorcía en aflicción para darte la mayor bendición. Recuerda cuántas veces miraste con pesimismo su providencia, interpretaste mal sus dispensaciones, y gemiste diciendo: “Todas estas cosas son contra mí”, cuando todas las cosas cooperaban juntas para tu bien. Piensa en cuán frecuentemente has escogido el pecado por placer, cuando, en verdad, ese placer fue para ti una raíz de amargura. Si conocemos nuestro propio corazón, tenemos que confesarnos culpables ante la acusación de pecaminosa insensatez; y conscientes de esto, tenemos que hacer nuestra la resolución de Asaf: “Tú me guiarás según tu consejo”.

jueves, 27 de julio de 2023

JULIO 27 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Preciosas y grandísimas promesas”. 2 Pedro 1:4

SI deseas conocer por experiencia la preciosidad de las promesas y gozarlas en tu propio corazón, medita mucho en ellas. Hay promesas que son como uvas en el lagar: si las pisas saldrá el jugo. La meditación de la santa palabra será a menudo el preludio de su cumplimiento. Mientras estás meditando en ella, vendrá gradualmente la bendición que buscas. Muchos cristianos que han ansiado lo prometido, hallaron que la gracia que la promesa les aseguraba, estaba descendiendo a sus almas mientras ellos estaban aun considerando la divina palabra; y se alegraron de que siempre hayan sido guiados a poner la promesa cerca del corazón. Pero, aparte de meditar en las promesas, procura recibirlas como palabras de Dios. Habla a tu alma así: “Si estuviese tratando con promesa de hombre, consideraría cuidadosamente la capacidad y el carácter del hombre que ha pactado conmigo. Así tengo que obrar con las promesas de Dios. Mis ojos no deben fijarse tanto en la magnitud de la merced, pues esto me puede hacer vacilar; sino más bien en la grandeza del que prometió, porque esto me alentará. Alma mía, el que habla contigo es Dios, el Dios que no puede mentir. Esta palabra suya que ahora estás considerando es tan real como su propia existencia. El es un Dios inmutable; no ha modificado lo que salió de su boca, ni ha anulado una sola palabra de consolación. Tampoco carece de poder; pues él es el Dios que hizo los cielos y la tierra. Menos aun le falta sabiduría para determinar el tiempo cuando ha de enviar sus bendiciones, pues él sabe cuándo es mejor otorgarlas y cuándo es mejor retenerlas. Por lo tanto, teniendo presente que ésta es la palabra de un Dios tan verdadero, tan inmutable, tan poderoso y tan sabio, debo creer la promesa. Si meditamos de esta manera en las promesas, y consideramos al que las prometió, experimentaremos la bondad de las mismas y obtendremos su cumplimiento.

miércoles, 26 de julio de 2023

JULIO 26 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Poniendo toda diligencia, mostrad en vuestra fe virtud…” 2 Pedro 1:5

SI deseas gozar de la eminente gracia de la plena seguridad de la fe, bajo la influencia y asistencia bendita del Espíritu, haz lo que te dice la Biblia: “Pon diligencia”. Cuida de que tu fe sea genuina, que no consista en una mera creencia doctrinal, sino en una fe sincera que depende de Cristo, y sólo de Cristo. Pon diligencia para cuidar de tu coraje. Pide a Dios que te dé el aspecto de un león, para que puedas, con conocimiento de lo recto, ir adelante osadamente. Estudia bien las Escrituras y adquiere conocimiento, pues el conocimiento de la doctrina contribuirá mucho a confirmar tu fe. Procura entender la Palabra de Dios; haz que more perennemente en tu corazón. Cuando hayas hecho esto, “muestra en la ciencia, templanza”. Cuida de tu cuerpo: sé templado exteriormente. Cuida de tu alma: sé templado interiormente. Que tus labios, tu vida, tu corazón, tus pensamientos sean templados. Añade a esto, por el Santo Espíritu de Dios, paciencia. Pídele que te dé la paciencia que soporta la aflicción, la cual, cuando sea probada, saldrá como oro. Vístete de paciencia, para que no murmures ni decaigas en tus aflicciones. Cuando hayas obtenido esa gracia, procura tener temor de Dios. El temor de Dios es algo más que religión. Haz de la gloria de Dios el objeto de tu vida; vive en su presencia; mora cerca de él; procura conseguir comunión con él, y así tendrás temor de Dios. En el temor de Dios muestra amor fraternal. Ten amor a todos los santos. Muestra también la caridad que abre sus brazos a todos los hombres y que ama sus almas. Cuando estés adornado con estas joyas, y en la proporción en que practiques estas virtudes celestiales, llegarás a conocer con más clara evidencia “tu vocación y elección”. “Pon diligencia” si quieres obtener seguridad, pues la tibieza y la duda van de la mano muy naturalmente.

martes, 25 de julio de 2023

JULIO 25 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Dejóle él su ropa en las manos, y huyó, y salióse fuera”. Génesis 39:12

CUANDO se lucha con ciertos pecados, no queda otro recurso de victoria que la huida.
Los antiguos naturalistas escribieron mucho acerca de los basiliscos, cuyos ojos fascinaban a sus víctimas y las hacían presas fáciles. Así también la sola mirada del vicio nos coloca en inminente peligro. Los que deseen librarse de los actos del mal, tienen que huir de sus ocasiones. Tenemos que concertar con nuestros ojos el pacto de no mirar siquiera la causa de la tentación, pues estos pecados sólo necesitan una chispa para empezar, y al instante todo se transforma en un incendio. ¿Quién desea entrar atrevidamente en la casa del leproso y dormir en medio de su horrible corrupción? Esto lo hace únicamente el que desea ser leproso. Si el marinero sabe cómo evitar un temporal, debe hacerlo, y no correr el riesgo de hacerle frente. Los pilotos prudentes no desean ver cuán cerca pueden navegar de la arena movediza, ni cuántas veces el buque puede tocar una roca sin hacer agua. Su mira es mantenerse en medio de un seguro canal tanto como les sea posible. Este día puedo estar expuesto a grandes peligros; debo ser astuto como serpiente para guardarme de ellos y evitarlos. Las alas de la paloma me pueden ser hoy más útiles que las mandíbulas de un león. Es cierto que apareceré como un perdedor al rechazar las malas compañías, pero prefiero dejar mi capa antes que perder mi reputación. No es necesario que sea rico, pero es imperioso que sea puro. Ningún vínculo de amistad, ningún lazo de belleza, ningún resplandor del talento, ningún dardo del ridículo deben hacerme desistir de la sabia resolución de huir del pecado. Tengo que resistir al diablo y él huirá de mí, pero de las concupiscencias de la carne tengo que huir yo, o de lo contrario me vencerán. ¡Oh Dios de santidad!, preserva a tus Josés para que la Señora Engaño no los fascine con sus viles sugestiones.

lunes, 24 de julio de 2023

JULIO 24 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Estaos quedos y ved la salud de Jehová". Éxodo 14:13

ESTAS palabras contienen un  mandamiento de Dios al creyente para cuando esté pasando por grandes apreturas, y colocado en dificultades extraordinarias. El no puede retroceder; no puede avanzar; está acorralado por la derecha y por la izquierda. ¿Qué debe hacer? El Maestro le dice: "Estate quedo". Le será conveniente en tales ocasiones atender únicamente a la palabra del Maestro, pues otros consejeros mal intencionados se acercan con sus sugestiones. La desesperación dice: "Acuéstate y muere; date por vencido". Pero Dios quiere comunicarnos coraje y desea que aun en nuestros tiempos peores nos regocijemos en su amor y fidelidad. La cobardía dice: "Retrocede, vuelve al modo de obrar del mundano; no puedes representar el papel de cristiano, pues está lleno de dificultades. Abandona tus principios". Pero, por más que Satán te incite a seguir esa norma de conducta, tú no puedes seguirla, si eres hijo de Dios. El Señor te ha ordenado que vayas de fortaleza en fortaleza; y así será. Y ni la muerte ni el infierno te apartarán de tu camino. ¿Qué hay, si se te ordena estar quedo por un poco de tiempo? Te servirá para renovar tus fuerzas a fin de que a su debido tiempo efectúes un avance mayor. La precipitación dice: "Haz algo, muévete; estar quedo y esperar es pura haraganería". ¿Debemos nosotros hacer algo enseguida, debemos hacer lo que pensamos, en lugar de aguardar al Señor, que no sólo hace algo, sino cada una de las cosas? La presunción dice: "Si la mar está delante de ti, entra en ella y espera un milagro". Pero la fe no escucha ni a la presunción, ni a la desesperación, ni a la cobardía, ni a la precipitación, sino que oye a Dios que le dice: "Estate quedo", y ella se queda inmóvil como una roca. "Estate quedo", firme, listo para la acción, esperando órdenes, esperando gozosa y pacientemente la voz de mando, y no pasará mucho tiempo antes que Dios te diga tan distintamente como Moisés le dijo al pueblo de Israel: "Marcha".

domingo, 23 de julio de 2023

JULIO 23 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Tú también eras como uno de ellos”. Abdías 1:11

EDOM debía demostrar a Israel, en tiempos de necesidad, amor fraternal; pero en lugar de obrar así, hizo causa común con los enemigos de Israel. Se hace especial énfasis en este versículo sobre el pronombre . Según sea la persona que la cometa, una mala acción puede ser peor de lo que es. Cuando pecamos nosotros, que somos los escogidos del cielo, nuestro pecado es más grave. La falta nuestra es una falta enorme, porque somos peculiarmente favorecidos por Dios. Si un ángel tuviese que poner su mano sobre nosotros cuando estamos haciendo lo malo, no tendría necesidad de recurrir a otra reprensión que la contenida en esta pregunta: “¿Qué haces aquí?” ¿Extenderemos nuestras manos al mal, después de haber sido perdonados, librados, instruidos, enriquecidos y bendecidos tan generosamente? ¡No lo permita Dios! Unos minutos de confesión te harán mucho bien, gentil lector, esta mañana. ¿Nunca has obrado como el impío? En una velada, ciertos hombres se reían de la impureza, y esa burla no te afectó mayormente; tú también eras como uno de ellos. Cuando se hablaban cosas ofensivas respecto de los caminos de Dios, tú estabas vergonzosamente callado, y así, para los espectadores, tú eras como uno de ellos. Cuando los mundanos estaban traficando en el mercado, concertando negocios afanosamente, ¿no eras tú como uno de ellos? Cuando ellos iban tras la vanidad con pies de cazador, ¿no codiciabas como ellos las ganancias? ¿Se puede ver entre tú y ellos alguna diferencia? ¿Hay realmente alguna diferencia? Aquí llegamos a un punto más serio. Sé sincero con tu propia alma y cerciórate de que eres una nueva criatura en Cristo Jesús; y cuando estés seguro, anda con cuidado para que ninguno pueda decir otra vez: “Tú también eras como uno de ellos”. Tú no quisieras participar de su eterna perdición, ¿por qué, entonces, has de ser aquí como ellos? No entres en su secreto para que no caigas en su ruina. Únete con el afligido pueblo de Dios.

sábado, 22 de julio de 2023

JULIO 22 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

CRISTO Jesús se ha unido a su pueblo en vínculo matrimonial. Con amor, él se desposó con su Iglesia, casta virgen, mucho antes de que cayera bajo el yugo de servidumbre. Lleno de ardiente amor, Jesús trabajó, igual que Jacob por Raquel, hasta pagar íntegramente el precio de rescate; y ahora, después de haberla solicitado por su Espíritu y de haberla persuadido a que lo conociese y amase, espera el glorioso día cuando la mutua felicidad quede consumada en las bodas del Cordero. El glorioso Novio no ha presentado aún a su prometida perfecta y completa ante la Majestad del cielo; ella no ha entrado todavía gozar de su rango como esposa y reina; es ha
sta ahora una peregrina en un mundo de aflicción, una moradora de las tiendas de Cedar. Pero ella es ya la esposa de Jesús, la amada de su corazón, preciosa ante sus ojos, escrita en las palmas de sus manos y unida a él. En la tierra, Jesús ejerce para con su esposa todas las afectuosas funciones del esposo. Le da ricas provisiones en sus necesidades, le paga todas sus deudas, le permite apropiarse de su nombre y participar de sus riquezas. Y jamás quiere obrar con ella de otra manera. La palabra divorcio nunca la pronunciará, porque “él aborrece que sea repudiada”. La muerte rompe el vínculo matrimonial aun de los mortales que más se aman, pero no puede romper el vínculo de este matrimonio inmortal. En los cielos no se casan, pues son como los ángeles de Dios. Sin embargo, hay esta maravillosa excepción a esa regla, pues en el cielo, Cristo y su Iglesia celebrarán sus benditas nupcias. Este parentesco es más duradero y más íntimo que el matrimonio terrenal. Por más puro y fervoroso que sea el amor de un esposo, sólo será una pálida sombra en comparación del amor que arde en el corazón de Jesús. Superior a toda unión humana es aquella unión mística con la Iglesia, por la cual Cristo dejó a su Padre y fue una carne con ella.

viernes, 21 de julio de 2023

JULIO 21 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Meneó su cabeza a tus espaldas la hija de Jerusalén”. Isaías 37:22.

TRANQUILIZADOS por la Palabra del Señor, los temblorosos ciudadanos de Sión se animaban y meneaban sus cabezas ante las jactanciosas amenazas de Senaquerib. La fe firme capacita a los siervos de Dios a mirar con desprecio indiferente a sus enemigos más altaneros. Nosotros sabemos que nuestros enemigos están intentando imposibilidades. Procuran destruir la vida eterna, que, en verdad, mientras Jesús viva no puede morir; quieren derribar la ciudadela, contra la cual no prevalecerán las puertas del infierno. Dan coces contra los aguijones para su propio mal y acometen contra el escudo de Jehová para daño de ellos mismos. Conocemos la debilidad de nuestros enemigos. ¿Qué son ellos sino hombres? ¿Y qué es el hombre sino un gusano? Ellos braman y se hinchan como las olas de la mar, que espuman sus mismas abominaciones. Cuando se levante el Señor, volarán como el tamo delante del viento, y serán consumidos como crepitantes espinas. Su entera impotencia para perjudicar la causa de Dios y su verdad, hace que los más débiles soldados de las filas de Sión se rían de ellos con desdén. Sobre todas las cosas sabemos que el Altísimo está con nosotros; y cuando él vista sus armas, ¿dónde estarán sus enemigos? Cuando él salga de su lugar, los tiestos de la tierra no querrán contender con su Hacedor. Su vara de hierro los hará pedazos como una vasija de alfarero, y la memoria de ellos desaparecerá de la tierra. Afuera, pues, todos los temores; en las manos del Rey el reino está seguro. Demos voces de júbilo, pues el Señor reina.

Tremolando se divisa
El marcial pendón,
Y se escuchan de las trompas
El guerrero son;
En el nombre del que viene,
Fuerte capitán,
Rotos nuestros enemigos
Todos quedarán.

jueves, 20 de julio de 2023

JULIO 20 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Las arras de nuestra herencia”. Efesios 1:14.

¡OH qué instrucción, qué gozo, qué consuelo, qué alegría de corazón experimenta el hombre que ha aprendido a alimentarse de Jesús, y sólo de Jesús! Sin embargo, el conocimiento que en esta vida tenemos de la preciosidad de Cristo es, en el mejor de los casos, imperfecto. Hemos gustado “que el Señor es benigno”, pero todavía no conocemos cuán bueno y misericordioso es, aunque lo que conocemos de su bondad nos hace ansiar conocer aun más. Hemos gozado las primicias del Espíritu, y ellas nos despertaron hambre y sed de la plenitud de la vendimia celestial. Nosotros gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción. Aquí somos semejantes a Israel en el desierto, quien sólo tuvo un racimo de Escol; allí estaremos en la viña. Aquí vemos el maná caer menudo como semilla de culantro, pero allí comeremos el pan del cielo y el añejo grano del reino. Nosotros ahora sólo somos principiantes en la educación espiritual, pues aunque hemos aprendido las primeras letras del alfabeto, no podemos aun leer palabras y mucho menos formar oraciones. Pero, como alguien dijo: “El que ha estado en el cielo sólo cinco minutos, sabe más que una asamblea general de teólogos en la tierra”. Al presente tenemos muchos deseos insatisfechos, pero pronto todo deseo tendrá su satisfacción. Todos nuestros talentos hallarán las más agradables ocupaciones en aquel eterno mundo de gozo. ¡Oh cristiano!, anticipa el cielo por pocos años. Dentro de muy poco tiempo quedarás libre de todas tus pruebas y tribulaciones. Tus ojos, bañados ahora en lágrimas, no llorarán más. Contemplarás en inefable éxtasis el esplendor del que se sienta sobre el trono. Más aun: tú mismo te sentarás sobre su trono. Participarás del triunfo de su gloria. Su corona, su gozo y su paraíso serán tuyos, y tú serás coheredero con Jesús, que es el heredero de todas las cosas.

miércoles, 19 de julio de 2023

JULIO 19 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Jehová, nuestro Dios, nos ha mostrado su gloria”. Deuteronomio 5:24.

EL gran designio de Dios en todas sus obras es la manifestación de su propia gloria. Cualquier otro designio inferior a éste sería indigno de él. Pero, ¿cómo se manifestará la gloria de Dios a criaturas caídas como somos nosotros? El ojo del hombre no es sincero; mira siempre hacia su propia reputación; tiene un concepto demasiado elevado de sus talentos, y, por lo tanto, no está en condiciones de contemplar la obra del Señor. Es claro, entonces, que el egoísmo debe ser eliminado a fin de que haya lugar para que Dios sea exaltado. Esta es la razón porque Dios frecuentemente pone a su pueblo en apreturas y dificultades: para que consciente de su propia insensatez y debilidad, esté en condiciones de contemplar la majestad de Dios cuando viene a salvarlo. Aquel cuya vida es como un sendero llano y fácil, verá muy poco de la gloria del Señor, pues tiene escasas ocasiones para librarse del egoísmo, y de ahí que no esté en condiciones de ser colmado con la revelación de Dios. Los que navegan en arroyos y riachuelos saben muy poco del Dios de las tempestades, pero los que “hacen negocios en muchas aguas”, ven “sus maravillas en el profundo”. En medio de las inmensas olas de la aflicción, de la pobreza, de la tentación y del vituperio conocemos el poder de Jehová, porque sentimos la pequeñez del hombre. Agradece a Dios, entonces, si él te ha conducido por las sendas espinosas, pues es precisamente eso lo que te ha hecho experimentar la grandeza y la misericordia de Dios. Tus pruebas te han enriquecido con un caudal de conocimiento que no es posible obtener por otros medios. Tus aflicciones han sido la hendidura de la peña en la cual Jehová te ha puesto, como lo hizo con su siervo Moisés, para que contemples su gloria mientras pasa. Alaba a Dios porque en el rudo combate de la aflicción has sido capacitado para apreciar los esplendores de su gloria.

martes, 18 de julio de 2023

JULIO 18 - LECTURAS MATUTINAS - C. H. SPURGEON

"Irán los postreros tras sus banderas". Números 2:31

EL campamento de Dan iba en la parte posterior, cuando los ejércitos de Israel se pusieron en marcha. Los de Dan eran los postreros, pero qué importaba la posición, si ellos formaban parte de las huestes tan realmente como las tribus que marchaban a la cabeza. Seguían la misma columna de fuego, comían del mismo maná, bebían de la misma roca espiritual y viajaban hacia la misma herencia. Ven, corazón mío, alégrate; aunque seas el último y el más pequeño, tienes el privilegio de estar en el ejército, y de viajar como viajan los que van a la vanguardia. Alguno tiene que ser postrero en el honor y en la estima, alguno tiene que hacer por Jesús los quehaceres domésticos, ¿y por qué no yo? En una aldea pobre, entre gente ignorante; o en una calle apartada, entre pecadores degradados, seguiré trabajando "e iré el postrero tras mi bandera". Los de Dan ocupaban un lugar muy útil. Los rezagados tenían que ser recogidos sobre la marcha, y los bienes perdidos, había que levantarlos del campo. Los espíritus vehementes pueden lanzarse hacia sendas no transitadas, con el fin de aprender nuevas verdades y de ganar más almas para Cristo; pero otros, que son más moderados, están bien ocupados en traer a la memoria de la Iglesia su antigua fe y en restaurar a sus hijos débiles. Cada posición tiene sus deberes, y los hijos de Dios, que marchan lentamente, hallarán su propia posición, en la que podrán ser motivo de gran bendición a la hueste entera. La retaguardia es un lugar de peligro. Hay enemigos tanto detrás como delante de nosotros. Los ataques pueden venir de cualquier sector. Leemos que Amalec atacó a Israel y mató a algunos de la retaguardia. Los cristianos experimentados hallarán abundante trabajo ayudando a las almas desconfiadas, abatidas e inconstantes, que marchan a la retaguardia en la fe, en el conocimiento y en el gozo. Estas almas no tienen que quedar sin ayuda; sea, pues, la tarea de los santos, llevar sus banderas con los postreros.

lunes, 17 de julio de 2023

Perdido y encontrado: algunas reflexiones sobre Lucas 15 - DAVID SHAW

 “Si solo tuvieras la parábola del hijo pródigo, ¿cuál sería la conclusión principal de la historia?”



JULIO 17 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Sabiendo, hermanos amados, vuestra elección”. 1 Tesalonicenses 1:4

MUCHAS personas quieren conocer su elección antes de mirar a Cristo, pero, procediendo así, no la pueden conocer, pues sólo se conoce "mirando a Jesús". Si deseas cerciorarte de tu propia elección, certificarás tu corazón delante de Dios siguiendo estas indicaciones: ¿Te sientes perdido y culpable pecador? Ve inmediatamente a la cruz de Cristo y confiésaselo a Jesús, y dile que en la Biblia has leído: "El que a mí viene, no lo echo fuera". Dile que él dijo en su Libro: "Palabra fiel y digna de ser recibida de todos, que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores". Mira a Jesús y cree en él, y probarás directamente tu elección, pues si crees eres elegido. Si te entregas por completo a Cristo y confías en él, entonces eres uno de los elegidos de Dios. Pero si te detienes y dices: "Primero quiero saber si soy elegido", no sabes lo que pides. Ve a Jesús tal cual eres. Deja toda indagación curiosa acerca de la elección. Ve directamente a Cristo y escóndete en sus heridas, y así conocerás tu elección. El Espíritu Santo te dará la certidumbre, de modo que puedas decir: "Yo sé a quien he creído, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito". Cristo estaba en el eterno consejo. Él te puede decir si eres o no elegido. Por ningún otro medio lo puedes saber. Ve, pon tu confianza en él, y la respuesta será la siguiente: "Con amor eterno te he amado; por tanto te soporté con misericordia". No tendrás dudas de que él te ha elegido a ti, cuando tú lo elijas a él.
De haberme revelado
su gracia el por qué,
Por qué fui rescatado,
tan malo, no lo sé.

Mas sé a quien crédito he dado,
Y estoy seguro que podrá siempre
guardar lo que le he confiado
Hasta aquel día final.

domingo, 16 de julio de 2023

JULIO 16 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Recogían maná cada mañana”. Éxodo 16:21

PARA que tus más ricos deleites espirituales perduren, esfuérzate en pensar que dependes enteramente de la buena voluntad del Señor. Nunca intentes vivir del maná viejo, ni busques hallar ayuda en Egipto. Todo debe venir de Jesús; de lo contrario, estás perdido para siempre. Las unciones antiguas no serán suficientes para impartir unción a tu espíritu. Tu cabeza tiene que ser ungida con el óleo nuevo del cuerno de oro del santuario, o dejará de tener honra. Hoy quizás estés en la cumbre del monte de Dios; pero el que te colocó allí tiene que conservarte allí, si no, descenderás más rápidamente de lo que piensas. Tu montaña está firme únicamente cuando Dios la pone en su lugar; si él esconde su rostro, pronto estarás turbado. Si el Salvador lo juzga conveniente, no hay una sola ventana por la que miras la luz del cielo, que él no podría cerrar en un instante. Josué mandó al sol que se detuviese, pero Jesús puede ocultarlo en densa oscuridad. Jesús puede quitar el gozo de tu corazón, la luz de tus ojos y la fortaleza de tu vida; en su mano está tu bienestar, y cuando quiere, te lo puede quitar. El Señor ha resuelto que nosotros sintamos y reconozcamos esta continua dependencia, pues él nos permite orar sólo por “el pan cotidiano”, y únicamente nos promete que “como nuestros días así será nuestra fortaleza”. ¿No es preferible que sea así: que recurramos frecuentemente a su trono y que constantemente seamos recordados por su amor? ¡Cuán rica es la gracia que nos provee con tanta frecuencia, y que no se abstiene de obrar así, mirando nuestra ingratitud! La áurea lluvia nunca cesa, y la nube de bendición permanece siempre sobre nuestra habitación. Señor Jesús, nosotros nos inclinamos a tus pies conscientes de nuestra entera incapacidad de hacer algo sin ti. Quisiéramos adorar tu bendito nombre y reconocer tu inagotable amor por todos los favores que tenemos el privilegio de recibir de ti.

sábado, 15 de julio de 2023

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JULIO 15 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“El fuego ha de arder continuamente en el altar; no se apagará”. Levítico 6:13.

CONSERVA encendido el altar de la oración privada. Esto es la vida misma de toda piedad. El templo y el altar familiar toman de allí su fuego; hagamos, pues, que arda bien. La devoción privada es la esencia, la evidencia y el barómetro de la religión vital y experimental. Que arda aquí el sebo de tus sacrificios. Que tus devociones particulares sean, si es posible, regulares, frecuentes y tranquilas. La oración eficaz puede mucho. ¿No tienes nada por qué orar? Ora por la Iglesia, por el ministerio, por tu propia alma, por tus hijos, por tus relaciones, por tus vecinos, por tu patria y por la causa de Dios y la verdad en el mundo entero. Examinémonos a nosotros mismos sobre este importante asunto.
¿Atenderemos con indiferencia la devoción privada? ¿Arde débilmente en nuestros corazones el fuego de la devoción? ¿Las ruedas del carro marchan pesadamente? Si es así, alarmémonos ante este indicio de decadencia. Vayamos con lágrimas a Dios y demandaremos el espíritu de gracia y de oración. Apartemos momentos especiales para oraciones extraordinarias. Pues si este fuego se apaga bajo las cenizas de una mundana conformidad, se apagará también el fuego del altar familiar, y quedará disminuida nuestra influencia tanto en la Iglesia como en el mundo. El texto también se puede aplicar al altar del corazón. Este es, en verdad, un altar de oro. Dios quiere que los corazones de los suyos ardan de amor por él. Demos a Dios nuestros corazones inflamados de amor, y busquemos su gracia para que el fuego nunca se apague, pues el fuego no arderá si el Señor no lo conserva encendido. Muchos enemigos intentarán extinguirlo, pero si la mano invisible, que está detrás de la pared, derrama sobre él el óleo sagrado, arderá cada vez con mayor fuerza. Usemos los textos de la Biblia como combustible para el fuego de nuestra alma, pues ellos son como brasas de carbón.

viernes, 14 de julio de 2023

JULIO 14 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Si alzares tu pico sobre él, tú lo profanarás”. Éxodo 20:25.

EL altar de Dios estaba edificado con piedras sin labrar, para que ningún rastro de arte o trabajo humanos se viese en él. La sabiduría humana se goza en componer y arreglar las doctrinas de la cruz en un sistema más artificial y más de acuerdo con los gustos depravados de la naturaleza caída. Sin embargo, en lugar de perfeccionarlo, la sabiduría carnal contamina al Evangelio, hasta que éste llega a ser otro evangelio, y no la verdad de Dios. Todas las alteraciones y enmiendas de la Palabra de Dios son profanaciones y contaminaciones. El orgulloso corazón del hombre está muy ansioso de poner la mano en la justificación del alma delante de Dios. Sueña con una preparación previa para ir a Cristo, confía en humillaciones y arrepentimientos, pregona sus buenas obras, se jacta de sus dotes naturales e intenta por todos los medios alzar picos humanos sobre el altar divino. Sería bueno que los pecadores recordaran que lejos de perfeccionar la obra del Salvador con sus presunciones carnales, más bien la contaminan y deshonran. Sólo el Señor debe ser exaltado en la obra de la expiación, y ni una simple marca del cincel o martillo del hombre perdurará. Hay una inherente blasfemia en la intención de añadir a lo que Cristo Jesús, en su agonía, declaró consumado; o en la intención de perfeccionar lo que Jehová halló perfecto. Tembloroso pecador, tira tus martillos y cae de rodillas en humilde súplica. Acepta al Señor Jesús como el altar de tu expiación y confía sólo en él. Muchos de los que profesan ser cristianos pueden recibir la amonestación que el texto de esta mañana les da en cuanto a las doctrinas que creen. Hay entre los cristianos excesiva inclinación a ajustar y reconciliar las verdades de la revelación. Esta es una forma de irreverencia e incredulidad; luchemos contra ella, y recibamos la verdad como la hallamos. Regocijémonos de que las doctrinas de la Palabra sean como piedras sin labrar.

jueves, 13 de julio de 2023

JULIO 13 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Y dijo Dios a Jonás: ¿Haces bien en enojarte?” Jonás 4:9

LA ira no es necesariamente mala, pero tiene una tendencia tan marcada a desviarse, que todas las veces que se presenta, tendríamos enseguida que examinar su índole con esta pregunta: “¿Haces bien en enojarte?” Puede ser que podamos responder: “Si”. Muy frecuentemente la ira es la tea del loco, pero algunas veces es el fuego de Elías que cae del cielo. Hacemos bien cuando nos airamos con el pecado por el mal que comete contra nuestro bondadoso y clemente Dios; o cuando nos airamos con nosotros mismos por seguir siendo tan torpes, después de haber recibido tanta instrucción divina; o también cuando nos airamos con los demás porque obran lo malo. El que no se enoja ante la transgresión es porque participa de ella. El pecado es aborrecible y odioso y ningún corazón regenerado puede soportarlo con paciencia. Dios mismo está airado con el impío todos los días, y en su Palabra está escrito: “Los que amáis a Jehová, aborreced el mal”.
Pero mucho más frecuentemente tenemos que temer que nuestra ira no es ni recomendable ni aun justificable, y entonces tenemos que responder: “No”. ¿Por qué tenemos que estar malhumorados con los hijos, enojados con los sirvientes y airados con los compañeros? ¿Es honrosa esa ira para nuestra profesión cristiana, o glorificamos con ella a Dios? ¿No es el viejo corazón malo el que busca obtener dominio, al cual tendríamos que resistir con toda la fuerza de nuestra nueva naturaleza? Muchos de los que profesan ser cristianos se rinden al carácter irascible, como si fuera inútil intentar resistirlo. El creyente debe recordar que es menester que sea vencedor en todo sentido, de lo contrario no será coronado. Si no podemos dominar nuestro genio, ¿qué es lo que la gracia ha obrado en nosotros?

miércoles, 12 de julio de 2023

JULIO 12 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEO

“Santificados en Dios Padre”. Judas 1.
“Santificados en Cristo Jesús”. 1 Corintios 1:2.
“En santificación del Espíritu Santo”. 1 Pedro 1:2.

OBSERVA la unión de las tres Divinas Personas en todos sus actos de gracia. ¡Cuán imprudentemente se expresan los creyentes que muestran preferencia por alguna Persona de la Trinidad! Consideran a Jesús como la personificación de todo lo que es amable y benigno, mientras que al Padre lo juzgan rigurosamente justo, pero sin bondad. Están igualmente errados los que magnifican los decretos del Padre y la expiación del Hijo, y desprecian la obra del Espíritu. En las obras de la gracia, ninguna persona actúa independientemente de las otras. Están tan unidas en sus obras como en su esencia. En el amor para con los escogidos las tres Personas son una, y en los actos que proceden de aquella gran fuente central son indivisas. Noto esto especialmente en el asunto de la santificación. Aunque, sin caer en equivocación, podemos hablar de la santificación como obra del Espíritu Santo, tenemos que cuidarnos de no excluir de la misma al Padre y al Hijo. Lo correcto es hablar de la santificación como obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Además Jehová dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”; y de esta manera “somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas”. ¡Mira qué valor Dios dio a la verdadera santidad, que las tres Personas de la Trinidad cooperan para presentar una Iglesia sin “mancha, ni arruga ni cosa semejante”! Y tú, creyente, debes dar, como seguidor de Cristo, un alto valor a la santidad, a la pureza de vida y a la piedad en la conversación. Considera la sangre de Cristo como el fundamento de tu esperanza, pero nunca hables desdeñosamente de la obra del Espíritu, que te prepara para la herencia de los santos en luz. Vivamos este día de tal forma que manifestemos la obra que el Trino Dios hace en nosotros.

martes, 11 de julio de 2023

Demasiado ocupado para contemplar la belleza: Cómo la productividad puede dejar tu alma hambrienta - PAUL TWISS

 Las cargas se sujetan a nuestros pies, nos detienen e impiden que el alma se eleve hacia el cielo.


JULIO 11 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Después que hubiereis un poco de tiempo padecido, él mismo os perfeccione, conforme, corrobore y establezca”. 1 Pedro 5:10.

VOSOTROS habéis visto alguna vez el arco iris: magníficos son sus colores y raros sus matices.
Es bello, pero, ¡ay!, pasa, y he aquí, no es. Los hermosos colores dan lugar a nubes aborregadas y el firmamento no brilla más con los tintes del cielo. No está consolidado. ¿Cómo puede ser? Un glorioso espectáculo formado por rayos transitorios y por una lluvia pasajera, ¿cómo puede permanecer? Los dones del carácter cristiano no deben parecerse al arco iris en su belleza transitoria; al contrario, deben ser estables, firmes y permanentes. Creyente, procura que cada una de las buenas cosas que posees sea permanente. Que tu carácter no sea como un escrito en la tierra, sino como una inscripción en la roca; que tu fe no sea como “la visión de un edificio sin fundamento”, sino como el edificio levantado con materiales capaces de soportar el fuego que consumirá la madera, el heno y la hojarasca del hipócrita. Procura estar arraigado y fundado en amor. Que tus convicciones sean profundas; tu amor, real; y tus deseos, ardientes. Que toda tu vida esté tan corroborada y establecida que todas las explosiones del infierno y todas las tormentas de la tierra nunca puedan moverte. Pero observa cómo se obtiene la bendición de ser “establecido en la fe”. Las palabras del apóstol nos indican el sufrimiento como el medio empleado para ese fin. “Después que hubiereis un poco de tiempo padecido”. Es inútil que esperemos estar bien arraigados si no soplan sobre nosotros vientos recios. Los viejos nudos en el tronco del roble y las extrañas torceduras de sus ramas nos hablan de las muchas tormentas que pasaron sobre él, y nos señalan también la profundidad en que se hundieron las raíces. Así también el cristiano, por las pruebas y las tormentas de la vida, se fortalece y se arraiga firmemente.

lunes, 10 de julio de 2023

JULIO 10 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Conciudadanos de los santos". Efesios 2:19


¿QUÉ quiere decir ser ciudadanos del cielo? Quiere decir que estamos bajo el gobierno del cielo. Cristo, el rey de los cielos, reina en nuestros corazones. Nuestra oración cotidiana es esta: "Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra". Las proclamas expedidas desde el trono de gloria son espontáneamente recibidas por nosotros. Obedecemos con alegría los decretos de nuestro Gran Rey. Luego, como ciudadanos de la Nueva Jerusalén, participamos de los honores del cielo. La gloria que pertenece a los santos beatificados, nos pertenece también a nosotros, pues nosotros somos ya hijos de Dios, príncipes de sangre real. Ya vestimos la inmaculada vestidura de la justicia de Jesús. Ya tenemos a los ángeles como nuestros servidores, a los santos como nuestros compañeros, a Cristo como nuestro hermano, a Dios como nuestro Padre, y la corona de inmortalidad como nuestro galardón. Participamos de los honores de la ciudadanía, pues nos hemos llegado a la compañía y a la congregación de los primogénitos que están alistados en los cielos. Como ciudadanos, tenemos derecho sobre todos los bienes que hay en el cielo. Sus puertas de perla y sus murallas de crisólito son nuestras; la luz de aquella ciudad que no tiene necesidad de lumbre de antorcha, ni de lumbre de sol es nuestra; el río de agua de vida y las doce clases de frutas que llevan los árboles que están plantados de la una y de la otra parte del río son nuestras. No hay nada en el cielo que no nos pertenezca. "Lo presente y lo porvenir" es nuestro. Además, como ciudadanos del cielo gozamos de sus delicias. ¿No se gozan sus habitantes cuando los pecadores se arrepienten y los pródigos retornan? -Lo mismo hacemos nosotros- ¿No cantan ellos las glorias de la gracia triunfante? -Nosotros lo hacemos igual- ¿No echamos nosotros aquí nuestros honores como ellos en el cielo echan sus coronas, a los pies de Jesús? Si somos ciudadanos del cielo, hagamos que nuestra conducta sea consistente.

domingo, 9 de julio de 2023

JULIO 9 – LECTURAS MATUTINAS

“No olvides ninguno de sus beneficios”. Salmo 103:2

ES agradable y provechoso observar la mano de Dios en las vidas de los santos de la antigüedad, y considerar su bondad, que los libra; su misericordia, que los perdona; y su fidelidad, que guarda el pacto que concertó con ellos. Pero, ¿no sería aun más interesante y provechoso observar la mano de Dios en nuestras propias vidas? ¿No conviene que consideremos nuestra propia historia, tan llena de Dios, tan colmada de su bondad y de su verdad y con tantas pruebas de su fidelidad y veracidad, como consideramos las vidas de cualquiera de los santos que nos han precedido? Hacemos al Señor una injusticia cuando suponemos que él ya obró todos sus portentos, y que se mostró poderoso sólo con los que vivieron en tiempos pasados; pero que no obra maravillas ni extiende su brazo a favor de los santos que están ahora sobre la tierra. Pasemos revista a nuestras propias vidas. Sin duda, en ellas descubriremos algunos incidentes felices, que nos dieron descanso y glorificaron a nuestro Dios. ¿No has sido librado de algún peligro? ¿No has transitado ríos sostenido por la divina presencia? ¿No has andado sano y salvo por el fuego? ¿No has tenido revelaciones? ¿No has tenido favores especiales? El Dios que dio a Salomón el deseo de su corazón, ¿nunca ha atendido ni contestado tus peticiones? Aquel Dios de pródiga generosidad, de quien David cantó: “El que sacia de bien mi boca”, ¿nunca te ha saciado a ti con su abundancia? ¿Nunca has yacido en lugares de delicados pastos? ¿Nunca has estado junto a aguas de reposo? Sin duda, la bondad de Dios para con nosotros ha sido la misma que la que él tuvo para con los santos de la antigüedad. Entrelacemos, pues, sus mercedes en un canto. Tomemos el oro puro de la gratitud y las joyas de la alabanza, y transformémoslos en otra corona para la cabeza de Jesús. Que nuestras almas toquen música tan dulce y estimulante como la del arpa de David.

JULIO 8 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza”. Jueces 16:6

¿DÓNDE reside el secreto del poder de la fe? Reside en la comida con que se alimenta. La fe, por ejemplo, investiga qué es la promesa, y llega a la conclusión de que es una emanación de la gracia divina, un desbordamiento del gran corazón de Dios. Y la fe dice: “Mi Dios no hubiera dado esta promesa si no hubiese mediado su amor y su gracia; es pues muy cierto que su Palabra se cumplirá”. Luego la fe piensa: ¿Quién es el que da esta promesa? No considera tanto la grandeza de la promesa, como al autor de la misma; y recuerda que el autor es Dios, “que no puede mentir”, el Dios omnipotente e inmutable, y llega a la conclusión de que la promesa tiene que cumplirse y prosigue adelante en esta firme convicción. La fe recuerda el motivo porque se dio la promesa; a saber, la gloria de Dios, y se siente segura de que la gloria de Dios es cierta, de que él nunca permitirá que su escudo de armas se manche, ni que el brillo de su propia corona se empañe; y por lo tanto la promesa debe permanecer y permanecerá. Luego la fe piensa también en la admirable obra de Cristo como una prueba convincente de que el Padre cumplirá su Palabra. “El que a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Además la fe reflexiona en el pasado, pues las luchas que sostuvo la han fortalecido, y las victorias le comunicaron coraje. La fe recuerda que Dios nunca ha faltado; que nunca abandonó a ninguno de sus hijos. Recuerda los tiempos de gran peligro, cuando vino la liberación; las horas de espantosa necesidad, cuando halló “sus días como su fortaleza”, y clama: “No, nunca me inducirán a pensar que Dios pueda cambiar y abandonar a su siervo ahora. Hasta aquí el Señor me ha ayudado y me ayudará siempre”. Así la fe mira cada promesa en conexión con el dador de la promesa.

viernes, 7 de julio de 2023

JULIO 7 – LECTURAS MATUTINAS - C. H. SPURGEON

“Hermanos, orad por nosotros”. 1ª Tesalonicenses 5:25

RESERVAMOS esta mañana del año para refrescar la memoria del lector sobre el asunto de las oraciones a favor de los pastores, e imploramos muy encarecidamente a cada familia cristiana que cumpla con el ferviente pedido del texto, formulado primero por un apóstol, y ahora repetido por nosotros. Hermanos, nuestra obra es de trascendental importancia e implica el bienestar o la calamidad de miles. Nosotros, en nombre de Dios, tratamos con las almas sobre asuntos eternos, y nuestra palabra es olor de vida para vida u olor de muerte para muerte. Una muy grave responsabilidad descansa sobre nosotros, y no será una insignificante gracia si somos hallados libres de la sangre de todos los hombres. Como oficiales del ejército de Cristo somos el blanco principal de la enemistad de los hombres y de los demonios. Estos aguardan nuestra vacilación y se afanan por tomarnos del calcañar. Nuestra sagrada vocación nos coloca en tentaciones de las que vosotros estáis exentos; sobre todo, nos aparta muy frecuentemente de nuestro goce personal de la verdad y nos conduce a una consideración ministerial y oficial de la misma. Tenemos que hacer frente a muchos asuntos difíciles, y nuestra razón no sabe qué decir. Observamos con mucha tristeza a los que vuelven atrás, y nuestros corazones se sienten heridos; vemos a millones que perecen, y nuestros espíritus se abaten. Deseamos serviros con nuestra predicación; queremos ser una bendición para vuestros hijos; ansiamos ser útiles tanto a los creyentes como a los pecadores; por lo tanto, queridos amigos, interceded por nosotros ante nuestro Dios. Somos hombres miserables si no podemos contar con vuestras oraciones, pero somos felices si vivimos en vuestras súplicas. No esperéis de nosotros las bendiciones espirituales, sino de nuestro Maestro; si bien muchas veces él dio esas bendiciones por intermedio de sus ministros. Pedid, pues, frecuentemente que seamos los vasos de barro en los cuales el Señor ponga el tesoro del Evangelio.

jueves, 6 de julio de 2023

JULIO 6 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“El que me oyere, habitará confiadamente, y vivirá reposado, sin temor de mal”. Proverbios 1:33

EL amor divino se hace visible cuando brilla en medio de los juicios. Bella es aquella estrella solitaria que sonríe a través de la abertura de la nube tronadora; animador es el oasis que florece en el desierto de arena. También bello y animador es el amor en medio de la ira. Cuando los israelitas provocaron al Altísimo con su persistente idolatría, él los castigó reteniéndoles el rocío y la lluvia, de manera que la tierra fue visitada con un hambre espantosa; pero mientras Dios hacía esto, tuvo cuidado de que sus elegidos estuviesen seguros. Aunque todos los arroyos se secaron, había uno, sin embargo, reservado para Elías; y cuando también aquel se secó, Dios le reservó un lugar donde hallar sustento. Y no sólo eso; el Señor no tenía un solo Elías, sino “un remanente por la elección de gracia”, que fue escondido en cuevas de cincuenta en cincuenta, y aunque toda la tierra estaba expuesta al hambre, estos fueron alimentados, y alimentados de las comidas de Acab, por el fiel y temeroso mayordomo Abdías. Saquemos de esto la conclusión de que venga lo que viniere, el pueblo de Dios está seguro. Deja que las conmociones sacudan la tierra y el firmamento se rompa en dos, pues aun en medio de un mundo hecho pedazos el creyente estará tan seguro como en la hora de calma y paz. Si Dios no libra a su pueblo debajo del cielo, lo librará en el cielo. Si el mundo llegase a ser demasiado intolerante para tener al pueblo de Dios, el cielo lo recibirá y le dará un lugar seguro. Ten confianza, pues, cuando oyeres de guerras y rumores de guerra. Que la agitación no te angustie; deja de temer al mal. Cualquiera cosa que venga sobre la tierra, no la temas, pues tú, bajo las amplias alas de Jehová estarás seguro. Descansa en sus promesas; reposa en su fidelidad y desafía al lóbrego futuro, pues no hay en él nada horrible para ti. Tu única preocupación tendría que ser mostrar al mundo la felicidad que gozas.

miércoles, 5 de julio de 2023

JULIO 5 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Llamados a ser santos”. Romanos 1:7

ESTAMOS muy propensos a referirnos a los santos apostólicos como si fueran “santos” en una manera más notable que los otros hijos de Dios. Todos aquellos a quienes Dios llamó por su gracia y santificó por su Espíritu, son “santos”; pero nosotros estamos inclinados a considerar a los apóstoles como seres extraordinarios, apenas sujetos a las mismas debilidades y tentaciones que nosotros. Sin embargo, al obrar así, olvidamos esta verdad: que cuanto más cerca viva un hombre de Dios tanto más intensamente lamentará la maldad de su corazón; y cuanto más su Maestro lo honre en su servicio, tanto más, el mal de la carne, lo acosará y atormentará, día a día. La verdad es que si nosotros hubiésemos visto al apóstol Pablo, lo habríamos considerado igual al resto de la familia elegida; y si hubiésemos hablado con él, habríamos dicho: “Hallamos que la experiencia suya y la nuestra tienen mucho de parecido. El es más fiel, más santo y más profundamente instruido que nosotros, pero tiene que soportar las mismas pruebas; y, en algunos respectos, es más terriblemente probado que nosotros”. No consideremos, pues, a los santos de la antigüedad como seres exentos de debilidades o de pecados, ni los miremos con aquella mística reverencia que nos hará casi idólatras. La santidad de ellos es accesible también a nosotros. Somos “llamados a ser santos” por aquella misma voz que los llamó a ellos a su alta vocación. Es deber del cristiano esforzarse por entrar en el círculo íntimo de la santidad. Si estos santos fueran superiores en sus conocimientos, como realmente lo son, sigámoslos; imitemos su ardor y su santidad. Nosotros tenemos la misma luz que ellos tuvieron, la misma gracia nos es accesible a nosotros, ¿por qué, pues, hemos de quedar satisfechos sin acercarnos al nivel de su carácter celestial? Ellos vivieron con Jesús, vivieron por Jesús, y, por lo tanto, se asemejaron a Jesús. Vivamos por el mismo Espíritu, como ellos vivieron, “mirando a Jesús”.

martes, 4 de julio de 2023

JULIO 4 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Santifícalos en tu verdad". Juan 17:17

LA santificación empieza en la regeneración. El Espíritu de Dios infunde en el hombre aquel nuevo principio vital por el cual llega a ser una "nueva criatura" en Cristo Jesús. Esta obra que empieza en el nuevo nacimiento, prosigue en dos modos: por la mortificación, mediante la cual las concupiscencias de la carne son dominadas y sujetas; y por la vivificación, por la cual la vida que Dios puso en nosotros será transformada en una fuente de agua que salte para vida eterna. Esta obra prosigue día a día en lo que se llama "perseverancia", en virtud de la cual el cristiano es preservado y conservado en estado de gracia y se le hace abundar en buenas obras para alabanza y gloria de Dios; y, por fin, esta obra alcanza su perfección en la gloria, cuando el alma, completamente purificada, es llevada a habitar a la diestra de la Majestad en las alturas, con los santos. Pero aun cuando el Espíritu de Dios es, como acabamos de decirlo, el autor de la santificación, hay, sin embargo, una agencia visible que no debe pasarse por alto. "Santifícalos" -dice Jesús- "en tu verdad; tu Palabra es verdad". Son muchos los pasajes de la Sagrada Escritura que prueban que la palabra de Dios es el instrumento de nuestra santificación. El Espíritu de Dios lleva a nuestra mente los preceptos y doctrinas de la verdad y los aplica con poder. Estos preceptos escuchados con el oído y percibidos en el corazón, obran en nosotros el querer y el hacer por la buena voluntad de Dios. La verdad es la que santifica, y si nosotros no oímos o no leemos la verdad no creceremos en santificación. Sólo progresamos en la vida perfecta cuando progresamos en el conocimiento perfecto. "Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino". No digas del error: "Es sólo asunto de opinión". Ninguno consiente un error de opinión sin que tarde o temprano tolere un error en la práctica. Echa mano de la verdad, pues haciéndolo, serás santificado por el Espíritu de Dios.

JULIO 3 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Las vacas de fea vista y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas". Génesis 41:4


EL sueño de Faraón ha sido frecuentemente mi experiencia. Mis días de pereza destruyeron lamentablemente todo lo que conseguí en tiempos de entusiasta actividad. Mis momentos de frialdad han helado todo el calor de mis períodos de fervor y entusiasmo, y mis accesos de mundanalidad me han hecho retroceder en la marcha de la vida cristiana. Necesito precaverme de las oraciones pobres, de las alabanzas débiles, de la obediencia a medias y de las experiencias estériles, porque estas cosas devorarán la grosura de mi consuelo y de mi paz. Si descuido la oración, aunque sea por corto tiempo, pierdo toda la espiritualidad que he logrado. Si no saco del cielo nuevas provisiones, el antiguo grano que está en mi granero pronto quedará consumido por el hambre de mi alma. Cuando las orugas de la indiferencia, los pulgones de la mundanalidad y el gorgojo de la indulgencia conmigo mismo dejan mi corazón completamente desolado y hacen que mi alma languidezca, toda mi fertilidad y progreso en la gracia no me sirve para nada. Yo debiera ansiar no tener días enjutos de carne ni horas de fea vista. Si cada día marchara hacia el blanco de mis deseos, pronto lo alcanzaría, pero las caídas me dejan aún muy lejos del premio de mi soberana vocación, y me privan de los progresos que he hecho tan afanosamente. La única manera en la que todos mis días pueden ser como "vacas gordas", es alimentándolos en los verdaderos prados, ocupándolos con el Señor en su servicio, en su compañía, en su temor y en su camino. ¿Por qué cada año no puede ser más rico que el anterior, en amor, en utilidad y en gozo? Estoy más cerca de los collados celestiales, he experimentado más a mi Señor; por lo tanto, tendría que ser más semejante a él. ¡Oh Señor!, consérvame lejos de la flaqueza de alma, y no permitas que grite: "¡Mi flaqueza, mi flaqueza, ay de mí!"

domingo, 2 de julio de 2023

JULIO 2 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“En él se alegrará nuestro corazón”. Salmo 33:21

ES bendito el hecho de que el cristiano puede regocijarse aun en la angustia más profunda. Aunque lo cerque la aflicción, canta; y, a semejanza de muchos pájaros, canta mejor cuando está en una jaula. Quizá lo arrollen las olas, pero su alma pronto surgirá y verá la luz del rostro de Dios. Está poseído de un espíritu de alegría que conserva siempre su cabeza sobre el agua, y lo ayuda a cantar en medio de la tempestad: “Cristo está conmigo”. ¿A quién se dará la gloria? ¡A Jesús!, pues esta alegría viene de él. La aflicción no lleva por sí misma, necesariamente, consolación al que cree, pero la presencia del Hijo de Dios en el horno ardiente, donde él está, llena de gozo su corazón. El creyente está enfermo y sufre, pero Jesús lo visita y ablanda su cama. Está agonizando, y las frías aguas del Jordán le van subiendo hasta el cuello, pero Jesús le pone sus brazos en su hombro y le dice: “No temas, amado; morir es ser bienaventurado; las aguas tienen en el cielo su fuente principal. No son amargas, sino dulces como néctar, pues fluyen del trono de Dios”. Cuando el santo que fallece vadea el río, y las olas se agolpan en su derredor, y el corazón y la carne lo abandonan, suena en sus oídos la misma voz: “No temas, porque yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios”. A medida que se acerque a los umbrales del infinito ignoto, y se sienta casi espantado de entrar en la región de las sombras, Jesús le dice: “No temas, pues al Padre le ha placido darte el reino”. Fortalecido y consolado de esta manera, el creyente no teme morir; al contrario, está deseando partir, pues desde que vio a Jesús como la estrella de la mañana, ansía contemplarlo como el sol en su esplendor. En verdad, la presencia de Jesús es todo el cielo que podemos desear.

JULIO 1 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“En verano y en invierno”. Zacarías 14:8

LAS corrientes de agua viva que fluyen de Jerusalén no se secaban por los calores abrasadores del verano ni tampoco se helaban por los fríos vientos del invierno. Regocíjate, alma mía, de que hayas sido dejada para testificar de la fidelidad del Señor. Los tiempos cambian, y tú también cambias, pero tu Señor permanece siempre el mismo, y las corrientes de su amor son tan profundas, tan amplias y tan completas como siempre. Los calores de las ansiedades de la vida y de las ardientes pruebas me hacen sentir la necesidad de las refrescantes influencias del río de su gracia. Puedo ir enseguida y beber hasta saciarme de la inagotable fuente, pues sus aguas corren tanto en invierno como en verano. Las fuentes de arriba nunca están escasas de agua, y las de abajo no pueden menguar. Elías halló seco el arroyo de Querit, pero Jehová seguía siendo el mismo Dios providente. Job dijo que sus hermanos habían mentido como arroyos, pero halló que su Dios era un desbordante río de consolación. El Nilo constituye la gran confianza de Egipto, pero sus inundaciones son variables. Nuestro Señor es siempre el mismo. Desviando el curso del Eufrates, Ciro tomó la ciudad de Babilonia, pero ningún poder humano ni infernal puede desviar la corriente de la gloria divina. Los cursos de los antiguos ríos se hallaron secos y desolados, pero los ríos que nacen en las montañas de la divina soberanía y del infinito amor siempre estarán llenos hasta el borde. Pasan las generaciones, pero la corriente de la gracia sigue inalterable. El río de Dios canta con mayor razón lo que canta el arroyo en este verso: “Los hombres vienen y van, pero yo sigo siempre”. ¡Cuán feliz eres, alma mía, por ser conducida a tan tranquilas aguas! Nunca vayas a otras fuentes para que no oigas esta reprensión del Señor: “¿Qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo?”

JUNIO 30 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Y yo, la gloria que me diste les he dado”. Juan 17:22

HE aquí la superlativa liberalidad del Señor Jesús, que nos ha dado todo. Aunque con una décima parte de lo que posee habría enriquecido más de lo que pensamos a un universo de ángeles, sin embargo no se contentó hasta que nos dio todo lo que tenía. Si nos hubiese permitido comer las migajas de su liberalidad, que están bajo la mesa de su misericordia, no nos habría sorprendido. Pero él no hace las cosas a medias, sino nos hace sentar con él y nos hace participar de la fiesta. Si sólo nos hubiese dado alguna reducida renta de sus arcas reales, habríamos tenido motivo para amarlo eternamente; pero no, él hará que su esposa sea tan rica como él, y no tendrá gloria ni gracia de la que ella no participe. Sólo quedó satisfecho con hacernos coherederos suyos, para que tuviésemos las mismas posesiones. Jesús ha puesto todos sus bienes en las arcas de la Iglesia, y “tiene todas las cosas comunes” con sus redimidos. No hay en su casa ni una pieza cuya llave Jesús rehúse a su pueblo. Al contrario, les da plena libertad de apropiarse de todo lo que él tiene y quiere que no se hagan rogar, sino que tomen de sus tesoros tanto como les sea posible llevar. La ilimitada plenitud de su suficiencia es para el creyente tan gratuita como el aire que respira. Cristo puso en los labios del creyente el frasco de su amor y de su gracia y le pide que beba siempre. Si lo puede vaciar está invitado a hacerlo; pero, como no puede, se le pide que beba abundantemente, pues todo es suyo. ¿Qué prueba más real de compañerismo podría dar el cielo a la tierra?
¡Bendiciones! ¡Cuántas tienes ya!
¡Bendiciones, Dios te manda más!
¡Bendiciones! Te sorprenderás
Cuando veas lo que Dios por ti hará.