"...No he venido a traer paz, sino espada", (Mateo 10:34).
Nunca compadezcas a una persona cuya situación te hace concluir que Dios la está tratando duro. Él es
más tierno de lo que nos podemos imaginar, y de vez en cuando nos da la oportunidad de tratar con
firmeza a alguien para que Él pueda ser visto como el ser más tierno. Si una persona no puede acercarse a
Dios, es porque no está dispuesta a renunciar a algo secreto. Puede admitir su pecado, pero sus
intenciones de dejarlo no son mayores que las que tiene de volar. Como es imposible tratar de manera
compasiva a ese tipo de personas, debemos llegar muy profundo, a la misma raíz del problema, lo cual
puede causar antagonismo y resentimiento contra el mensaje. La gente quiere las bendiciones de Dios,
pero no tolera lo que la hiere en carne viva y la lleva a enfrentar el problema central.
Si Dios ha hecho su voluntad en ti, tu mensaje como siervo de Él debe insistir sin piedad en el único
objetivo de llegar a la raíz del problema. De lo contrario, no habrá sanidad. Debemos hacerle entender el
mensaje a la gente de una forma tal que no haya excusa posible para no aplicarlo. Empieza a tratar con las
personas en la posición donde se encuentren, hasta que logres hacerles comprender su verdadera
necesidad. Luego mantén en alto el patrón de Jesucristo para sus vidas. Quizá su respuesta sea: "¡Nunca
podré ser así!"Pero insiste con firmeza: "Jesucristo dice que debes serlo". "¿Pero cómo?" "No podrás a
menos que tengas un nuevo Espíritu" (ver Lucas 11:13).
Antes de que tu mensaje sea de alguna utilidad, debe existir un sentido de necesidad. Miles de personas
aseguran que son felices sin Dios en este mundo. Pero si pudiéramos ser verdaderamente felices y rectos
sin Jesús, entonces ¿por qué vino? Él vino porque esa clase de paz y felicidad es superficial. Jesucristo
vino a traer espada sobre toda paz que no esté fundamentada en la relación personal con ÉL.
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