"Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros..", Santiago 4:8
Es esencial darle a la gente la oportunidad de actuar de acuerdo con la verdad de Dios y la
responsabilidad debe reposar sobre cada individuo. No puedes actuar por alguien más. Debe ser su
propio acto deliberado, pero el mensaje del Evangelio siempre debe llevarlo a la acción. La parálisis de
negarse a actuar deja al hombre exactamente donde se encontraba antes. Sin embargo, una vez que actúa, nunca será el mismo. La aparente locura de la verdad es lo que ha obstaculizado a centenares de
almas a quienes el Espíritu de Dios ha convencido de pecado.
Tan pronto me apresuro a actuar, empiezo a vivir. Todo lo demás es existir por existir. Los momentos
que realmente vivo son aquellos en los que actúo con toda mi voluntad.
Nunca permitas que una verdad de Dios que haya llegado a tu alma pase de largo sin que obres en
consecuencia, no necesariamente en un nivel físico, pero sí en tu voluntad. Grábala, con tinta y con
sangre; introdúcela en tu vida. El creyente más débil que se compromete con Jesucristo es libre en el
instante en que actúa. Toda la omnipotencia del Señor queda disponible a su favor. Nos acercamos a la
verdad de Dios, confesamos que hemos actuado mal, pero fallamos nuevamente. Luego nos acercamos
una vez más, pero volvemos a fallar, hasta que finalmente aprendemos que no debemos retroceder.
Cuando nos enfrentamos a alguna palabra de verdad de nuestro buen Señor, debemos movernos
directamente hacia el cierre de nuestro compromiso con El. "Venid a mi...", Mateo 11:28. La palabra
venid quiere decir "actuar". Sin embargo, lo último que hacemos es acercarnos a Él. Pero todo aquel
que lo hace sabe que en ese instante la vida sobrenatural de Dios lo invade. El poder dominante del
mundo, la carne y el diablo queda paralizado, no por su acto, sino porque éste te ha unido a Dios y a su
poder redentor.
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