"Ahora, pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo", Isaías 49:5
Lo primero que sucede después de comprender que hemos sido elegidos por Dios en Cristo Jesús es la
destrucción de nuestros prejuicios, ideas intolerantes y patriotismos. De manera exclusiva nos volvemos
siervos de los propósitos personales de Dios. Toda la raza humana fue creada para glorificarlo y gozarse
en Él para siempre. El pecado la desvió hacia otro camino, pero no ha alterado en lo más mínimo la
intención original del Señor. Y cuando nacemos de nuevo, comprendemos su gran propósito para la humanidad: que Dios nos creó para sí mismo. Darnos cuenta de que hemos sido elegidos por Él es el
descubrimiento más gozoso de la tierra y debemos aprender a descansar en este maravilloso propósito
creador de Dios. Lo primero que Él hará es "empujar" los intereses de la humanidad entera a través del
canal de nuestro corazón. Y vemos la naturaleza del Dios Omnipotente, la cual se
concentra en Juan 3:16, "de tal manera amó Dios al mundo..."
Debemos siempre mantener abierta nuestra alma al propósito creador de Dios y nunca confundirlo con
nuestras propias intenciones. Si lo hacemos, por mucho que nos duela Él las trastornará. Dios crea un
misionero para que sea su siervo, alguien en quien Él se glorifica. Una vez nos demos cuenta de que
mediante la salvación en Jesucristo somos hechos perfectamente aptos para su propósito,
comprenderemos por qué Jesucristo es tan exigente e inflexible en sus demandas. Él exige de sus siervos
absoluta rectitud, porque ha puesto dentro de ellos la misma naturaleza de Dios.
Ten cuidado de no olvidar el propósito divino para tu vida.
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