"Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto", Mateo 5:48
La exhortación del Señor en los versículos 38 al 48 es a que seamos generosos en la manera de
comportarnos con todos. Cuida de tu vida espiritual dejando de vivir según tus gustos y simpatías
naturales. Todo el mundo los tiene. Algunas personas nos agradan y otras no. Sin embargo, no debemos
permitir que esas afinidades y antipatías gobiernen nuestra vida cristiana. Pero, "si andamos en luz, como
él está en luz, tenemos comunión unos con otros", Juan 1:7, incluso con aquellos hacia quienes no
sentimos ninguna simpatía.
El ejemplo de nuestro Señor no es el de una persona buena y ni siquiera el de un buen cristiano, sino el de
Dios mismo. Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. En otras palabras,
simplemente muéstrale a tus semejantes lo que Dios te ha mostrado. El Señor te dará muchas
oportunidades para demostrar en la vida real si eres perfecto o no, como tu Padre que está en los cielos es
perfecto. Ser un discípulo significa que te identificas de manera consciente con los intereses de Dios en
otras personas. Jesús dice: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros, como yo os he
amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos si tenéis amor
los unos por los otros", Juan 13:34-35.
La verdadera expresión del carácter cristiano no es hacer lo bueno sino ser semejante a Dios. Si su
Espíritu te ha transformado interiormente, tu vida manifestará características divinas y no solamente
buenas cualidades humanas. La vida de Dios en nosotros se expresa a sí misma como la vida de Él. No se
trata de la vida humana que procura ser piadosa. El secreto en la vida de un cristiano es que, como
resultado de la gracia de Dios, lo sobrenatural se vuelve natural en él. Esta experiencia es evidente en los
detalles prácticos de la vida diaria, no en los momentos de comunión íntima con Dios. Cuando estamos en
contacto con situaciones de crisis, hallamos, para nuestra sorpresa, que tenemos el poder de mantenernos
maravillosamente tranquilos en medio de todo.
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