"Andad entretanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas", Juan 12:35
Vigila que no dejes de actuar de acuerdo con lo que Dios te revela cuando estás con Él en el monte. Si no
obedeces la luz, ésta se volverá tinieblas. "Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuántas no serán
las mismas tinieblas?" Mateo 6:23. Tan pronto renuncias a la santificación o descuidas cualquier otra área
acerca de la cual Dios te ha dado su luz, la vida espiritual empieza a desintegrarse en tu interior. Aplica
continuamente la verdad a tu vida práctica y ejercítala en todos los aspectos, o de lo contrario la misma
luz que tienes será para ti una maldición.
La persona más difícil de formar es la que tiene la orgullosa satisfacción de una experiencia pasada, pero
que no la demuestra en su vida diaria actual. Si dices que has sido santificado, demuéstralo. La
experiencia debe ser tan genuina que se debe notar en tu vida. Cuídate de cualquier creencia que te lleve a
ser indulgente contigo y autocompasivo. Ella proviene del infierno, sin importar cuán hermosa suene.
Tu teología debe ser evidente en las relaciones cotidianas más comunes. Nuestro Señor dijo: "Si vuestra
justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos", Mateo
5:20. Esto quiere decir que debes ser más moral que la persona más moral que conozcas. Puedes saberlo
todo acerca de la doctrina de la santificación, pero, ¿es evidente en tus asuntos cotidianos? Toda tu vida
física, moral y espiritual debe ser juzgada y medida con la norma de la expiación mediante la cruz de
Cristo.
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