"A sus ovejas llama por nombre", Juan 10:3
Lamentablemente, ¿cuándo lo he interpretado mal a Él? (ver Juan 20:11-18). Es posible conocer toda la
doctrina y, sin embargo, no conocer a Jesús. El alma de una persona está en grave peligro cuando el
conocimiento de la doctrina supera a Jesucristo, evitando la comunión íntima con Él. ¿Por qué lloraba
María Magdalena? Para ella la doctrina no significa más que la hierba que pisaba. Cualquier fariseo
podría haberse mofado de ella por su doctrina, pero de lo que nunca se hubiera podido burlar era del
hecho de que Jesús la había liberado de siete demonios (ver Lucas 8:2). Y, aun así, las bendiciones del
Señor no eran en nada comparadas con el privilegio de conocerlo a ÉL. Dicho esto, se volvió y vio a
Jesús que estaba allí; "pero no sabía que era Jesús... Él le dijo: ¡María!..." Tan pronto la llamó por su
nombre, ella supo que tenía unas vivencias del pasado con Aquel que le había hablado. "Volviéndose ella
le dijo: ¡Raboni! Que significa: “Maestro”".
¿Cuánto he dudado tercamente? (Juan 20:24-29). ¿He tenido alguna duda acerca de Jesús? ¿Tal vez con
respecto a una experiencia de la cual otros dan testimonio, pero yo aun no he vivido? Le dijeron, pues, los
otros discípulos: ¡Hemos visto al Señor! Sin embargo, Tomás dudó y dijo: "Si no veo... no creeré". Él
necesitaba el toque personal de Jesús. No sabemos cuándo han de venir sus toques, pero cuando llegan
son indescriptiblemente preciosos. Entonces, Tomás respondió y le dijo: "¡Señor mío y Dios mío!"
¿Cuándo lo he negado por egoísmo? (Juan 21:15-17). Pedro negó a Jesucristo con maldiciones y
juramentos. A pesar de eso, después de la resurrección Jesús se le apareció a él únicamente. Lo restauró
en privado y después frente a los demás. Y Pedro le dijo: "Señor... tú sabes que te quiero". ¿Tengo un
historial personal con Jesucristo? La única señal cierta del discipulado es la comunión íntima con Él; un
conocimiento de Jesús que nada puede conmover.
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