"Ocupaos en vuestra salvación", Filipenses 2:12
Tu voluntad está de acuerdo con Dios, pero en tu carne hay una inclinación que te deja impotente para
hacer lo que sabes que debes hacer. Lo primero que nuestra conciencia hace cuando entra en contacto con
el Señor por primera vez es despertar la voluntad y ésta siempre concuerda con Dios. Mira a Jesús y
hallarás que tu voluntad y tu conciencia están todo el tiempo en armonía con Él. Lo que te hace decir: "No
obedeceré", es algo menos profundo que tu voluntad; es perversidad o terquedad, las cuales nunca están
de acuerdo con Dios. La más profunda facultad de una persona es su voluntad, no el pecado.
La voluntad es el elemento esencial en la creación divina del hombre; el pecado es la naturaleza perversa
que después entró en él. En alguien que ha nacido de nuevo, la fuente de su voluntad es el Señor Todopoderoso.
"Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad",
Filipenses 2:13. Tienes que ocuparte, con verdadera concentración y esmero, en lo que Dios produce en
ti: no trabajando para ganar tu salvación personal, sino poniéndola por obra en tanto que te apoyas
firmemente y con una fe inconmovible en su redención completa y perfecta. Al hacerlo, tú no estás
aportando una voluntad contraria a la de Él, sino que Su voluntad es tu voluntad. Tus elecciones naturales
estarán de acuerdo con la voluntad divina y vivir de esta manera será tan natural como respirar. La
obstinación es una "barrera" nada inteligente que rechaza la iluminación. Lo único que puedes hacer con
este bulto es dinamitarlo; y la "dinamita" es la obediencia al Espíritu Santo.
¿Creo que el Dios Omnipotente es la fuente de mi voluntad? Dios no sólo espera que yo haga su voluntad,
sino que vive en mí para cumplirla.
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