Junto a ellos trabajaron los hombres de Jericó, y luego Zacur hijo de Imri. Nehemías 3:2
¡El capítulo 3 es uno de esos capítulos que está formado principalmente por nombres imposibles de pronunciar y por personas que ya hace mucho que han quedado olvidadas! Puede ser desalentador encontrarnos con un capítulo como este. Pero relata la historia de la obra de reparación de las puertas y las murallas de Jerusalén, para la cual había sido enviado allí Nehemías. Trabajaron juntos, y a lo largo de todo este relato se encontrará usted con la frase: “junto a él” trabajó tal y tal persona, y “junto a ellos” trabajaron otros. El escritor toma nota no solo de los trabajadores, sino de los que, sin embargo, eludieron el trabajo. El versículo 5 dice acerca de los hombres de Tecoa: “pero sus notables no se prestaron a ayudar a la obra de su Señor”. ¿Sabía usted que Dios deja constancia también de los que no realizan el trabajo? Cuando las personas no están dispuestas a participar en su ministerio, Dios escribe sus nombres también en esa columna. Pero el resto trabajaron todos juntos, ayudándose los unos a los otros. Nehemías había organizado esto de una manera tan maravillosa que cada uno de ellos tenía una sección de la muralla o una puerta que le había sido asignada. Fíjese usted además que trabajaban cerca de su casa. Fíjese en lo que dice el versículo 10: “Jedaías trabajó frente a su casa”. El versículo 23 se refiere a ciertos hombres que realizaron reparaciones “cerca de su casa”. La importante verdad que surge es que este es el propósito de Dios para el ministerio. Dios nos ha colocado a cada uno de nosotros de una manera estratégica, donde Él quiere que estemos. Su vecindario, su oficina o su hogar es donde debiera estar su ministerio. Es por eso que Dios le colocó a usted ahí. En Juan 15, Jesús dijo a Sus discípulos que Él les había nombrado, y la palabra significa “colocados de manera estratégica”. Él les había colocado en el lugar donde Él quería que estuviesen. Esto es algo que se destaca de una manera maravillosa aquí al observar nosotros a estas personas que trabajaban en su propio vecindario. Por último, cada uno de ellos completó la labor que le había sido asignada. Continuaron el trabajo hasta que lo terminaron. Algunos tenían más que hacer que otros, pero ninguno de ellos falló, excepto los “nobles” de Tecoa, que no estaban dispuestos a ensuciarse las manos. Yo he aprendido a lo largo de los años que la responsabilidad es siempre la marca de la madurez espiritual. Los miembros más maduros de una congregación son aquellos que siguen adelante con el trabajo que les ha sido asignado a ellos hasta que lo terminan.
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Aplicación a la vida |
Nosotros disfrutamos cuando vamos en viajes misioneros, pero ¿hasta qué punto trabajamos juntos para pasar tiempo con nuestros vecinos? ¿Revelan nuestras excusas que eludimos nuestra responsabilidad? |
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