Versículo para hoy:
lunes, 31 de julio de 2017
Julio 31. Hasta que seamos completamente suyos
"Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna", Santiago 1:4
Muchos de nosotros estamos bien en lo principal, pero aún hay algunas áreas en las que somos descuidados y perezosos. No es un problema de pecado, sino de los residuos de nuestra vida carnal que tienden a hacernos descuidados. La negligencia es un insulto para el Espíritu Santo y no debemos permitirla en ningún aspecto, ya sea la manera de comer y de beber o la forma de adorar a Dios.
Nuestra relación con Dios no sólo debe estar bien, sino también la manifestación externa de esa relación.
A la larga, nada se le escapará a Él, porque cada detalle de nuestra vida está bajo su escrutinio. Él nos hará volver al mismo punto una y otra vez y de muchas maneras y nunca se cansará de llevarnos al mismo asunto hasta que aprendamos la lección, porque su propósito es terminar la obra. Puede ser un problema que surge por nuestra naturaleza impulsiva, pero una y mil veces, con la más persistente paciencia, Dios nos devolverá a ese punto en particular. Pueden ser nuestros ociosos y vacilantes pensamientos, nuestra naturaleza independiente o nuestros intereses personales. Mediante este proceso Dios trata de resaltar en nosotros aquello que no es completamente correcto.
Hasta aquí ha sido maravilloso nuestro estudio sobre la verdad revelada de la redención divina y nuestros corazones son perfectos para con Dios. Su maravillosa obra en nosotros nos permite saber que, en general, estamos bien con Él. Pero tenga la paciencia su obra completa. El Espíritu Santo nos dice, por medio de Santiago: "Ahora permite que tu paciencia se convierta en un producto terminado". Ten cuidado con la negligencia en los pequeños detalles de la vida y no digas: "Ah, por ahora eso tendrá que esperar".
Sea lo que sea, Dios te lo señalará con persistencia hasta que seas completamente suyo.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
domingo, 30 de julio de 2017
Julio 30. La disciplina de la desilusión
"Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos... pues él sabía lo que hay en el hombre", Juan 2:24-25
La desilusión implica que en mi vida ya no hay más conceptos erróneos, impresiones y juicios falsos.
Pero, aunque ya no seamos engañados, nuestra experiencia con la desilusión puede volvernos cínicos y demasiado severos en nuestros juicios acerca de los demás. La desilusión que viene de Dios nos lleva al punto donde vemos a la gente como realmente es y, sin embargo, no hay cinismo ni pronunciamos palabras hirientes o amargas. Muchas de las circunstancias de la vida que causan las más grandes heridas, aflicciones y dolor se deben a que tenemos ilusiones. No somos leales unos a otros en cuanto a los hechos, viéndonos como realmente somos, sino que somos leales solamente con las ideas que tenemos los unos de los otros. Según nuestra manera de pensar, todo es encantador y bueno, o perverso, malévolo y cobarde.
Negarnos a ser desilusionados es la causa de gran parte del sufrimiento de la vida. Y ocurre así: Si amamos a alguien, pero no a Dios, le exigimos a esa persona perfección y rectitud totales y cuando no encontramos estas virtudes nos volvemos crueles y vengativos. Estamos demandando de un ser humano lo que él o ella no pueden dar. Sólo hay un ser que puede satisfacer completamente las inmensas profundidades del adolorido corazón humano: el Señor Jesucristo. Según vemos, nuestro Señor es muy severo en cuanto a toda relación humana y esto se debe a que Él sabe que toda relación que no se base en la fidelidad a Él terminará en desastre. Nuestro Señor no se fió de nadie ni puso su confianza en la gente, pero nunca fue receloso ni amargado. La confianza de nuestro Señor en Dios y en lo que su gracia podía hacer por cualquier persona, era tan perfecta que nunca se impacientó ni perdió la esperanza por nadie. Si nuestra confianza está puesta en los seres humanos terminaremos perdiendo la esperanza en todos.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
sábado, 29 de julio de 2017
Julio 29. ¿A quién ves en tus nubes?
"He aquí que
viene con las nubes", Apocalipsis 1:7
En la Biblia las nubes siempre están relacionadas con Dios. Las aflicciones, los sufrimientos o las circunstancias providenciales, dentro o fuera de nuestras vidas, en realidad parecen contradecir su soberanía. Pero precisamente por medio de esas nubes el Espíritu de Dios nos está enseñando cómo andar por fe. Si el cielo siempre estuviera despejado, no tendríamos fe... "las nubes son el polvo de sus pies", Nahum 1:3. Indican que Dios está ahí. ¡Qué revelación saber que el dolor, la aflicción y el sufrimiento son las nubes que lo acompañan! Sin ellas, Él no se puede acercar a nosotros. Dios no viene en un claro resplandor.
Es incorrecto decir que Él quiere enseñarnos algo durante nuestras pruebas. Por medio de cada nube que trae a nuestro camino Él quiere que olvidemos lo aprendido. Su propósito con la nube es simplificar nuestras creencias hasta que nuestra relación con Él sea exactamente como la de un niño: Sólo Dios y mi alma. Los demás no son más que sombras. Hasta que las otras personas no se conviertan en sombras, serán para nosotros nubes y oscuridad de vez en cuando. ¿Mi relación con Dios se está volviendo más sencilla que antes?
Hay una relación entre las extrañas circunstancias providenciales de Dios y lo que conocemos de Él y debemos aprender a interpretar los misterios de la vida a la luz de ese conocimiento. Sólo lo conoceremos cuando podamos ver cara a cara el hecho más oscuro de la vida, sin menoscabar nuestra visión del carácter de Dios.
"Y...tuvieron temor al entrar en la nube", Lucas 9:34. ¿Hay alguien aparte de Jesús en tu nube? Si es así, se oscurecerá más. Debes llegar al lugar donde no haya nadie más sino sólo Jesús (ver Marcos 9:7-8).
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
viernes, 28 de julio de 2017
Julio 28. Y después de la obediencia, ¿qué?
"En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera", Marcos 6:45
Somos propensos a imaginar que si Jesucristo nos exhorta a hacer algo y lo obedecemos, Él nos llevará hacia un gran triunfo. Nunca deberíamos pensar que nuestros sueños de éxito hacen parte del propósito de Dios para nosotros. De hecho, su objetivo puede ser exactamente lo contrario. Tenemos la idea de que Él nos está conduciendo hacia un fin particular, una meta deseada, pero no es así. Llegar a un fin especial es de poca importancia y alcanzarlo simplemente es un episodio en el camino. Lo que nosotros vemos sólo como el proceso para alcanzar un fin, Dios lo ve como la meta.
¿Cuál es mi visión de lo que Dios se propone conmigo? Su propósito es que dependa de Él y de su poder ahora. Si en medio de la tempestad de la vida permanezco tranquilo, fiel y decidido, esa es la finalidad de su propósito. Él no está obrando para llevarnos hacia una meta particular. Su objetivo es el proceso en sí.
Lo que desea para mí es que lo vea caminar sobre las olas, sin ninguna playa, éxito o meta a la vista sino con la absoluta certeza de que todo está bien porque lo veo andar sobre el mar (Marcos 6:49). Lo que glorifica a Dios es el proceso, no el resultado.
El entrenamiento de Dios es para hoy, no para mañana. Su propósito es para este minuto, no para un tiempo futuro. A nosotros no nos incumbe lo que viene después de nuestra obediencia y estamos equivocados cuando pensamos en eso. Lo que la gente llama preparación, Dios lo ve como la meta misma.
El propósito divino es capacitarme para que vea que Él puede caminar sobre las tormentas de mi vida precisamente ahora. Si tenemos una meta posterior en perspectiva, no le prestaremos la suficiente atención al presente inmediato. Pero si comprendemos que la obediencia es el fin, entonces cada momento, venga como venga, será precioso.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
jueves, 27 de julio de 2017
Julio 27. El camino al conocimiento
"El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios...", Juan 7:17
La regla de oro para obtener discernimiento espiritual no es la búsqueda intelectual, sino la obediencia. Si una persona quiere tener conocimiento científico, se guía por la curiosidad intelectual. Pero, si desea revelación de las enseñanzas de Jesucristo, únicamente lo puede lograr obedeciéndole. Si las verdades espirituales son secretas y ocultas para mí, entonces puedo estar seguro de que en mi vida hay algo que no quiero hacer. La oscuridad intelectual proviene de la ignorancia, pero la espiritual se debe a que hay algo que no tengo la intención de obedecer.
Nadie recibe una palabra de Dios sin que sea puesto a prueba de inmediato con respecto a ella. Nosotros desobedecemos y luego nos sorprendemos porque no estamos creciendo espiritualmente. Jesús dijo: "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano y entonces vuelve y presenta tu ofrenda", Mateo 5:23-24. En esencia está diciendo: "No me digas ni una palabra más, primero sé obediente y rectifica eso". Las enseñanzas de Jesús nos impactan donde más nos duele. No podemos engañarlo ni por un instante. Él nos enseña hasta en el más mínimo detalle. El Espíritu de Dios descubre nuestra actitud de auto justificación y nos hace sensibles a verdades en las que nunca habíamos pensado.
Cuando Jesús te muestre algo por medio de su Palabra, no lo evadas. Si lo haces, te convertirás en un farsante religioso. Examina aquello en lo cual tiendes a encogerte de hombros, a desobedecer y comprenderás por qué no estás creciendo espiritualmente. Como dijo Jesús: Ve, reconcíliate primero. Debes obedecer lo que Dios te dice aunque corras el riesgo de que te crean un fanático.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
miércoles, 26 de julio de 2017
Julio 26. El arreglo de cuentas con la pureza
"Porque del corazón salen...", Mateo 15:19
Nosotros empezamos a confiar en nuestra ignorancia llamándola inocencia y luego confiamos en nuestra inocencia llamándola pureza. Pero cuando oímos las escabrosas afirmaciones de nuestro Señor que siguen a este versículo, nos sobrecogemos y decimos “Nunca sentí en mi corazón ninguna de esas cosas terribles". Nos resentimos por lo que Él nos revela. Si Jesucristo no es la autoridad suprema en el corazón humano, entonces Él no es digno de que le prestemos ninguna atención. ¿Estoy listo para confiar en la penetración de su Palabra en mi corazón, o prefiero confiar en mi "ignorancia inocente"? Si pongo a prueba la inocencia de mi vida de la cual estoy consciente, probablemente me sorprenda de manera desagradable por la verdad de las palabras de Jesús y sentiré pánico por la iniquidad y la perversidad que hay en mí. Pero, mientras continúe en la falsa seguridad de mi propia "inocencia", estoy viviendo en el paraíso de los tontos, feliz por mi ignorancia. Si nunca he sido un sinvergüenza malvado, se debe a una mezcla de cobardía y del sentido de protección que me brindan mis buenos modales y mi educación. Pero cuando quedo desnudo delante de Dios, encuentro que Él tiene razón en su diagnóstico de mí.
Lo único que provee verdadera protección es la redención de Jesucristo. Si sencillamente me someto a Él, nunca tendré que experimentar el malvado potencial que encierra mi corazón. La pureza es demasiado profunda para que yo la pueda alcanzar por medios naturales, pero cuando el Espíritu de Dios entra en mí coloca en el centro de mi vida el mismo Espíritu que se manifestó en la vida de Jesucristo, es decir, el Espíritu Santo, quien es completamente puro y sin mancha.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
martes, 25 de julio de 2017
Julio 25. ¿Soy así de bienaventurado?
"Bienaventurados...", Mateo 5:3-11
Las afirmaciones de Jesús penetran de manera inadvertida en nuestro subconsciente, porque cuando las leemos por primera vez nos parecen notablemente sencillas y tranquilizadoras. Por ejemplo, las Bienaventuranzas sólo parecen preceptos delicados y hermosos para personas demasiado idealistas y aparentemente ineptas, pero de muy poca utilidad práctica para los duros y laboriosos días del mundo en que vivimos. No obstante, pronto descubrimos que las Bienaventuranzas contienen la "dinamita" del Espíritu Santo y que se "estallan" con las situaciones de nuestra vida. Cuando el Espíritu nos recuerda alguno de los "Bienaventurados", decimos: "¡Qué declaración tan asombrosa!" Pero es ahí cuando debemos elegir si aceptamos el tremendo revolcón espiritual que se producirá en nuestras circunstancias, si obedecemos sus palabras. Esta es la manera como obra el Espíritu de Dios. No es necesario que hayamos nacido de nuevo para interpretar literalmente el Sermón del Monte. Su interpretación literal es un juego de niños. Pero, es una dura labor para el creyente interpretarlas por el Espíritu de Dios, cuando Él aplica a nuestras circunstancias las declaraciones del Señor. Las enseñanzas de Jesús están fuera de toda proporción desde nuestra manera natural de mirar las cosas e inicialmente las recibimos con una incomodidad que sorprende. Debemos moldear gradualmente nuestro andar y nuestra conversación conforme a los preceptos de Jesucristo, a medida que el Espíritu Santo los aplica a nuestras circunstancias. El Sermón del Monte no consiste en una serie de reglas y reglamentos; es una ilustración de lo que viviremos cuando el Espíritu esté haciendo en nosotros lo que Él quiere.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
lunes, 24 de julio de 2017
Julio 24. Motivos y obras
"Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos", Mateo 5:20
Lo que distingue a un discípulo no son sus buenas obras, sino sus buenas motivaciones debido a la gracia sobrenatural de Dios. Lo único que supera a hacer lo correcto es ser correcto. Jesucristo vino a poner, en cualquiera que se lo permita, una nueva herencia con una justicia que excede a la de los escribas y fariseos. Jesús dice: "Si eres mi discípulo, no sólo tus acciones deben ser rectas, sino tus motivos, aspiraciones y tus más recónditos pensamientos. Tus motivos deben ser tan puros que el Dios Todopoderoso no pueda ver nada reprobable”.
¿Quién puede estar en la luz eterna de Dios sin tener nada que Él pueda censurar? Tan sólo Jesucristo, el Hijo de Dios. Y Él declara que mediante su redención puede colocar dentro de una persona su propia naturaleza y volverla tan pura y sencilla como un niño. La pureza que Dios exige sólo es posible cuando eres renovado interiormente y esto es precisamente lo que Jesús se comprometió a hacer por medio de su redención.
Nadie se vuelve puro obedeciendo leyes. Jesucristo no nos da reglas ni reglamentos; nos da sus enseñanzas, es decir, verdades que sólo pueden interpretarse mediante la naturaleza que Él ha puesto en nosotros. La gran maravilla de la salvación de Jesucristo es que Él cambia lo que heredamos. No modifica la naturaleza humana, sino que cambia la fuente y, de ese modo, también los motivos.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
domingo, 23 de julio de 2017
Julio 23. Santificación
"Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios... santificación", 1 Corintios 1:30
El lado de la vida. El misterio de la santificación es que las cualidades perfectas de Jesucristo me son dadas como un regalo, no de manera gradual, sino instantánea, cuando, por la fe, comprendo que Él se hizo para nosotros santificación. La santificación es la forma en que su santidad se vuelve mía y se refleja en mi vida. Nada más ni nada menos.
El secreto más maravilloso de una vida santa no consiste en imitar a Jesús, sino en permitir que sus cualidades perfectas se manifiesten en mí. La santificación es "Cristo en vosotros", Colosenses 1:27. Es su maravillosa vida que se me imparte por fe y como un don soberano de la gracia divina. ¿Estoy dispuesto a que Dios haga tan real la santificación en mi vida como lo es en su Palabra?
Por la santificación Jesucristo me hace partícipe de sus cualidades de santidad. Es cuando los dones de su paciencia, amor, santidad, fe, pureza y piedad se manifiestan en y a través de cada alma santificada. La santificación no es tomar de Jesús el poder para ser santo, sino la santidad que se manifestó en Él y entonces Él la manifiesta en mí. La santificación es una participación, no una imitación. Imitar es algo totalmente distinto. Como Jesucristo es la perfección de todo, el misterio de la santificación consiste en que todas las cualidades perfectas de Jesús están a mi disposición. En consecuencia, de manera lenta, pero segura empezamos a vivir una vida de orden, sanidad y santidad inefables, "guardados por el poder de Dios", 1 Pedro 1:5.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
sábado, 22 de julio de 2017
Julio 22. Santificación
"La voluntad de Dios es vuestra santificación", 1 Tesalonicenses 4:3
El lado de la muerte. Al santificarnos, Dios tiene que tratar con nosotros tanto en el lado de la muerte como en el de la vida. Él exige que vayamos al sitio de muerte, pero como muchos de nosotros pasamos tanto tiempo allí, nos volvemos lúgubres y pesimistas. Siempre hay una dura batalla antes de la santificación, algo dentro de nosotros que siempre se resiste y se resiente ante las demandas de Cristo. La lucha comienza tan pronto el Espíritu Santo empieza a mostrarnos lo que significa ser santificados. Jesús dijo: "Si alguno viene a mí, y no aborrece... su propia vida, no puede ser mi discípulo", Lucas 14:26.
En el proceso de santificación el Espíritu de Dios me despojará de todo, hasta que no quede sino "yo mismo". Ese es el lugar de muerte ¿Estoy dispuesto a ser "yo mismo" y nada más? ¿Dispuesto a no tener ningún amigo, padre, hermano, ni interés personal y listo para morir? Esa es la condición necesaria para la santificación. No es de extrañar que Jesús dijera: "No he venido a traer paz, sino espada", Mateo 10:34.
Es aquí donde luchamos y muchos de nosotros desmayamos. Rehusamos identificarnos con la muerte de Jesucristo en este sentido. Decimos: "¡Pero es tan duro! De seguro Él no quiere que yo lo haga". Nuestro Señor es estricto y sí quiere que lo hagamos.
¿Estoy dispuesto a reducirme a lo más simple de mi condición como persona? ¿Estoy decidido a despojarme de todo lo que mis amigos piensan de mí y de todo lo que pienso de mí mismo? ¿Estoy dispuesto y decidido a entregarle a Dios mi yo desnudo? Tan pronto lo esté, Él me santificará por completo y mi vida se liberará de cualquier determinación y persistencia que no sea Dios mismo.
Cuando ore: "Señor, muéstrame qué significa la santificación para mí", Él me responderá: "significa ser hecho uno con Jesús". La santificación no es algo que Jesucristo me da, es Él mismo en mí (ver 1 Corintios 1:30).
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
viernes, 21 de julio de 2017
Julio 21. La puerta de entrada al reino
"Bienaventurados los pobres en espíritu", Mateo 5:3
Cuídate de considerar al Señor apenas como un maestro. Si Jesucristo es sólo un maestro, entonces lo único que puede lograr es martirizarme al establecer unas normas que no puedo cumplir. ¿De qué sirve que me presente un ideal tan alto, si me resulta imposible alcanzarlo? Sería más feliz si no lo conociera.
¿Para qué sirve que me ordene ser lo que nunca puedo: Que sea limpio de corazón, que haga más de lo que me ha ordenado, o que me consagre completamente a Dios? Debo conocer a Jesucristo como Salvador antes de que su enseñanza signifique para mí algo distinto a un ideal elevado que lleva a la desesperación. Pero cuando he nacido de nuevo por el Espíritu de Dios, comprendo que Jesús no vino solamente para enseñar, sino también para hacer de mí lo que debo ser. La redención significa que Jesucristo le puede impartir a cualquier persona la misma naturaleza que controló su propia vida. Todas las normas que Dios nos da están fundamentadas en esa naturaleza.
La enseñanza del Sermón del Monte desespera al hombre natural; y eso es precisamente lo que Jesús quiere que suceda. Mientras nos justifiquemos a nosotros mismos creyendo que podemos poner en práctica las enseñanzas de nuestro Señor, Dios nos dejará seguir hasta que nuestra ignorancia se rompa contra algún obstáculo. En ese momento estaremos dispuestos a acercarnos como indigentes para recibir de Él. Bienaventurados los pobres en espíritu. Este es el principio número uno en el Reino de Dios. La piedra angular en el reino de Jesucristo es la pobreza, no las posesiones; ni las decisiones a favor de Él, sino un sentido de absoluta inutilidad. Al final admitimos: "Señor, ni siquiera puedo empezar a hacerlo".
Entonces, Jesús nos dice: "Bienaventurados seréis", Mateo 5:11. Esa es la puerta de entrada al reino y, sin embargo, ¡nos toma mucho tiempo creer que somos realmente pobres! El conocimiento de nuestra propia pobreza nos lleva al lugar correcto, es decir, donde Jesucristo obra.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
jueves, 20 de julio de 2017
Julio 20. Dependientes de la presencia de Dios
"Mas los que esperan a Jehová... caminarán y no se fatigarán", Isaías 40:31
De ninguna manera caminar representa una gran emoción, pero es lo que prueba todas nuestras cualidades de firmeza y constancia. "Caminar y no fatigarse" es la prueba suprema de mi grado de fortaleza. El verbo andar o caminar se emplea en la Biblia para expresar el carácter de una persona. Y mirando a Jesús que andaba por allí dijo: "¡Este es el Cordero de Dios!" Juan 1:36. En la Biblia no hay nada abstracto, todo es vivo y real. Dios no dice: "Sé espiritual", sino: "Anda delante de mí", Génesis 17:1.
Cuando nuestro estado físico o emocional no es saludable, siempre queremos sensaciones. En nuestra vida física esto conduce a la falsificación de la obra del Espíritu Santo; en la emotiva, nos lleva a pasiones desordenadas y a la destrucción de la moralidad. En el ámbito espiritual si nos empeñamos en conseguir emociones, en tener alas y remontarnos sobre las alturas, terminaremos destruyendo nuestra espiritualidad.
En realidad, disfrutar de la presencia de Dios no depende de estar en ningún lugar o circunstancia, sino de nuestra decisión de mantener al Señor siempre delante de nosotros. Los problemas surgen cuando rehusamos poner nuestra confianza en la realidad de su presencia. La experiencia de la cual habla el autor del Salmo 46:2, "No temeremos, aunque...", también será nuestra una vez que nos basemos en la realidad; no en la conciencia de la presencia de Dios, sino en la realidad de ella. Entonces exclamaremos: "¡Él ha estado aquí todo el tiempo!"
En los momentos críticos de nuestra vida es necesario pedirle a Dios su dirección, pero es innecesario decirle todo el tiempo: "Oh Señor, dirígeme en esto y aquello". ¡Por supuesto que Él lo hará y, de hecho, ya lo está haciendo! Si nuestras decisiones diarias no están de acuerdo con su voluntad, Él actuará y refrenará nuestro espíritu. Por esa razón debemos estar quietos y esperar la dirección de su presencia.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
miércoles, 19 de julio de 2017
Julio 19. El señorío sobre el creyente
"Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien porque lo soy", Juan 13:13
Nuestro Señor nunca insiste en ejercer autoridad sobre nosotros. No dice: "Te someterás a mí". Él nos deja completamente libres; tan libres, que podríamos escupirle la cara, o darle muerte como otros lo han hecho y nunca diría una palabra. Pero, cuando en mí se ha creado la vida de Él por medio de su redención, de inmediato reconozco su derecho a una absoluta autoridad sobre mí. Es un dominio moral: "Señor, digno eres", Apocalipsis 4:11. Sólo lo indigno en mí se niega a inclinarse o someterse ante el único que es digno. Cuando me encuentro con alguien que es más santo que yo y no reconozco su dignidad ni obedezco sus instrucciones, estoy revelando lo que es indigno en mí. Dios nos educa por medio de las personas que son un poco mejor que nosotros, no intelectualmente, sino más santas. Y continúa haciéndolo hasta que voluntariamente nos sometemos y, entonces, nuestra vida se caracteriza por una actitud de completa obediencia a Él.
Si el Señor insistiera en nuestra obediencia, se convertiría en un tirano y dejaría de tener autoridad real. Nunca lo hace, pero cuando realmente lo vemos, le obedecemos en seguida. Fácilmente Él es nuestro Señor y vivimos para adorarlo desde la mañana hasta la noche. Mi nivel de crecimiento en la gracia se pone al descubierto por la manera en que considero la obediencia. Debemos tener una visión mucho más alta de la palabra “obediencia” para rescatarla del fango del mundo. Ésta debe ser el resultado de una relación cercana, como la de un padre y su hijo y no como la de un amo y su siervo. Jesús mostró este tipo de relación y, además, dijo: "El Padre y yo uno somos", Juan 10:30. "Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia", Hebreos 5:8, Jesús, nuestro Redentor, fue obediente porque era Hijo, no para convertirse en Hijo.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
martes, 18 de julio de 2017
Julio 18. El misterio de creer
"Él dijo: ¿Quién eres, Señor?", Hechos 9:5
Por el milagro de la redención, en un instante Saulo de Tarso, un fariseo tenaz y obstinado, se transformó en un humilde devoto esclavo del Señor Jesús.
En las situaciones que el hombre se puede explicar no existe nada de milagroso. Nosotros tenemos una posición segura frente a aquello que tenemos claridad y, por eso, resulta lógico que busquemos una explicación para todo. No es natural obedecer; sin embargo, desobedecer no es necesariamente pecaminoso. No puede haber desobediencia real ni virtud moral alguna en la obediencia, a menos que se reconozca como una autoridad más elevada a quien imparte la orden. Si no se obedece, entonces posiblemente es una emancipación. Si un hombre le dice otro: "Tienes que hacer esto" y "harás aquello", quebranta el espíritu humano y lo vuelve incompetente para Dios. Un ser humano es esclavo de la obediencia, a menos que tras ese acto reconozca al Dios santo.
Muchas personas cuando dejan de ser religiosas empiezan a acercarse a Dios porque solo hay un Señor del corazón humano, Jesucristo y no la religión. ¡Pero, ay de mí si después de verlo a Él, no lo obedezco!
Jesús nunca insistirá en que yo lo obedezca, pero si no lo hago, he comenzado a firmar la condena de muerte para el Hijo de Dios en mi alma. Cuando me enfrento cara a cara con Él y le digo: "No obedeceré", Él nunca va a insistir, pero esa actitud me aparta del poder regenerador de su redención. Si acudo a la luz, para la gracia de Dios no es importante cuán abominable yo sea. Pero ay de mí si rechazo la luz (ver Juan 3:19-21).
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
lunes, 17 de julio de 2017
Julio 17. Es un milagro
"Y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría", 1 Corintios 2:4
Pablo era un erudito y orador notable y aquí él no está hablando por un profundo sentido de humildad. Él dice que al predicar el Evangelio podía encubrir el poder de Dios si impresionaba a las gentes con la excelencia de su discurso. La fe en Jesús es un milagro que se produce únicamente por la eficacia de la redención, no por palabras persuasivas ni por galanteos y conquistas, sino por el poder de Dios sin ayudas adicionales. El poder creativo de la redención se debe a la predicación del Evangelio, no a la personalidad del que predica.
El verdadero y efectivo ayuno de un predicador no es abstenerse de comida, sino más bien de su elocuencia, de su lenguaje impresionante y de todo aquello que pueda obstruir el Evangelio que se está presentando. El predicador está en la tierra como el representante de Dios, "como si Dios rogara por medio nosotros", 2 Corintios 5:20. Está aquí para presentar el Evangelio de Él. Si es sólo debido a mi predicación que las personas desean mejorar, jamás se acercarán a Jesucristo. Todo lo que me adule cuando predico el Evangelio terminará convirtiéndome en un traidor a Jesús e impedirá que el poder creativo de su redención haga su obra.
"Y yo, cuando sea levantado... a todos atraeré a mí mismo", Juan 12:32.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
domingo, 16 de julio de 2017
Julio 16. El concepto del gobierno divino
"¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se las pidan?", Mateo 7:11
Mediante estas palabras, Jesús establece las reglas de conducta para quienes tienen a su Espíritu. Él nos desafía a mantener nuestra mente saturada del concepto del gobierno divino sobre todo, lo cual significa que el discípulo debe mantener una actitud de perfecta confianza y un vivo anhelo de pedir y buscar.
Llena tu mente con el pensamiento de que puedes contar con Dios. Una vez que lo hagas, tener esta actitud cuando te encuentres en dificultades te resultará tan fácil como respirar: "Mi Padre celestial sabe todo lo que está pasando". No tendrás que esforzarte, sino que surgirá naturalmente cuando se presenten las situaciones complicadas o desconcertantes. Antes de formar poderosamente en tu mente este concepto del control divino, sueles recurrir a varias personas en busca de ayuda. Pero cuando lo desarrollas, acudes a Dios. Jesús está instaurando las reglas de conducta para quienes tienen a su Espíritu y lo hace según este principio: Como Dios es mi Padre y me ama, nunca debo pensar que olvidará algo. Entonces ¿por qué he de preocuparme?
Jesús dijo que en ocasiones Dios no puede disipar las tinieblas que te rodean, debes confiar en Él. A veces Dios parece un amigo despiadado, pero no lo es; un Padre perverso, pero no lo es; un juez injusto, pero no lo es. Persevera y crece en el principio de que la mente de Dios está detrás de todo. Ni siquiera el más mínimo detalle de la vida ocurre sin que sea su voluntad. Por lo tanto, puedes descansar en Él con una perfecta confianza. La oración no es sólo pedir, sino una actitud mental que produce el ambiente en el que pedir es perfectamente natural. "Pedid y se os dará", Mateo 7:7.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
sábado, 15 de julio de 2017
Julio 15. El punto de partida del honor espiritual
"A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor", Romanos 1:14
Pablo estaba abrumado por el sentido de su deuda para con el Señor y se esforzaba por expresarlo. La mayor inspiración de su vida era concebir a Jesucristo como su acreedor espiritual. ¿Tengo yo esa misma sensación de deuda con Cristo en cuanto a toda alma no salva? El honor espiritual de mi vida como creyente es pagarle mi deuda a Él con respecto a todo hombre. Cada valiosa partecita de mi vida se la debo a la redención de Jesucristo. ¿Estoy haciendo algo para que Él manifieste su redención de manera efectiva en otras vidas? Sólo lo puedo lograr a medida que el Espíritu de Dios produce en mí ese sentido de deuda.
No soy una persona superior a los demás, sino un siervo del Señor Jesús. Pablo dijo: "No sois vuestros... pues habéis sido comprados por precio", 1 Corintios 6:19-20. Pablo se vendió a sí mismo a Jesucristo y dijo: "Por causa del Evangelio de Jesús soy deudor a toda persona que vive sobre la faz de la tierra. Únicamente soy libre para ser Su esclavo absoluto". Esto es lo que caracteriza a un cristiano a partir del momento en que los principios del honor y el deber son reales en su vida espiritual. Como eres un siervo de Jesucristo, deja de orar por ti y consúmete a favor de los demás. Eso es lo que significa ser pan partido y vino derramado en la vida real.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
viernes, 14 de julio de 2017
Julio 14. Mi respuesta a la persecución
"Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra", Mateo 5:39
Este versículo revela el privilegio de la humillación por ser cristianos. En la vida natural, a una persona que no devuelve el golpe se la califica de cobarde; pero, espiritualmente, si no lo devuelve, demuestra que el Hijo de Dios vive en ella. Cuando te insultan, no debes ofenderte sino convertir esa situación en la oportunidad de manifestar al Hijo de Dios en tu vida. No puedes imitar la naturaleza de Jesús, pues la tienes, o no la tienes. Para un creyente el insulto personal es una ocasión para revelar la increíble dulzura del Señor Jesús.
La enseñanza del Sermón del Monte no es: "Cumple tu deber", sino "haz lo que no es tu deber". No es tu deber ir la segunda milla ni poner la otra mejilla, pero Jesús dijo que, si hemos de ser sus discípulos, siempre vamos a actuar de esta manera. No diremos: "¡Bueno, ya no puedo hacer más! ¡Me han malinterpretado y tergiversado tanto!" Cada vez que insisto en defender mis derechos, ofendo al Hijo de Dios. Pero puedo impedir su dolor, si recibo el golpe yo mismo. Ese es el significado de cumplir en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo (ver Colosenses 1:24). Un discípulo comprende que es el honor de su Señor el que está en juego en su vida, no el propio.
Nunca busques la rectitud en el otro, pero tú nunca dejes de ser recto. Siempre estamos buscando la justicia; sin embargo, la esencia de la enseñanza del Sermón del Monte es: Nunca busques la justicia, pero nunca dejes de vivirla.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
jueves, 13 de julio de 2017
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