"Porque todo aquel que pide, recibe" Lucas 11:10
Si no has recibido, pide. No hay nada más difícil que pedir. Desearemos, anhelaremos e incluso sufriremos, pero sólo pediremos cuando nos encontremos en el límite. Lo que nos obliga a pedir es el sentimiento de no ser espiritualmente auténticos, ¿Has pedido alguna vez desde las profundidades de tu total insuficiencia y pobreza? Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios", Santiago 1:5.
Sin embargo, antes de pedirla, debes estar seguro de que en realidad te hace falta. Tú no tienes la capacidad de enfrentarte a la realidad espiritual cuando lo desees. Lo mejor que puedes hacer después de comprender que no eres auténtico espiritualmente es pedirle a Dios el control del Espíritu Santo, de acuerdo con lo prometido por Jesucristo (ver Lucas 11:13). El Espíritu Santo es quien hace real en tu vida todo lo que Jesús hizo por ti.
"Porque todo aquel que pide, recibe..." Eso no quiere decir que no vas a obtener, si no pides. Pero mientras no llegues al punto de pedir, no recibirás de parte de Dios (ver Mateo 5:45). Recibir implica que has llegado a la relación de hijo de Dios; y que ahora percibes y aprecias, mental y moralmente, y con entendimiento espiritual, que estos beneficios provienen de Dios.
"Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría..." Si notas que te hace falta, se debe a que has entrado en contacto con la realidad espiritual. No te vuelvas a poner las anteojeras de la razón humana. Pedir quiere decir "rogar". Algunas personas son lo suficientemente pobres como para interesarse en su pobreza y algunos somos así en lo espiritual. Nunca recibiremos si pedimos con un propósito en mente, si pedimos no por nuestra pobreza, sino para satisfacer los deseos carnales. Un indigente pide únicamente por la condición de completa desesperanza y angustia originadas en su pobreza. No le da vergüenza suplicar.
"Bienaventurados los indigentes en espíritu", Mateo 5:3.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
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