“Rasgad vuestros corazones y no vuestros vestidos”. Joel 2:13.
El quebrantamiento del corazón es una obra que realiza Dios y que el hombre siente profundamente. Es un dolor misterioso que se experimenta personalmente, no como una mera formalidad, sino como una profunda y conmovedora obra que el Espíritu realiza en lo íntimo del corazón de cada creyente. Este no es un asunto del que meramente debe hablarse y en el que sólo hay que creer, sino es algo que debe ser vivamente sentido por cada uno de los hijos de Dios. El texto nos ordena rasgar nuestros corazones, pero ellos, por naturaleza, son duros como el mármol. ¿Cómo, pues, podrán ser rasgados? Llevémoslos al Calvario. Con la voz del agonizante Salvador las rocas se hendieron. Esa voz aun tiene poder. ¡Oh bendito Espíritu!, haznos oír esa voz de Jesús y nuestros corazones se rasgarán como los hombres rasgan sus vestidos en el día de su lamentación.
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