Señor, yo sé que el hombre no es dueño de su destino, que no le
es dado al caminante dirigir sus propios pasos. Jeremías 10:23.
¿Tienes algún hijo que
haya abandonado el hogar? ¿Quizá un joven voluntarioso y obstinado que se fue
porque no pudo aceptar las restricciones de una familia cristiana? Es triste
que esto suceda, muy triste en verdad, pero no te desesperes ni te angusties
por él. No sabes dónde está, pero Dios sí lo sabe; no puedes ir tras él, pero
el Espíritu Santo sí puede hacerlo. ¿Se fue en un viaje a Shangai? Ah, puede
ser que haya un Pablo en Shangai a quien Dios use como un medio para su salvación,
y ya que ese Pablo no está aquí en Londres, tuvo que ir a Shangai a
encontrarlo. ¿Se va a Australia? Quizá allí alguien le diga una palabra de
bendición a tu hijo que sea la única que llegue a su corazón. Yo no puedo
decirla, nadie en Londres puede; pero el hombre que encuentre allí lo hará y,
por tanto, Dios permite que se vaya lejos con toda su obstinación y necedad
para que la gracia pueda alcanzarlo y efectuar su salvación. Lo peor que puede
pasarle a un joven es, a veces, lo mejor que le pudo suceder.
A través de la Biblia en un año: Salmos 148-150
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