Desde tu niñez conoces la Sagradas Escrituras, que pueden darte
la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. 2 Timoteo 3:15.
Nota que a Timoteo lo
enseñaron, no solo a reverenciar las cosas santas en general sino, en especial,
a conocer las Escrituras.
Las enseñanzas de su madre y su abuela eran las enseñanzas de las Sagradas
Escrituras. Imagínate que reunamos a los niños el Día del Señor con el objetivo
de divertirlos y proporcionarles unas horas felices; o para instruirlos, como
hacemos durante el resto de la semana, en los principios de la educación moral,
¿qué hemos hecho? No hemos hecho nada que sea digno de ese día o de la iglesia
de Dios. Imagínate que tenemos especial cuidado en enseñar a los niños las
reglas y regulaciones de nuestra propia iglesia y no los llevamos a las
Escrituras; imagínate que les presentemos un libro que contenga las normas de
nuestra iglesia pero que no pasemos tiempo con la Biblia ¿qué hemos hecho?
Dichas normas pueden ser correctas o no y, por tanto, podemos haber enseñado a
nuestros niños cosas verdaderas o erróneas, pero si nos centramos en las
Sagradas Escrituras, no vamos a cometer errores. Con tal norma, sabemos que
haremos lo correcto. Este Libro es la Palabra de Dios y si lo enseñamos,
enseñamos aquello que el Señor aceptará y bendecirá. ¡Oh, queridos maestros, y
aquí me estoy hablando a mí también, que nuestras enseñanzas se basen cada vez
más en las Escrituras! No teman si nuestros alumnos olvidan lo que les
enseñamos, sino oren para que recuerden lo que el Señor les enseña. ¡Que las
verdades divinas acerca del pecado, la justicia y el juicio queden grabadas en
sus corazones! ¡Que nunca olviden las verdades reveladas acerca del amor de
Dios, la gracia de nuestro Señor Jesucristo y la obra del Espíritu Santo!
A través de la Biblia en un año: Salmos 144-147
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