En Betania, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de
Simón llamado el leproso, llegó una mujer con un frasco de alabastro lleno de
un perfume muy costoso, hecho de nardo puro. Rompió el frasco y derramó el
perfume sobre la cabeza de Jesús. Marcos 14:3.
Un espíritu quebrantado
implica que todos los secretos y las esencias del espíritu han salido a
relucir. Seguramente recuerdas lo que sucedió cuando aquella santa mujer rompió
el frasco de alabastro; leemos que «la casa se llenó de la fragancia del
perfume» (Juan 12:3). Un corazón quebrantado no puede tener secretos. Ahora
todo está al descubierto, ahora su esencia fluye. Demasiadas veces nuestras
oraciones y nuestra adoración son como cajas cerradas, no puedes decir lo que
hay en ellas. Pero no sucede esto con los corazones quebrantados. Cuando los
corazones quebrantados cantan, lo hacen en verdad. Cuando los corazones
quebrantados suplican, en realidad lo hacen. Los corazones quebrantados nunca
juegan a arrepentirse o a creer. En la actualidad hay mucho de la religión que
es bastante superficial, todo queda en la superficie, una pequeña cantidad de
pintura del evangelio, con solo un barniz de profesión, se extiende rápido y
parece muy hermoso. Pero los corazones quebrantados no son así, en ellos un
himno es un verdadero himno, una oración es una verdadera oración, la atención
a los sermones es una ocupación seria y la predicación de estos es la ocupación
más seria de todas. ¡Oh, cuán bueno sería que algunos de ustedes fueran rotos
en pedazos! ¡Oh, adorar a Dios en espíritu y en verdad! Bien ha dicho alguien:
«Nadie adoró jamás a Dios con todo su corazón a menos que lo haya adorado con
un corazón quebrantado, y nunca hubo un corazón en verdad quebrantado que no se
transformara entonces en un corazón entero».
A través de la Biblia en un año: 2
Crónicas 17-20
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