El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a
los de espíritu abatido. Salmos 34:18.
Si tú y yo tenemos un
corazón quebrantado y arrepentido, significa que ya nuestra frivolidad y
superficialidad se nos ha ido. Ya no somos frívolos y superficiales.
Hay personas que juegan con las cosas espirituales, pero cuando hay
quebrantamiento de corazón, la persona termina con esta actitud. Un corazón
quebrantado es serio, solemne y reflexivo. Un espíritu quebrantado es tierno,
serio y está cargado con consideraciones serias. Disfruta de aquel espíritu
ahora, sé solemne delante de Dios, aférrate a las cosas eternas, suelta las
sombras; ¿de qué valen? Pero fija tu alma en las cosas divinas y eternas.
Persigue este modo de pensar y de esta manera trae a Dios un espíritu
quebrantado y contrito.
Además, un espíritu
quebrantado no es hipócrita. Ese vaso, lleno y sellado, puede contener la más
preciosa esencia de las rosas o la más horrible pudrición. Yo no sé lo que hay
en él. Pero rómpelo y pronto averiguarás. No hay hipocresía en un corazón
quebrantado. ¡Oh, hermanos y hermanas, sean ante los hombres lo que son ante
Dios! Sean lo que parecen ser, sin pretensiones. Temo que en cierta medida
todos somos hipócritas; con mucha frecuencia oramos y predicamos más allá de
nuestra propia experiencia y quizá pensamos que tenemos más fe de lo que en
realidad tenemos, y más amor del que jamás hemos conocido. ¡Que el Señor
permita que tengamos un corazón quebrantado que se revele debido a este mismo
quebrantamiento!
A través de la Biblia en un año: 2
Crónicas 13-16
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