Tome Su Majestad y presente como ofrenda lo que mejor le parezca…
Pero el rey le respondió a Arauna: Eso no puede ser. No voy a ofrecer al Señor
mi Dios holocaustos que nada me cuesten. 2 Samuel 24:22, 24.
Hay cientos de
practicantes que nunca le dieron a Dios nada que les costara la auto negación;
no, no tanto como quedarse sin un plato en la mesa, sin un cuadro en la pared o
sin un anillo en el dedo. Hay varios cristianos practicantes que gastan mucho
más en las suelas de sus botas que en Cristo, y muchas mujeres que gastan más
en las plumas y las flores que adornan sus sombreros que en su Salvador. Sí, he
oído de hombres que decían que eran perfectos y, no obstante, ¡tenían medio
millón y estaban acumulando más! Los pecadores mueren y son condenados y los
misioneros no tienen apoyo y, sin embargo, estos hombres absolutamente
perfectos están apilando el oro y dejando que la causa de Cristo se detenga por
falta de medios. Esa no es mi teoría de la perfección; no, no me parece a mí
que corresponda con la idea de un cristiano común que dice que no es dueño de
sí. Si realmente eres salvo, hermano, ni un cabello de tu cabeza te pertenece;
la sangre de Cristo o te ha comprado o no, y si lo ha hecho, entonces eres todo
de Cristo, cada parte de ti y no puedes comer, ni beber ni dormir sino para
Cristo. «En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa,
háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). ¿Comprendes eso?
A través de la Biblia en un año: 1
Samuel 29-31
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