Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos
producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. 2 Corintios 4:17.
Pensamos demasiado en
nosotros mismos y hablamos de la vida como si fuera un conflicto demasiado duro
debido a la carga de nuestros cuidados y responsabilidades; pero, ¿qué
comparación existe entre nuestra carga y la de Jesús? Un pastor con un gran
rebaño no carece de ansiedades a cada hora; pero, ¿qué son esas ante los
cuidados del pastor Jefe? Él veló por la gran multitud que ningún hombre puede
contar, quienes le fueron encargados por el padre, y él llevó los dolores de
todos ellos. Esta es una carga que tú y yo, mi querido amigo, ni tan siquiera
podemos imaginar y, no obstante, sin dejar a un lado el peso, él luchó contra
el mundo y lo venció.
Cuando toda la multitud
marcha a la batalla, cada uno de nosotros toma un lugar en las filas y la
guerra continúa contra todos nosotros; pero, ¿adónde crees tú que las flechas
volaron en mayor cantidad? ¿Adónde fueron arrojadas las jabalinas un tras otra,
gruesas como pedriscos? «El abanderado entre los diez miles» era el blanco
principal. A mí me parece que el príncipe de las tinieblas le dijo a sus
ejércitos: «No luchen ni con pequeños ni con grandes, excepto con el Rey de
Israel», porque él fue tentado en todo al igual que nosotros. Tú y yo
encontramos algunas tentaciones pero él las soporta todas. Yo tengo las mías y
tú tienes las tuyas, pero él tuvo las mías y las tuyas y aquellas que son
comunes a todos sus santos; no obstante, estando en el centro de la refriega,
él permaneció ileso y clamó: «yo he vencido al mundo». La gracia, por lo tanto,
también nos puede vestir de triunfo porque ninguna carga suprema de huestes
sobre huestes será jamás dirigida en contra nuestra.
A través de la Biblia en un año: Romanos
9-10
No hay comentarios:
Publicar un comentario