Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. –Señor Jesús –decía-, recibe
mi espíritu. Luego cayó de rodillas y gritó: -¡Señor, no les tomes en cuenta
este pecado! Cuando hubo dicho esto, murió. Hechos 7:59-60.
Algunos corazones
tiernos no solo se sorprenden sino que se quedan consternados y se afligen ante
la oposición del mundo. Espíritus tiernos y gentiles que no se enfrentarían a
nadie si pudieran evitarlo, que sienten agudamente los ataques injustificados
de aquellos que preferirían agradar en lugar de provocar. La sensibilidad del
amor hace que los caracteres más delicados sean los más susceptibles al dolor
bajo la cruel oposición, especialmente cuando viene de un pariente querido.
Para aquellos que aman a Dios y al hombre, a veces es una agonía verse
obligados a parecer como la causa de la contienda, incluso por amor a Cristo.
El que más ama es quien
más se parece a Dios, y aquel cuyo corazón está más lleno de compasión es quien
más se acerca a la imagen de Cristo. En el reino de Dios los espíritus más
fuertes resultan ser más bien enanos y no gigantes. Debemos tener fuerza de
carácter y estar preparados para luchar tenazmente por la fe; no obstante,
mientras más amor mostremos, mejor y, por lo tanto, más dolor nos costará estar
continuamente en guerra con los espíritus fríos. Esta es una parte de la
tribulación que debemos soportar, y mientras más valentía mostremos al
enfrentarla, más a fondo ganaremos las batallas de la paz y la pureza.
A través de la Biblia en un año: Romanos
7-8
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