“Aunque la visión tardará aún por tiempo, mas al fin hablará, y no mentirá:
aunque se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará”.
Tal vez parece que la
misericordia tarda; pero es cierta. El Señor en su sabiduría infalible ha
ordenado el tiempo de la salida de su poder benigno, y el tiempo que Dios
escoge es el mejor. Nosotros tenemos prisa; la visión de la bendición estimula
nuestro deseo y aviva nuestro anhelo; pero el Señor vendrá a su tiempo
señalado. Él nunca llega antes de su tiempo; ni nunca tarda.
Aquí se habla de la
Palabra de Dios como viva, que hablará y vendrá. No es una letra muerta, como
algunas veces somos tentados a temer cuando hemos esperado largo tiempo para su
cumplimiento. La palabra viva viene del Dios vivo, y aunque parezca tardar, no
es realmente así. No viene con retraso. Tengamos paciencia y pronto veremos la
fidelidad del Señor. Ninguna promesa suya faltará; “y no mentirá”. Ninguna
promesa suya se perderá en silencio; “al fin hablará”. ¡Qué palabras de
consuelo hablará al oído del creyente! Ninguna promesa suya tendrá que ser
renovada como un billete que no pudo ser pagado en el día debido: “No tardará”.
Ven, alma mía, ¿no puedes
esperar por tu Dios? Reposa en Él, y estate tranquila en calma inefable.
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