Versículo para hoy:

lunes, 18 de agosto de 2025

Los pastores están practicando la eutanasia espiritual – VIRGIL WALKER

Consuelan a la gente hacia la condenación mientras dicen que hacen ministerio.

Hace unos años, asistí a una reunión del equipo pastoral donde el pastor principal dijo algo que nunca olvidaré: “Asegurémonos de que la gente se vaya sintiéndose mejor que cuando llegó”. Todos asintieron. Yo no pude.

No intentaba llevar la contraria, simplemente pensé en aquellos que vivían en pecado impenitente. Pensé en la mujer que necesitaba confrontación más que consuelo. Y comprendí algo aterrador:

Si no tenemos cuidado, no estamos pastoreando personas. Las estamos preparando para el juicio, con una sonrisa.

Bajan las luces. Hablan en tono suave. Susurran palabras de consuelo a las almas que están siendo destruidas por el pecado, y lo llaman compasión.

Pero no lo es.

Es eutanasia espiritual: muerte con dignidad, disfrazada de lenguaje religioso.

Los púlpitos actuales están llenos de sentimentalismo en lugar de tener la verdad, de anestesia en lugar de amonestación. El pastor moderno no está advirtiendo a las ovejas sobre los lobos. Les ofrece almohadas para morir. Su mensaje no confronta; consuela. Su tono no desafía; consiente. Y el fruto de su ministerio no es vida, es muerte espiritual oculta por el alivio emocional.

Esto no es ministerio. Es adormecer el alma.

El cambio: de pastor a sedante

Hubo un tiempo en que el hombre de Dios era un atalaya. Un vigilante sobre el muro, con la trompeta en mano y la mirada clavada en el horizonte, listo para advertir al pueblo (Ezequiel 33:6). Predicaba con fuego porque temía más a Dios que a los hombres.

¿Y ahora? Hoy hay muchos pastores que actúan más como anestesiólogos. Sus sermones adormecen la convicción. Sus consejos entumecen el discernimiento. Sus iglesias se sienten más como spas de lujo para el alma, preparando suavemente a las personas para el juicio sin mencionarlo.

No temen a Dios. Temen a las reseñas en Google.

Sentimentalismo: la nueva estrategia

Las iglesias modernas han adoptado el sentimentalismo como estrategia ministerial. Suena como amor. Parece compasión. Pero mata como veneno.

Ha dejado de llamarse a las personas al arrepentimiento. En lugar de eso, afirmamos su dolor. Celebramos su quebrantamiento. Reemplazamos la claridad con la comodidad, y la valentía con las palabras emocionales y vacías: “espacio seguro”, “no juzgamos”, “orientados al trauma”.

Pero la seguridad emocional sin claridad espiritual no es misericordia. Es negligencia ministerial.

“Curan a la ligera el quebranto de Mi pueblo, diciendo: ‘Paz, paz’, pero no hay paz”. (Jeremías 6:14).

Las cinco herramientas de la eutanasia espiritual:

1. Evita la palabra “pecado”. Usa eufemismos como “errores”, “dolor” o “historias complicadas”.

2. Predica la fragilidad, no el arrepentimiento. Normaliza la disfunción. Evita la responsabilidad.

3. Afirma la identidad. Nunca confrontes el comportamiento. Mantén todo horizontal, nunca vertical.

4. Resalta testimonios emocionales. Evita la doctrina. Deja que la experiencia sustituya la exégesis.

5. Llámalo amor. Pero nunca menciones la ira venidera.

Esto no es inofensivo. No es neutral. Es sabotaje del alma disfrazado de pastoreo.

Así se ve la verdadera compasión

Jesús no confundió compasión con rendición. Lloró por Jerusalén, pero también le advirtió (Lucas 19:41-44). Recibió a la mujer adúltera, pero le dijo no peques más (Juan 8:11). Su misericordia nunca se separó de Su majestuosidad. Su gracia siempre fue atrayente.

La compasión real:

Advierte (Mateo 10:28).

Hiere (Proverbios 27:6).

Limpia (1 Juan 1:9).

Un evangelio que nunca ofende nunca salva. El sermón que nunca trae convicción nunca sana.

Si tu pastor jamás te ha incomodado, probablemente no te está preparando para el cielo.

¿Qué está realmente muriendo?

Lo que está en juego es más que doctrina. Más que credibilidad cultural. Son las almas.

Los pastores no solo fallan en la labor de rescatar moribundos, más bien, los están ayudando a morir, apaciblemente, calmados. Y, si la trompeta da una nota incierta, ¿quién se prepara para la batalla? (1 Corintios 14:8).

Esto no es solamente liderazgo débil. Es eutanasia espiritual.

Estamos siendo testigos de una generación de creyentes arrullados hasta el sueño por sermones diseñados para hacer sentir seguros a los pecadores que están camino al infierno.

Llamado a la acción: despierten a los atalayas

Pastor, si tu predicación nunca perfora, no estás protegiendo a tu gente. Los estás preparando para el juicio con una sonrisa. Esto no es ministerio; es asesinato por omisión.

Que los púlpitos vuelvan a arder con fuego santo. Que la verdad retumbe más que la terapia. Que la iglesia despierte antes de dormirse hacia el juicio.

Porque si tu evangelio no ofende, no puede salvar. Y si tu iglesia consiente el pecado más de lo que lo confronta, no es una iglesia, es una sala de espera del infierno.

Sé que esto tiene un costo. Yo lo he pagado. Pero prefiero perder la sala que perder mi alma.

El mundo no necesita otro sermón de consuelo emocional. Necesita un león en el púlpito.

El sentimentalismo no es santificación. Es un asesino silencioso.

Toca la trompeta. Predica la Palabra. Advierte a los moribundos.

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