Consuelan a la gente hacia la condenación mientras dicen que hacen ministerio.
Hace unos años, asistí a una reunión del equipo pastoral donde
el pastor principal dijo algo que nunca olvidaré: “Asegurémonos de que la gente
se vaya sintiéndose mejor que cuando llegó”. Todos asintieron. Yo no pude.
No
intentaba llevar la contraria, simplemente pensé en aquellos que vivían en
pecado impenitente. Pensé en la mujer que necesitaba confrontación más que
consuelo. Y comprendí algo aterrador:
Si
no tenemos cuidado, no estamos pastoreando personas. Las estamos preparando
para el juicio, con una sonrisa.
Bajan
las luces. Hablan en tono suave. Susurran palabras de consuelo a las almas que
están siendo destruidas por el pecado, y lo llaman compasión.
Pero
no lo es.
Es
eutanasia espiritual: muerte con dignidad, disfrazada de lenguaje religioso.
Los
púlpitos actuales están llenos de sentimentalismo en lugar de tener la verdad,
de anestesia en lugar de amonestación. El pastor moderno no está advirtiendo a
las ovejas sobre los lobos. Les ofrece almohadas para morir. Su mensaje no
confronta; consuela. Su tono no desafía; consiente. Y el fruto de su ministerio
no es vida, es muerte espiritual oculta por el alivio emocional.
Esto
no es ministerio. Es adormecer el alma.
El cambio: de pastor a sedante
Hubo un tiempo en que el hombre de Dios era un atalaya. Un vigilante
sobre el muro, con la trompeta en mano y la mirada clavada en el horizonte,
listo para advertir al pueblo (Ezequiel 33:6). Predicaba con fuego porque temía
más a Dios que a los hombres.
¿Y ahora? Hoy hay muchos pastores que actúan más como anestesiólogos.
Sus sermones adormecen la convicción. Sus consejos entumecen el discernimiento.
Sus iglesias se sienten más como spas de lujo para el alma,
preparando suavemente a las personas para el juicio sin mencionarlo.
No temen a Dios. Temen a las reseñas en Google.
Sentimentalismo: la nueva estrategia
Las iglesias modernas han adoptado el sentimentalismo como estrategia
ministerial. Suena como amor. Parece compasión. Pero mata como veneno.
Ha dejado de llamarse a las personas al arrepentimiento. En lugar de
eso, afirmamos su dolor. Celebramos su quebrantamiento. Reemplazamos la
claridad con la comodidad, y la valentía con las palabras emocionales y vacías:
“espacio seguro”, “no juzgamos”, “orientados al trauma”.
Pero la seguridad emocional sin claridad espiritual no es misericordia.
Es negligencia ministerial.
“Curan a la ligera el quebranto de Mi pueblo, diciendo: ‘Paz, paz’, pero
no hay paz”. (Jeremías 6:14).
Las cinco herramientas de la eutanasia espiritual:
1. Evita la palabra “pecado”. Usa eufemismos como
“errores”, “dolor” o “historias complicadas”.
2. Predica la fragilidad, no el arrepentimiento. Normaliza
la disfunción. Evita la responsabilidad.
3. Afirma la identidad. Nunca confrontes el comportamiento.
Mantén todo horizontal, nunca vertical.
4. Resalta testimonios emocionales. Evita la doctrina. Deja
que la experiencia sustituya la exégesis.
5. Llámalo amor. Pero nunca menciones la ira venidera.
Esto no es inofensivo. No es neutral. Es sabotaje del alma disfrazado de
pastoreo.
Así se ve la verdadera compasión
Jesús no confundió compasión con rendición. Lloró por Jerusalén, pero
también le advirtió (Lucas 19:41-44). Recibió a la mujer adúltera, pero le dijo
no peques más (Juan 8:11). Su misericordia nunca se separó de Su majestuosidad.
Su gracia siempre fue atrayente.
La compasión real:
Advierte (Mateo 10:28).
Hiere (Proverbios 27:6).
Limpia (1 Juan 1:9).
Un evangelio que nunca ofende nunca salva. El sermón que nunca trae
convicción nunca sana.
Si tu pastor jamás te ha incomodado, probablemente no te está preparando
para el cielo.
¿Qué está realmente muriendo?
Lo que está en juego es más que doctrina. Más que credibilidad cultural.
Son las almas.
Los pastores no solo fallan en la labor de rescatar moribundos, más
bien, los están ayudando a morir, apaciblemente, calmados. Y, si la trompeta da
una nota incierta, ¿quién se prepara para la batalla? (1 Corintios 14:8).
Esto no es solamente liderazgo débil. Es eutanasia espiritual.
Estamos siendo testigos de una generación de creyentes arrullados hasta
el sueño por sermones diseñados para hacer sentir seguros a los pecadores que
están camino al infierno.
Llamado a la acción: despierten a los atalayas
Pastor, si tu predicación nunca perfora, no estás protegiendo a tu
gente. Los estás preparando para el juicio con una sonrisa. Esto no es
ministerio; es asesinato por omisión.
Que los púlpitos vuelvan a arder con fuego santo. Que la verdad retumbe
más que la terapia. Que la iglesia despierte antes de dormirse hacia el juicio.
Porque si tu evangelio no ofende, no puede salvar. Y si tu iglesia
consiente el pecado más de lo que lo confronta, no es una iglesia, es una sala
de espera del infierno.
Sé que esto tiene un costo. Yo lo he pagado. Pero prefiero perder la
sala que perder mi alma.
El mundo no necesita otro sermón de consuelo emocional. Necesita un león
en el púlpito.
El sentimentalismo no es santificación. Es un asesino silencioso.
Fuente: https://VIRGILWALKER.SUBSTACK.COM/SOLO-VERDAD *AUG 18, 2025*
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