II. Algunos son salvos en la hora de su muerte, otros no.
La segunda lección que este pasaje quiere enseñarnos es que algunos son salvos en la hora de su muerte, otros no.
Es esta una verdad que nunca debe ser pasada por alto, por eso me es imposible ignorarla. Es una verdad que se destaca claramente en el triste final del otro malhechor, con demasiada frecuencia olvidado. La gente olvida que había "dos ladrones".
¿Qué pasó con el otro ladrón que fue crucificado? ¿Por qué no se apartó de su pecado y clamó al Señor? ¿Por qué siguió endurecido e impenitente? ¿Por qué no fue salvo? Sería inútil intentar contestar estas preguntas. Contentémonos con la información que tenemos y veamos qué quiere enseñarnos.
No tenemos ningún derecho a decir que este ladrón era peor que su compañero, no hay nada que pruebe que lo fuera. Es evidente que ambos eran hombres malvados, ambos estaban recibiendo el merecido castigo por sus actos, ambos colgaban de una cruz a los dos lados del Señor Jesús; ambos lo escucharon orar por sus asesinos, ambos lo vieron sufrir con paciencia. Pero mientras uno se arrepintió, el otro siguió endurecido; mientras uno comenzó a orar el otro siguió injuriándole; mientras uno se convirtió al último momento, el otro murió contumaz en su maldad, tal como había vivido; mientras uno fue al paraíso, el otro fue a su lugar: Al lugar del diablo y sus ángeles.
Ahora bien, estas cosas fueron escritas para advertirnos. Hay una advertencia, al igual que un consuelo, en estos versículos y es, de hecho, una advertencia muy seria.
Me dicen y subrayan que aunque algunos se pueden arrepentir y convertirse en su lecho de muerte, no significa que todos lo harán. El lecho de muerte no siempre es un tiempo de salvación.
Me dicen y subrayan que dos personas pueden tener las mismas oportunidades de hacerle bien a sus almas, pueden estar colocadas en la misma posición, ver las mismas cosas y oír los mismos sonidos y, no obstante, sólo una de las dos las aprovechan, se arrepienten, creen y son salvas.
Me dicen, sobre todo, que arrepentimiento y fe son dones de Dios y que están fuera del poder del hombre, y que el que se engaña pensando que puede arrepentirse cuando lo escoja, elegir el momento cuando lo hará, buscar al Señor cuando le plazca y, como el ladrón arrepentido, ser salvo al último instante, tarde o temprano descubrirá que está muy equivocado.
Y es bueno y provechoso tener en cuenta esto. Hay en el mundo una inmensa cantidad de ideas engañosas precisamente acerca de este tema. Veo a muchos que dejan que la vida se les vaya de entre las manos, sin estar preparados para morir. Veo a muchos que admiten que debieran arrepentirse, pero siempre lo dejan para mañana. ¡Y creo que una de las razones principales es que la mayoría cree que puede acudir a Dios cuando quiera! Se basan en la parábola de los obreros de la viña que habla de la hora undécima y la usan en la forma que nunca tuvo la intención de ser usada. Se enfocan en la parte placentera de los versículos que ahora estamos considerando, pero olvidan el resto. Hablan del ladrón que se fue al paraíso y se olvidan del que murió como vivió, ¡y se perdió2!
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