9. Lot: Una luz de advertencia
Las Sagradas Escrituras, que fueron escritas para nuestra instrucción, contienen luce de advertencia, al igual que modelos a imitar. Nos muestran ejemplos de lo que debemos evitar, al igual que ejemplos que debemos seguir. El hombre, cuyo nombre encabeza esta página, ha sido puesto como una luz de advertencia para toda la iglesia de Cristo. Nos presenta su carácter en dos breves palabras: "Deteniéndose él". Se detuvo. Tomemos asiento y observemos esta luz de advertencia por unos minutos. Consideremos a Lot.
¿Quién es este hombre que se detuvo? Es el sobrino del fiel Abraham. ¿Y cuándo fue que se detuvo? La misma mañana en que Sodoma iba a ser destruida. ¿Y dónde se detuvo? Dentro de las paredes de Sodoma misma. ¿Y ante quién se detuvo? Ante la vista de dos ángeles enviados para sacarlo de la ciudad. ¡Incluso en ese momento se detuvo!
Las palabras son solemnes y llenas de elementos que nos hacen pensar. Debieran sonar como una trompeta en los oídos de todos los que profesan alguna religión. Espero que hagan pensar a cada lector de estas páginas. ¿Quién sabe si no son justo las palabras que su alma requiere? La voz del Señor Jesucristo le manda: "Acordaos de la mujer de Lot" (Lc. 17:32). Las palabras de uno de sus siervos le invitan hoy a recordar a Lot.
Trataré de mostrar:
I. Lo que Lot era en sí mismo.
II. Lo que el texto ya citado dice de su comportamiento.
III. Las razones por las que quizá se detuvo.
IV. Qué clase de fruto dio el hecho de que se detuvo.
Pido la atención de todos los que tienen razón para creer que son verdaderos cristianos y anhelan vivir vidas santas. Establezcamos este principio en nuestras mentes: si seguimos la santidad, no debemos "detenernos".
I. ¿Qué era Lot?
Lo digo una vez más: Lot es una luz de advertencia.
Este es un punto muy importante. Si no me aseguro de que usted lo note, podría perderme la clase de cristianos profesantes a quienes quiero beneficiar de un modo especial. Si no lo presento con claridad, muchos quizá digan después de leer este capítulo: "¡Ay! ¡Lot era un hombre malo, un pobre ser, malvado y oscuro: Un hombre inconverso, un hijo de este mundo! Con razón se detuvo".
Pero ahora preste mucha atención a lo que digo. Lot distó mucho de ser algo así. Lot era un creyente verdadero, un convertido, un auténtico hijo de Dios, un alma justificada, un hombre justo.
¿Tiene alguno de mis lectores gracia en su corazón? Lot también la tenía. ¿Tiene alguno de mis lectores esperanza de salvación? Lot también la tenía. ¿Es alguno de mis lectores un viajero en el camino angosto que conduce a la vida? Lot también lo fue.
Nadie piense que esto es solo mi opinión particular, una mera fantasía mía, una noción que no tiene fundamento bíblico. Nadie suponga que quiero que lo crea sólo porque yo lo digo. El Espíritu Santo ha colocado el asunto, libre de posibles controversias, llamándolo "justo" y "recto" (2 P. 2:7-8) y nos ha dado evidencias de que la gracia moraba en él.
Una evidencia es que vivía entre hombres impíos "viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos" y la maldad a su alrededor (2 P. 2:8) y, aun así, él mismo no era impío. Ahora bien, para ser un Daniel en Babilonia, un Abdías en la casa de Acab, un Ahías en la familia de Jeroboam, un santo en la corte de Nerón y un "hombre justo" en Sodoma, uno tiene que tener la gracia de Dios. Sin su gracia sería imposible ser como alguno de estos hombres.
Una segunda evidencia es que "veía a los prevaricadores" y se contrariaba por lo que veía a su alrededor (2 P. 2:7,8). Se sentía herido, triste, dolorido y lastimado ante la presencia del pecado. Esto era sentirse como el santo David, quien dice: "Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, porque no guardaban tus palabras", "Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley" (Sal. 119:158, 136). Esto era sentirse como Pablo, quien dice: "Tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón,... por amor a mis hermanos"(Ro. 9:2, 3). Nada puede ser la razón de esto, sino la gracia de Dios.
Una tercera evidencia es que "afligía cada día su alma justa" (2 P. 2:8). No sucedió que se hizo indiferente o que se entibió ante el pecado, como sucede con muchos. La familiaridad y el hábito no le quitaron el filo a sus sentimientos, como sucede con demasiada frecuencia. Para muchos es un shock y un susto ver por primera vez una iniquidad, pero al final se acostumbran tanto que la ven con bastante apatía. Esto es así, especialmente con los que viven en grandes ciudades, o con ingleses que viajan en el continente. Estos, a menudo, terminan siendo totalmente indiferentes al hecho de que no se observa el Día del Señor y a muchas formas de pecados. Pero no fue así con Lot. Y también esto es una gran señal de la realidad de su gracia.
Así era Lot: Un hombre justo y recto, un hombre sellado como heredero al cielo por el Espíritu Santo mismo.
Antes de seguir adelante, recordemos que un cristiano auténtico puede tener muchas manchas, muchos defectos y muchas debilidades y, aun así, ser un cristiano auténtico. No despreciamos al oro porque esté mezclado con mucha escoria. No le quitemos valor a la gracia porque está acompañada de mucha corrupción. Siga leyendo y verá que Lot pagó caro por "detenerse". Pero no se olvide, al ir leyendo, que Lot era un hijo de Dios.
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