La seguridad de Pablo basada en Cristo
Podemos estar seguros de que Pablo sería el último ser sobre la tierra que basaría su seguridad en una experiencia personal. Aquel que dijo: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Ti. 1:15), tenía un sentido profundo de su culpabilidad y corrupción. Pero también tenía un sentido, aún más profundo, de la longitud y la amplitud de la justicia de Cristo que le fue imputada. El que podía clamar: "¡Miserable de mí!" (Ro. 7:24), tenía una visión clara de la fuente de impiedad en su propio corazón. Pero tenía un sentido aún más claro de esa otra Fuente que puede quitar "todo pecado e impureza" (Lv. 16:16). Él, que sentía ser "menos que el más pequeño de todos los santos" (Ef. 3:8), tenía un vivo y permanente sentido de su propia debilidad. Pero tenía una convicción aún más viva de que Cristo no podía faltar a su promesa de que sus ovejas "no perecerán jamás" (Jn. 10:28). Pablo sabía, (si es que algún hombre pudiera saber), que era una pobre y frágil embarcación flotando en un mar tempestuoso. Veía (si es que alguien pudiera ver), las olas enormes y la rugiente tempestad que lo rodeaban. Pero luego apartaba la mirada de sí mismo, la fijaba en Jesús y dejaba de tener temor. Recordaba aquel ancla detrás del velo que es "segura y firme" (He. 6:19). Recordaba las palabras, la obra y la intercesión constante de Aquel que lo amaba y se había entregado por él. Y era esto y nada más que esto por lo que pudo decir con audacia: "Por lo demás, me está guardada la corona de justicia" (2 Ti. 4:8) y concluir con tanta firmeza: "Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial" (2 Ti. 4:18)5.
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5 "En su viaje al cielo nunca se ha muerto o ahogado un creyente en Jesucristo. Cada uno se encontrará sano y salvo con el Cordero en el Monte Sion. Cristo no pierde ni a uno de ellos, sí, a ninguno (Jn. 6:39). Ni un solo hueso de ningún creyente yacerá en el campo de batalla. Todos son más que vencedores por medio de aquel que los amó (Ro. 8:37)". -Robert Traill.
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