6. EL TIEMPO DE REUNIRNOS CON DIOS
EN NOVENO LUGAR, consideremos nuestro cuidado o descuido en este asunto como una gran evidencia de nuestra sinceridad o hipocresía.
Un corazón recto se alarmará por esto más que por cualquier otra cosa y dirá "¿Cómo? ¿Voy a consentir que sea habitual que mi corazón se aleje de Dios? ¿Dejaré que las marcas de un hipócrita aparezcan en mi alma? Ciertamente los hipócritas pueden descuidarse en sus tiempos de reunión con Dios, y no preocuparse nunca por el estado de sus corazones. Pero ¿haré yo lo mismo? Nunca. Nunca estaré satisfecho con tiempos de comunión vacíos. nunca dejaré que algo me aparte de la oración hasta que mis ojos hayan visto al Rey, al Señor de los ejércitos".
EN DÉCIMO LUGAR, será especialmente útil para mantener nuestro corazón con Dios en medio de la oración, el considerar la influencia que nuestras oraciones tendrán en la eternidad.
Nuestros tiempos con Dios son tiempos de semilla, y en el otro mundo recogeremos los frutos de las semillas que hemos plantado aquí. Si sembramos para la carne, cosecharemos corrupción. Si sembramos para el Espíritu, recogeremos vida eterna.
Respondamos seriamente a estas preguntas: ¿Estamos dispuestos a recoger el fruto de la vanidad en el mundo por venir? Cuando nuestros pensamientos están vagando por los extremos de la tierra durante un servicio, cuando apenas nos importa lo que decimos o escuchamos, ¿nos atrevemos a decir: "Señor, estoy sembrando para el Espíritu, estoy proveyendo y plantando para la eternidad, estoy buscando la gloria, honra e inmortalidad, esforzándome a entrar por la puerta estrecha, ¡estoy arrebatando el reino de los cielos con violencia santa!"?
Estas reflexiones están bien calculadas para disipar los pensamientos vanos.
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