CAPÍTULO 6:
LAS CONSECUENCIAS DE LOS CAPÍTULOS
ANTERIORES
1. Es su responsabilidad creer que Dios está en todo lo que le
acontece. Si le da consuelos, sería un grave pecado no ver su mano en ellos. Si
le envía problemas, usted debería saber que no nacen de la tierra sino de la
mano de Dios.
2. Puesto que Dios hace todas las cosas para usted ¡Cuán grande es
su cuidado de su pueblo! Su tierno cuidado es tan grande que nunca aparta sus
ojos de usted. (Job 36:7) Si alguien lo quisiera dañar, Él mismo le protegerá
de noche y de día. (Isa.27:3) Usted es demasiado querido para Él para ser
confiado a cualquier otra mano excepto la de Él mismo. “Todos sus santos están en
tu mano.” (Deut.33:3)
3. Puesto que Dios hace todas las cosas para usted ¿Esto no le
obliga a vivir para Él? Nuestro deseo debería ser como alguien ha dicho: “Oh
que yo pudiera ser un instrumento tan útil para Dios como mis manos me son a
mí.” El propósito por el cual Dios ha hecho todo a favor de usted es para que
usted sea una bendición para otras personas. “¿Qué pagaré a Jehová por todos
sus beneficios para conmigo?” (Sal.116:12) Dios siempre le está haciendo
bien; entonces usted debería ser muy activo para Él. ¡Él actúa en cada momento a
su favor!
4. Puesto que Dios hace todas estas cosas a favor de su pueblo, no
desconfíe de Él cuando surjan nuevas dificultades. A menudo usted ha fallado en
confiar en Él en el pasado; no vuelva a caer en la desconfianza. Aprenda esta
gran verdad: Si usted confía en Dios y espera pacientemente en Él para ser
salvo de sus problemas, Él no puede fallarle y no lo hará.
5. Puesto que Dios hace todas las cosas para usted, ore a Él acerca de todo. Ciertamente usted nunca tendrá lo que desea y busca a menos que Dios se lo conceda. Aunque Él tenga el propósito de concederle sus deseos, Él espera que usted se los pida. Entonces, cuando usted ha orado conforme a Su voluntad, cualquier cosa que le haya pedido en realidad ya le pertenece.
6. Puesto que Dios hace todas las cosas para usted, entonces su principal preocupación debería ser la de agradarle a Él en todas las cosas. Ninguna tribulación le podrá hacer daño al creyente cuyo único deseo es el de agradar a Dios. El favor de Dios resultará en que las tribulaciones no le causen ningún efecto dañino. Puesto que Dios se regocija sobre nosotros para hacernos bien, estamos a salvo aún en medio de los problemas y los peligros más grandes. Dejémonos guiar por la sabiduría divina de la Biblia. No tema nada salvo el pecado. Haga que su principal preocupación sea la de agradar a Dios y confiar en Él en todo lo que usted haga. Estas son reglas para su seguridad y su bendición en todas las incertidumbres de esta vida.
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