Una
consideración cuidadosa de la providencia, tiene un poder maravilloso para
llenar el corazón de agradecimiento
¿No es cierto que el Señor te guiaba por su providencia cuando eras solamente un niño, y acaso no te guardaba de los pecados y las miserias en los que muchos fueron dejados correr? Entonces, de aquí en adelante ¿no le llamarás: “Padre mío, guiador de mi juventud”? (Jer.3:4) Entonces, piense en los cambios en nuestras vidas que han sido ordenados para nosotros. Cuán mejores son de la manera en que nosotros los hubiéramos arreglado para nosotros mismos. Los pensamientos de Dios no han sido los nuestros, ni sus caminos los nuestros. (Isa.55:8) Nuestras propias ideas han sido sustituidas por mejores cosas con las cuales la providencia nos ha sorprendido. Cuando era necesario, un amigo fue motivado a ayudarle o un lugar fue abierto para recibirle. Entonces cuando la providencia le ha quitado estas cosas o su necesidad de ellas terminó, algún otro camino le fue abierto.
¡Piense en la ternura incomparable de Dios para con
su pueblo! Compare los tratos de la providencia para con usted y para con
otros, quizás algunos de su propia familia que no sean cristianos, y
maravíllese con la asombrosa gracia que hizo la diferencia. “¿No era Esaú
hermano de Jacob?” (Mal.1:2) Piense en la manera como la providencia ha
tratado con usted y compare esto con la manera en que usted se ha comportado
hacia el Señor. Usted ha hecho muchas cosas malas en el pasado y no obstante,
no puede acordarse de haber recibido ninguna otra cosa sino bien de la mano del
Señor. Por último, compare sus peligros y sus temores con la forma en que la
providencia le ha librado de todas sus angustias. Nubes negras han estado sobre
su vida, su libertad o algún ser querido ha estado en peligro. Usted acudió al
Señor en su aflicción y Él proveyó una salida y le libró de todos sus temores.
(Sal.34:4)
No viva su vida tan aprisa que no tenga tiempo de sentarse y pensar acerca de
estas cosas. Considere en su corazón estos maravillosos descubrimientos de Dios
en su providencia.
Una
cuidadosa observación de la providencia traerá paz a sus mentes
El salmista dice: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” (Sal.4:8) El salmista está determinado a que sus temores pecaminosos no le quitarán su paz interior. Encomendará todas sus preocupaciones a las manos paternas de un Dios fiel quien ha hecho hasta ese momento todas las cosas para él. No quiere perder el consuelo, ni de una sola noche de descanso. Dos cosas pueden destruir la paz en nuestra vidas: Primero, pensar demasiado acerca de las desilusiones pasadas. Segundo, el miedo de sufrirlas en el futuro.
Mientras pensamos acerca de la providencia, hay
varias cosas que en forma natural ayudan a traer paz a la mente del creyente
aún cuando las circunstancias que le rodeen sean inciertas. Por ejemplo:
1.
El poder supremo de la providencia sobre todas las cosas. Esto se ve en la vida
de Jacob. Él dijo a José: “No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha
hecho ver también a tu descendencia.” (Gén.48:11) Nada está fuera del poder
de Dios en la providencia.
2.
La profunda sabiduría de la providencia. Cuán frecuentemente hemos buscado que
el bien viniera de algo que parecía bonito, y hemos dado la espalda a algo que
parecía ser amenazador. ¡No obstante, al fin la providencia nos ha mostrado que
el peligro estaba en lo que parecía hermoso y el bien estaba en lo que
temíamos!
3.
La obra de la providencia a nuestro favor en el pasado. “Hasta aquí nos
ayudó Jehová.” (1 Sam.7:12) El es el mismo Dios ahora como lo fue en el
pasado, y su fidelidad nunca falla.
4.
Cuando un creyente se vuelve descuidado en su vida espiritual, generalmente es
el método de Dios preparar algo para disciplinarlo hasta que su corazón sea
humillado y hecho más santo. Entonces el Señor cambia la voz de su providencia
y dice: “Vuélvete, Oh rebelde Israel... No haré caer mi ira sobre tú, porque
misericordioso soy yo, dice Jehová, y no guardaré para siempre el enojo.” (Jer.12:12-13)
5. Comparar la manera en que Dios trata con nosotros y la forma como lo hace con otras criaturas suyas, nos trae nuevas esperanzas. Él cuida de las aves del cielo por quienes ningún hombre provee y también por la hierba del campo. ¿Podemos pensar en realidad que se olvidará de su pueblo quienes le son de mucho más valor?(Mat.6:26 y 30) Pensar en el cuidado que la providencia tiene por los enemigos de Dios alimentándoles, vistiéndolos y dándoles protección aún y cuando están peleando en su contra, debería traer paz a nuestras mentes. Seguramente no fallará en proveer para el pueblo en quien ha puesto su amor, a quienes ha dado a su Hijo, y para quienes ha preparado el cielo mismo.
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