"¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos?" 2 Reyes 7.3
Querido lector, este libro fue escrito especialmente para la edificación de los creyentes, pero si tú aun no eres salvo, nuestro corazón suspira por ti, y quisiéramos de buena gana decirte una palabra que te sirva de bendición. Abre la Biblia, lee la historia de los leprosos y observa su posición, que es en mucho, igual a la tuya.
Si permaneces donde estás morirás, pero si vas a Jesús no morirás. "El que nada arriesga, nada obtiene", dice un antiguo proverbio. En tu caso el riesgo es grande.
Si permaneces quieto en obstinada desesperación, ninguno tendrá compasión de ti cuando venga tu ruina, pero si hoy buscas misericordia, al morir serás objeto de eterno amor. Ninguno que rehúse mirar a Jesús será salvo, pero tú sabes que, sea como fuere, algunos se salvan por creer en Él, pues algunos de tus conocidos han alcanzado misericordia. Entonces, ¿por qué no la alcanzas tú también? Los ninivitas dijeron: "¿Quién sabe?" Obra tú sobre la misma esperanza y prueba la misericordia de Dios. Es tan espantoso morir, que si hubiese una simple paja a nuestro alcance, el instinto de conservación nos llevaría a tomarnos de ella.
Hasta aquí te estuve hablando de tu posición de incredulidad. Ahora deseo asegurarte de parte del Señor, que si lo buscas lo hallarás. Jesús no echa fuera a ninguno que vaya a Él. Si confías en Él no morirás, al contrario, hallarás tesoros más ricos que el que hallaron los leprosos en el campo de los sirios.
¡Que el Espíritu Santo te anime a ir a Jesús enseguida! Si crees en Él no creerás en vano. Y cuando seas perdonado, anuncia a otros las buenas nuevas. No escondas tu paz; da primero la noticia a los de la casa del Rey y únete a ella. Haz que todos se informen de tu descubrimiento y entonces, proclama las buenas nuevas en todo lugar.
Que el Señor te salve hoy antes de que se ponga el sol.
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